CAPÍTULO
12
ᵈᵉᵈⁱᶜᵃᵈᵒ ᵃ NisbetAdcopariNo había podido sacudirme el horror, la sangre del sueño mientras caminaba por los pasillos oscuros de la mansión; los sirvientes y Hua Cheng se habían retirado hacía ya mucho. Pero yo tenía que hacer algo, cualquier cosa, después de esa pesadilla. Aunque fuera para evitar dormirme de nuevo. Con un pedazo de papel en una mano y una pluma aferrada en la otra, caminé fijándome bien adónde iba, prestando atención a las ventanas, puertas y salidas, dibujando cada tanto esquemas vagos y poniendo algunas X en el pergamino.
Era lo que podía hacer, y para cualquier humano que supiera leer mis marcas no habrían tenido sentido. Pero yo no sabía leer ni escribir, apenas las letras básicas; mi mapa improvisado era mejor que nada. Si iba a quedarme en este lugar era esencial conocer los mejores escondites, las salidas más fáciles de usar si las cosas se ponían difíciles para mí. No conseguía abandonar del todo ese instinto de supervivencia.
La luz era demasiado tenue para admirar las pinturas que cubrían las paredes, y no me atreví a arriesgarme a encender una vela. Esos últimos tres días siempre había sirvientes en los pasillos cuando yo me atreví a mirar las obras de arte… y la parte de mí que hablaba con la voz de Wei Ying se había reído ante la idea de que un humano ignorante tratara de admirar el arte de los inmortales. «Otro día, entonces», me había dicho a mí misma. Ya encontraría otro día, una hora tranquila en la que no hubiera nadie por ahí. Tenía muchas horas por delante ahora, una vida entera.
Tal vez, tal vez se me ocurriera qué hacer con ella.
Me deslicé hacia abajo por la escalera principal; la luz de la luna inundaba las baldosas blancas y negras del vestíbulo. Llegué hasta la entrada; los pies descalzos, silenciosos sobre las baldosas frías. Nada…, nadie.
Apoyé mi mapa sobre la mesa del vestíbulo y dibujé unas cuantas X y círculos que representaban puertas, ventanas, la escalera de mármol… Me familiarizaría tanto con la mansión que podría recorrerla aunque alguien me tapara los ojos con una venda.
Sentí una brisa y me volví hacia las puertas abiertas de cristal que daban al jardín.
Me había olvidado de lo grande que era, me había olvidado de los cuernos torcidos y la cara de lobo, el cuerpo parecido al de un oso que se movía con una fluidez felina. Los ojos verdes brillaban en la oscuridad, fijos en mí, y cuando las puertas se cerraron tras él, el vestíbulo se llenó del ruido que hacían las garras sobre el mármol. Me quedé quieto, de pie, sin atreverme a hacer un movimiento o a mover un solo músculo.
Él renqueaba un poco. Y bajo la luz de la luna quedaban manchas oscuras a su espalda.
Siguió caminando hacia mí; parecía absorber todo el aire del vestíbulo. Era tan grande que el espacio parecía pequeño, como una jaula. El roce de una garra, un jadeo de respiración agitada, la caída de la sangre.
Entre un paso y el siguiente cambiaba de forma, y yo cerraba los ojos con fuerza ante cada rayo de luz disparado al techo cuando eso ocurría.
En cuanto por fin mis ojos se ajustaron a la oscuridad poblada de ruidos, vi que él estaba de pie frente a mí.
De pie, pero… no del todo. No había señal de la banda de cuero ni de sus cuchillos. Tenía las ropas hechas pedazos, cortes largos, feroces, que me hicieron preguntarme por qué no estaba muerto y destripado. Pero la piel musculosa que se veía bajo la camisa parecía hallarse incólume, ilesa.
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A TRAVÉS DE LA MONTAÑA-ADAPTACION/COMPLETÁ [EN EDICIÓN]
Fanfiction-¿Qué vas a hacer conmigo ahora que estoy aquí? Los ojos de Lan Xichen seguían fijos en mí. -Nada. Haz lo que tú quieras. -Entonces, ¿no soy nuestro esclavo? -me atreví a preguntar. Hua Cheng se ahogó con el vino. Pero Lan Xichen no sonrió. -No tene...