CAPÍTULO
17
ᵈᵉᵈⁱᶜᵃᵈᵒ ᵃ Ariel1129
Me desperté bruscamente en medio de la noche. Jadeaba. Mis sueños habían estado llenos del ruido que hacían los dedos huesudos del suriel, llenos de naga sonrientes y con una mujer pálida, sin cara, que me pasaba las uñas rojas de sangre a través de la garganta y me la abría poco a poco. Me preguntaba mi nombre, pero cada vez que yo intentaba hablar, la sangre salía por las heridas superficiales del cuello y me ahogaba.
Me pasé las manos por el cabello húmedo de sudor. Cuando se me calmó la respiración, un nuevo sonido llenó el aire, un sonido que procedía del vestíbulo y penetraba en mi habitación por la rendija de debajo de la puerta.
Eran gritos, y también los alaridos de alguien.
Salté fuera de la cama en menos de un instante. Los gritos no eran agresivos, sino más bien severos, órdenes…, organización. Pero los alaridos…
Tenía el pelo totalmente erizado cuando abrí la puerta con un gesto rápido. Tal vez hubiera debido quedarme quieto en la habitación, a salvo, pero había oído alaridos como esos antes, en los bosques, cerca de casa, cuando no conseguía matar a un animal con un disparo limpio y llegaba el sufrimiento. Para mí era intolerable.
Tenía que saber.
Llegué a la parte superior de la gran escalera a tiempo para ver cómo se abrían las puertas de la mansión y entraba Lan Xichen. Llegaba a la carrera con un inmortal herido que aullaba sobre su hombro.
Era casi tan grande como Xichen, y sin embargo el alto lord cargaba con él como si no fuera más que una bolsa pequeña de grano. Era otra especie de inmortal, de los menos poderosos, con la piel azul, los miembros desgarbados, las orejas puntiagudas y el pelo largo de color ónice. Pero incluso desde arriba se veía la sangre que corría por la espalda del inmortal…, la sangre que corría desde los muñones negros que le salían por encima de los omóplatos. La sangre empapaba la túnica verde de Xichen en manchas profundas, brillantes.
En la banda de cuero faltaba uno de los cuchillos.
Hua Cheng entró corriendo en el vestíbulo mientras Xichen gritaba:
—¡Despéjame la mesa!
Hua Cheng tiró al suelo el florero para dejar libre la mesa que ocupaba el centro del vestíbulo. O Xichen no estaba pensando con claridad o tenía miedo de perder los minutos extra que implicaban llevar al inmortal a la enfermería. El ruido del vidrio al quebrarse hizo que mis pies se movieran por fin, y ya estaba a mitad de camino de la escalera antes de que Xichen dejara a la criatura que gritaba boca abajo sobre la mesa. El inmortal no llevaba máscara; no había nada que ocultara la agonía que le contorsionaba los rasgos largos, tan sobrenaturales.
—Lo han encontrado los exploradores. Alguien lo había tirado por encima de la frontera —le explicó Lan Xichen a Hua Cheng, pero movió los ojos con rapidez para mirarme. Abrió mucho los ojos como advertencia, sin embargo yo di otro paso hacia abajo. Se dirigió entonces a Hua Cheng—: Es de la Corte Verano.
—¡Por el Caldero! —exclamó Hua Cheng mirando las heridas.
—Mis alas —consiguió decir el inmortal, pero se ahogaba; tenía los ojos brillantes, negros, muy abiertos, sin mirar a nada—. Ella se llevó mis alas.
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A TRAVÉS DE LA MONTAÑA-ADAPTACION/COMPLETÁ [EN EDICIÓN]
Fiksi Penggemar-¿Qué vas a hacer conmigo ahora que estoy aquí? Los ojos de Lan Xichen seguían fijos en mí. -Nada. Haz lo que tú quieras. -Entonces, ¿no soy nuestro esclavo? -me atreví a preguntar. Hua Cheng se ahogó con el vino. Pero Lan Xichen no sonrió. -No tene...