CAPÍTULO
35
Sentí que recuperaba lentamente los sentidos, y que cada uno era más doloroso que el anterior.
Primero oí un sonido de agua que goteaba, después el eco lejano de unos pasos fuertes.
Un gusto a cobre en la boca…: sangre.
Por encima del silbido de algo que tenía que ser mi nariz aplastada, el olor fuerte y picante del moho y el hedor de los hongos inundaban el aire frío, húmedo.
Se me clavaban en las mejillas puntiagudas briznas de paja. Toqué con la lengua mi labio partido y el gesto me llenó de fuego el rostro. Hice una mueca, intenté abrir los ojos, pero solo conseguí separar un poco los párpados hinchados.
Lo que veía, borroso, sin duda porque tenía los ojos amoratados, no me alegró el espíritu.
Estaba en una celda, en una prisión.
Ya no tenía armas y mis únicas fuentes de luz eran las antorchas que ardían al otro lado de la puerta. Sha Hualing había dicho que pasaría el tiempo en una celda, pero cuando me senté, con la cabeza tan confusa que casi me desmayé de nuevo, se me aceleró el corazón.
Una mazmorra.
Examiné los finos mazmorra luz que se arrastraban a través de las grietas de la puerta y la pared. Después, con cautela, me toqué la cara.
Dolía…, dolía más que cualquier otra cosa que yo hubiera soportado antes.
Me mordí la lengua para no gritar mientras con los dedos me tocaba la nariz y caían trozos de sangre seca a mi alrededor.
Estaba rota.
Quebrada.
Habría apretado los dientes si no me hubiera estado latiendo la mandíbula en un remolino de agonía.
No podía permitirme el pánico.
No, tenía que mantener a raya las lágrimas, tenía que conservar la cordura. Y tenía que revisar mis laceraciones lo mejor que pudiera para después pensar qué hacer.
Tal vez podría usar mi camisa para elaborar vendajes…, tal vez me darían agua en algún momento y podría lavarme las heridas.
Respirando de forma superficial a causa del dolor del pecho y las costillas, me exploré el resto de la cara.
No tenía la mandíbula rota, y aunque se me habían hinchado los ojos y partido el labio, el peor daño era en la nariz.
Me llevé las rodillas al pecho, las apreté con fuerza mientras controlaba la respiración. Había violado una de las reglas de Mian Mian. No había tenido opción.
Ver a Lan Xichen sentado junto a Sha Hualing …
La mandíbula me dolía, pero apreté los dientes de todos modos. La luna llena… Era cuarto creciente cuando dejé la casa de mi padre. ¿Cuánto tiempo había pasado inconsciente ahí abajo? No era tonto: sabía que no tendría tiempo para prepararme para la primera prueba de Sha Hualing .
No me permití imaginarme lo que podía tener en mente para mí. Ya tenía bastante con saber que ella esperaba que yo muriera… Había dicho que no quedaría suficiente de mí para que pudiera entretenerse torturándome.
Me abracé las piernas con más fuerza para que no me temblaran las manos.
En algún lugar…, no demasiado lejos, empezaron los gritos. Un balido agudo, un ruego, acentuado con crescendos de chillidos que hicieron que la bilis se me atragantara en la garganta.
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A TRAVÉS DE LA MONTAÑA-ADAPTACION/COMPLETÁ [EN EDICIÓN]
Fanfiction-¿Qué vas a hacer conmigo ahora que estoy aquí? Los ojos de Lan Xichen seguían fijos en mí. -Nada. Haz lo que tú quieras. -Entonces, ¿no soy nuestro esclavo? -me atreví a preguntar. Hua Cheng se ahogó con el vino. Pero Lan Xichen no sonrió. -No tene...