CAPITULO
7Parte 2
Esa noche dormí a ratos; la traba que cerraba la puerta de mi habitación parecía una burla.
Me desperté por completo antes del alba, pero seguí mirando el techo adornado con filigranas, cómo se colaba la luz creciente entre las cortinas, saboreando la suavidad del colchón. En casa, yo salía de la choza apenas amanecía, aunque mis hermanos me chistaban para que no hiciese ruido todas las mañanas, enojados porque yo las despertaba temprano. Si hubiera estado en casa, ya habría ido a los bosques, no habría querido perder ni un momento de la preciosa luz del sol, estaría escuchando la charla adormilada de los pocos pájaros del invierno. En lugar de eso, ese dormitorio y la casa más allá de las paredes se hallaban en silencio; la enorme cama, desconocida y vacía. Una pequeña parte de mí extrañaba la tibieza de los cuerpos de mis hermanos contra el mío.
Wei Ying estaría estirando las piernas y sonriendo en ese espacio más grande.
Seguro que me imaginaba en el vientre de un inmortal; probablemente eso la satisfacía y contaría la noticia para hacerse la víctima con los aldeanos. Tal vez mi fatídico destino haría que algunos entregaran, compasivos, unas sobras a mi familia. O tal vez Lan Xichen les había dado suficiente dinero o comida, o lo que él supusiera que significaba «cuidarlos», y así sobrevivirían ese invierno. O tal vez los aldeanos se habían puesto en contra de mi familia, tal vez no querían que los asociaran con Gussu, tal vez los habían echado de la aldea.
Enterré la cabeza en la almohada y subí las mantas más arriba. Si Lan Xichen les había dado algo, y si esos beneficios fueran a terminar apenas yo cruzara el muro, seguramente en lugar de festejar mi regreso lo lamentarían.
«Tienes el cabello… limpio».
Un cumplido patético. Yo suponía que si él me había invitado a vivir ahí, me había perdonado la vida, no era del todo… malvado. Quizá había estado tratando de suavizar de algún modo la forma horrible en que nos habíamos conocido. Quizá habría una forma de persuadirlo de que encontrase un resquicio para hacer que la magia del tratado me dejara ir. Y si no un resquicio, puede que una persona…
Estaba pasando de un pensamiento a otro, intentando entender ese laberinto de sucesos, cuando oí un ruido en la traba de la puerta y… Un golpe y un alarido. Me puse en pie de un salto y encontré a Mian Mian derrumbada en el suelo. La soga que había hecho con los adornos de las cortinas colgaba suelta desde el lugar en que la había colocado para que golpeara la cara de cualquiera que entrase en la habitación. No había podido hacer más que eso.
—Perdón, perdón —balbucí, y salté de la cama, pero Mian Mian ya se había levantado y refunfuñaba mientras se alisaba el delantal. Frunció el entrecejo, mirando la soga que colgaba de un gancho.
—¿Qué es esto?, ¡por el sagrado nombre del Caldero…!
—No supuse que entraría nadie tan temprano. Pensaba sacarlo y… Mian Mian me examinó de pies a cabeza.
—¿Y creéis que un poquito de soga, un golpe en la cara, va a impedir que le rompa los huesos? —Se me congeló la sangre en las venas—. ¿Pensaste que esto nos haría algo… a cualquiera de nosotros?
Yo me habría seguido disculpando de no ser por el desprecio que noté en sus palabras. Crucé los brazos.
—Es solo una alarma para tener tiempo para huir. No una trampa.
Ella parecía dispuesta a escupirme, pero de pronto entrecerró los ojos.
—No eres más rápida que nosotros, muchacho —dijo.
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A TRAVÉS DE LA MONTAÑA-ADAPTACION/COMPLETÁ [EN EDICIÓN]
Fanfiction-¿Qué vas a hacer conmigo ahora que estoy aquí? Los ojos de Lan Xichen seguían fijos en mí. -Nada. Haz lo que tú quieras. -Entonces, ¿no soy nuestro esclavo? -me atreví a preguntar. Hua Cheng se ahogó con el vino. Pero Lan Xichen no sonrió. -No tene...