CAPITULO 7 PART . 1

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CAPÍTULO

7

 
Parte 1

 

El alto fae de cabellos dorados y Hua Cheng estaban sentados a la mesa cuando Mian Mian me condujo al comedor. Ya no había platos frente a ellos, pero los dos seguían tomando tragos cortos en copas de oro. Oro verdadero, no pintado ni chapado. Me pasaron por la mente nuestros cubiertos, todos diferentes entre sí, mientras me detenía en medio de la habitación. Tanta riqueza…, tanta riqueza deslumbrante, y nosotros sin nada.

«Bestia medio salvaje», me había llamado Wei Ying. Pero comparada con él, comparada con este lugar, comparada con la forma elegante con que ellos sostenían las copas de oro, la forma en que el de pelo dorado me había llamado humana…, nosotros éramos las bestias medio salvajes. Aunque ellos fueran los que podían meterse en una piel con pelo y garras.

La comida seguía en la mesa, la combinación de aromas de las especias me llamaba por el aire. Me estaba muriendo de hambre, me sentía terriblemente mareado.

La máscara del alto fae de cabello dorado brillaba con los últimos rayos del sol de la tarde.

—Antes de que me preguntes de nuevo, te aviso: no va a pasarte nada si comes. —Indicó la silla al otro lado de la mesa. No vi señal alguna de las garras. Cuando no me moví, suspiró con fuerza—. ¿Qué quieres, entonces?

No dije nada. Comer, escaparme, salvar a mi familia…

Hua Cheng habló con mucha lentitud desde el otro lado de la mesa.

—Te lo dije, Lan Xichen. —Volvió la mirada a su amigo—. Tus habilidades con las hombres se han oxidado un poco en las últimas décadas.

Lan Xichen. Él miró a Hua Cheng con furia, y se removió en la silla. Yo traté de no ponerme rígida frente a la otra información que había dejado escapar

Hua Cheng: «Décadas».

Lan Xichen no parecía mucho mayor que yo, pero su especie era inmortal. Tal vez tenía cientos de años. Miles. La boca se me secó cuando estudié esas caras raras, enmascaradas…, no humanas, primarias, imperiosas. Como dioses inmóviles o cortesanos salvajes.

—Bueno —dijo Hua Cheng; el único ojo que le quedaba estaba ahora fijo en mí—  después de todo no tienes tan mal aspecto. Un alivio, supongo, ya que vas a vivir con nosotros. Aunque la túnica no es tan bonita como un vestido.

Lobos listos para saltar sobre la presa, eso eran, como su amigo muerto.

Yo era totalmente consciente de mi situación, y tomé aire para decir:

—Preferiría no usar vestido.

—¿Y por qué no? —preguntó Hua Cheng con voz suave. Fue Lan Xichen el que contestó por mí.

—Porque matarnos es más fácil en pantalones.

Mantuve la cara impasible y obligué a mi corazón a calmarse mientras decía:

—Ahora que estoy aquí, ¿qué piensas hacer conmigo?

Hua Cheng hizo un ruidito despectivo, pero Lan Xichen ladró impaciente:

—Siéntate.

Había una silla vacía cerca del extremo de la mesa. Tanta comida caliente y cubierta de especias tentadoras… Seguramente los sirvientes habían llevado más mientras yo me lavaba. Tanto gasto inútil. Cerré las manos hasta que se convirtieron en puños.

A TRAVÉS DE LA MONTAÑA-ADAPTACION/COMPLETÁ [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora