Broken pieces

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Hola humanitos n.n espero estén pasándola bien, yo traigo drama para ustedes con mucho amor :3

El mundo se me cirnió encima. Escuchaba gritar a Yuzuru pero por un momento que me pareció una eternidad, no podía pensar. No reaccionaba.
-¡JAZ! ¿JAZ, DÓNDE ESTÁS?- lo supe entonces, no era consciente que estaba aún ahí.
Me obligué a despegar las malditas cuchillas del hielo, me impulsé con fuerza para ir rápido con él pero terminé deslizando hasta él de rodillas porque las piernas no me sostenían. Le puse la mano en el hombro y lo giré bocarriba.
-Estoy aquí- estaba rojo, como si tuviese fiebre, lloraba sin parar y estaba temblando.
-Tenshi- murmuró mientras se le cerraban los ojos, a lo que le di unas palmadas en la mejilla.
-No, ni se te ocurra desmayarte. Quédate conmigo- sabía que estaba mal, nunca lo vi así. Sabía que era algo mucho, mucho peor que el accidente en Dublín, y no me atrevía a mirar sus pies. Con la mano temblándome, saqué el celular de mi bolsillo y llamé a emergencias.
-Buenas noches, ¿cuál es su emergencia?- respiré hondo, nunca había hablado por teléfono en japonés.
-Por favor ayúdenme, necesito una ambulancia.
-¿Está usted herida?
-No yo... Un hombre que está conmigo, tuvo una caída, creo que está muy herido del pie. Está a nada de desmayarse, no sé qué hacer.
-Enviaré la ambulancia, ¿dónde están?
-La pista de hielo, estábamos patinando- hubo silencio al otro lado de la línea.
-Señorita, tendré que reportar esto como allanamiento además de crear el reporte de la emergencia.
-¡Haga lo que quiera, sólo envíe la maldita ambulancia para Yuzuru!- un nuevo silencio apareció.
-Es... ¿Es Hanyu-senshu?
-¡Sí, es él! ¿Se apresurarán más sabiendo eso?- sentía los labios temblarme de rabia.
-La ambulancia ya está en camino. Y olvida el reporte de allanamiento, todos sabemos que él tiene permitido usar las instalaciones cuando sea- honestamente ese era el menor de mis problemas -. Necesitaré que me ayude a evaluar la situación para informar a los paramédicos. ¿Cómo fue la caída?
-Un salto, no logró aterrizarlo... Su pie se dobló, se desplomó. Gritó horrible, casi se desmaya... ¡No sé qué hacer! ¡No quiero moverlo de aquí!
-No, no lo muevas. Los paramédicos llegarán pronto. ¿Cómo te llamas?
-Soy Jazmin.
-De acuerdo, Jazmin-san. Necesito que te calmes y que toques desde la rodilla para averiguar si hay algún problema arriba o es asunto debajo del patín, en cuyo caso será mejor que no se lo quites, podrías lastimarlo.
-Espera, espera. Estás hablando muy rápido. No quiero, no puedo ver... ¿Qué si está muy mal?
-Así será más simple para los paramédicos cuando lleguen, podrán llevárselo más rápido.
Ahogué mi desesperación así como me tragaba mi llanto, tuve que soltarle la mano a Yuzuru, lo que no me fue fácil ya que me sujetaba con tal fuerza que tenía sus dedos marcados en mi piel.
-Ok, ¿qué hago?
-Palpa desde la rodilla en la pierna donde haya dolor, en ambas si es el caso.
-Ok. Yu, ¿qué pierna fue?
-Mh, la derecha- jadeó -. Duele más arriba del tobillo, y en el tobillo.
Le costaba hablar, sabía que estaba muy lastimado. Dejé el celular en el hielo y puse el altavoz para palpar con ambas manos como me indicara, desde la rodilla, empezando con la izquierda que de hecho no presentó problemas. La rodilla estaba bien, no tenía desplazamiento anormal, comencé a bajar las manos por la pantorrilla con cuidado y tanta firmeza como Yuzuru me permitía con sus sutiles quejas. Sabía que estaba guardándose sus protestas, pero no pudo reprimirlas cuando llegué aproximadamente a donde se desvanecía la pantorrilla, cuando de hecho sentí algo moviéndose y Yuzuru gimió horriblemente.
-¿El dolor es muy fuerte?
-Mucho- murmuré -. Siento algo moviéndose.
-¡Está roto, Jaz! ¡Está roto!- exclamó Yuzu mordiendo su guante para soportar aún mi toque. Mordí mi labio, ¿tan mal estaba? ¿Tanto dolor sentía?
-¿Qué hago ahora?- mi voz fue más un sollozo en el teléfono que una frase. Estaba perdiendo mi control, no podía estar pasando esto.
-De ser posible quita los patines, Jazmin-san, pero no manipules con mucha fuerza la pierna lastimada. Y déjalo donde está si por casualidad notas que está algo fuera de sitio.
Quité primero el patín izquierdo, teniendo la confianza de manipular con más libertad. Y luego el derecho, tuve que aflojar los cordones de tal modo que incluso saqué los extremos de los huecos, soltando por completo la lengua de la bota para sacar su pie una vez que me aseguré que no estaba fuera de sitio, pero el cual sin duda estaba lastimado. Le dolía, y se lo informé a la chica operadora.
>>Muy bien, Jazmin-san. Los paramédicos están enterados de todo, llegarán muy pronto, están a dos calles. Por favor mantente junto a él, debo moverme a tomar otras llamadas.
-Sí, sí, seguro- susurré con voz temblorosa -. Yo me quedo aquí con él... Espera, ¿cuál es tu nombre?
-Shinobuya Mei- respondió luego de un momento de silencio.
-Eres un encanto, Mei. Gracias- colgamos la llamada y traté tan fuerte como podía tragarme las emociones y me acurruqué contra Yuzuru ahí en el hielo.
-Oye, te vas a enfermar por el frío, ve a esperar allá.
-Cállate, sólo cállate y abrázame- susurré encogiéndome en sus brazos.
Su brazo me estrujó a su costado, tanto como podía por lo doloroso de su lesión. No hablamos, solo escuchábamos nuestras respiraciones alteradas, pero aún así no escuché cuando los paramédicos entraron al lugar. No los noté sino hasta que uno me tocó el hombro y me instó a moverme para dejarlos manipular.
Lo trasladaron en camilla a la ambulancia y partimos al hospital, conmigo abrazada al torso de Yuzuru.
En el trayecto, le avisé a Yumi con un mensaje muy corto que estábamos en camino al hospital. Claro el celular no paró de sonar pero no respondí, no tenía cabeza para explicar por texto. Al llegar, se llevaron a Yuzuru para sacar placas y hacer otros estudios, y al poco rato Yumi, Hidetoshi y Saya llegaron y me obligué a decirles todo lo ocurrido, con mi voz temblándome así como todo el cuerpo.
Sus padres fueron los primeros en ir a verlo, luego Saya. Al volver, ninguno se veía feliz, estaban tan turbados como yo. Pero yo tenía retumbando en mi cabeza el grito que diera, la imagen de él cayendo aparatosamente. No podía pensar en otra cosa y en realidad veía todo como en cámara lenta, con audio lejano y distorsionado. Ni siquiera me sentía con fuerzas para ir a verlo.
Saya interrumpió mis pensamientos tocando mi hombro.
-Jaz, tienes que ir a verlo. Está jodidamente sedado mientras lo envían a quirófano, pero no para de preguntar por ti- no me salían las palabras, sólo me levanté y me dejé guiar porque yo estaba desorientada, además me pareció que me quería alejar de sus padres. Ya en el pasillo, me detuvo -. La operación va a resultar bien, estoy segura, pero el tiempo de recuperación será largo.
-¿Cómo sabes?
-Escuché hablando a los doctores, no creen que vaya a patinar otra vez- sentí que se me caía el mundo encima y las piernas me flaquearon, pero ella me sostuvo de los brazos -. Hey, hey, no tienes por qué creerme, puedes ir a ver en la sala de radiología. Pero oye, hay maneras, pueden hacer otros procedimientos para acelerar la recuperación, eso decían, nos lo dirán pronto pero primero tienes que hablar con él.
-¿Por qué, de qué?
-Va a ser casi imposible que compita, aún si lo reparan por completo. Pero no creo que eso le dolerá demasiado. Si debe dejar de patinar, es todo, no habrá qué lo consuele.
-Sabes que él va a pedir esos procedimientos. Hará todo por seguir en el hielo.
-Está sedado, no tomarán un consentimiento así. Legalmente decide mamá, al menos así era hasta que firmaron el certificado y cambió sus papeles.
-¿Me pides que decida yo?
-Sabes mejor que nadie lo que quiere, te dice cosas que no habla con nadie más. Habla con él lo que sea posible... Y decide lo mejor para él, en cuerpo y alma. Confío en ti.
Saya se fue dejándome ahí clavada al suelo, pensando qué ocurría. En un momento estaba finalmente feliz de haberme casado con Yuzuru, y al siguiente estaba por decidir su futuro. Podría haber llorado, tenido un ataque de pánico como en Dublín, deslindarme de la responsabilidad que estaba en mí explicándoles que Yuzu me había dado tal facultad pero que yo decidía delegarla a alguien más...
Pero ya no podía seguir actuando como una niña miedosa de tomar decisiones.
Me escabullí al área de radiología para ver en la computadora el histórico de placas tomadas y estuve a nada de desmayarme. Había una fractura significativa en la tibia y parecía haber otra en el tobillo aunque no sabría decir con seguridad. Una vez vi eso no me quedo duda, lo que decidiera en cuanto los doctores fueran a informar, iba a definir para siempre lo que sería Yuzuru Hanyu desde entonces.
Busqué la habitación donde estaba él y me sentí algo relajada de que su expresión de dolor hubiera desaparecido así fuera por medio de los sedantes tan fuertes.
-Hola, patito- saludó al verme, con una sonrisita tremendamente inocente.
-¿Patito?- repetí curiosa acercándome. No pude sino sonreirle de vuelta, quería transmitirle una calma que yo no tenía y era más bien él quien me daba calma.
-Sé que dices que yo soy el cisne, pero estoy seguro que te queda mejor a ti serlo. Eres mi patito- honestamente no sabía si la morfina lo tenía hablando incoherencias o en verdad lo creía. Me senté en la silla junto a la camilla y la arrastré un poco para acercarme. Le tomé la mano que me ofrecía.
-¿Cómo te sientes?
-Bueno, estoy dopado, así que me siento bien. Pero sé que no lo estoy. Lo siento Jaz, lo lamento mucho.
-¿Por qué?
-Porque tenías razón, babe. Estaba cansado, ya no debía seguir saltando, tuve que parar e irme a casa contigo y hacerte el amor como tanto tenía ganas- no contuve la risa y apreté su mano más fuerte y apoyé la frente en su hombro un momento, suficiente para que acariciara mi cabeza. Luego lo miré seria.
-Fue mi culpa, comencé a gritar, discutimos por una tontería.
-Oye, de ninguna forma fue tu culpa. Yo fui quien de todos modos fue a saltar.
-Pero te alteré, tú solo reaccionaste.
-Solo querías evitar que me lastimara, eso no es una tontería. Nunca te escucho aunque quieres cuidar de mí- suspiré y acaricié su mano.
-Eso no importa ahora, sólo pensemos en tu operación y luego la recuperación.
-Es todo, patito. Metí la pata, literalmente. Ya me jodí. Soy un idiota.
-No digas eso.
-Pero es verdad.
-No es cierto, amor.
-Lo es, ¿de qué otra manera me lastimaría así, por nada?
-¿Por nada?- pregunté con ironía -. ¿Lo haces por nada, te aferras tan duro a la nada? No- me senté de lado en la camilla apoyando la mano a un costado suyo -. Escúchame, Yu, tú aspiras a lo que nadie ha tenido los huevos de tratar y tú eres el cabrón más atrevido con las bolas más grandes que conozco por buscar esto. ¿Y sabes qué? A la mierda lo que creas de que te jodiste, a la mierda lo que pronostiquen los doctores. Vas a patinar porque me prometiste una temporada más y te voy a poner de vuelta en el hielo, te lo juro.
Me dio una mirada extraña y dijo algo que me dejó absolutamente claro que estaba más intoxicado con morfina que nada.
-No sé si dices que físicamente tengo huevos grandes o hablas hipotéticamente.
No pude contener una carcajada, en especial porque se había quedado pensando en eso y ni le importara lo que dije después. Aparté mi cubrebocas y le di un beso rápido.
-Todo saldrá bien, lo prometo.
-¿Serás lo primero que vea después de que me operen?- preguntó cuando ya me alejaba. Le di una sonrisita desde la puerta.
-Claro que sí, Cygnus.
-Te amo.

Cygnus: El trazo del hielo --- TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora