CAPITULO 36

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CAPÍTULO

36

 

Los sonidos de la multitud en movimiento reverberaban en el pasillo.

Mi escolta armada no se molestó en sacar las armas; se limitaron a empujarme hacia delante. Ni siquiera me habían puesto grilletes. Algo o alguien me atraparía antes de que pudiera apartarme un paso y me devoraría en el lugar donde estuviéramos.

La cacofonía de risas, gritos y aullidos no terrenales empeoró cuando el pasillo se abrió frente a algo que seguramente era un gran estadio. No habían colocado antorchas para iluminar la caverna… y no conseguí averiguar si estaba tallada en la roca o si la había formado la naturaleza. El suelo estaba resbaladizo y embarrado, y tuve que hacer un esfuerzo para mantenerme de pie mientras caminábamos.

Pero fue la multitud enorme, ruidosa y rebelde la que me congeló las entrañas cuando todos se volvieron para mirarme.

No conseguía entender lo que me gritaban, pero tenía una idea bastante clara. Las caras crueles y las sonrisas amplias me decían todo lo que necesitaba saber. No solo había inmortales inferiores, sino también altos fae.

La excitación transformaba sus caras y las hacía casi tan lobunas como las de sus hermanos más extraños. Me empujaron a una plataforma de madera erigida por encima de la multitud. Ahí estaban sentados Sha Hualing  y Lan Xichen, y frente a la plataforma…

Hice todo lo que pude para mantener el mentón alto mientras miraba el laberinto de túneles y trincheras que se abría en el suelo.

La multitud estaba de pie en los bordes, impidiendo la visión de lo que había dentro.

Me caí de rodillas frente a Sha Hualing .

 El barro medio congelado se me metió en los pantalones. Me puse de pie con las piernas temblando. Alrededor de la plataforma había un grupo de seis machos, separados de la multitud principal. Por las caras frías, hermosas, por el porte de poder que mostraban, supe que eran los otros altos lores de Gussu.

Ignoré a Liu Qinghe apenas noté su sonrisa felina, la corona de oscuridad sobre su cabeza.

A Sha Hualing  le bastó con levantar una mano y la multitud rugiente quedó en silencio.

El silencio era tan grande que casi podía oír el latido de mi corazón.

—Bueno, jiang Cheng —comenzó la reina de los inmortales.

Traté de no mirar la mano que se apoyaba en la rodilla de Xichen, el anillo tan vulgar como aquel gesto—. Tu primera prueba es en este mismo lugar. Veamos hasta dónde llega ese afecto humano que tienes.

Apreté los dientes y casi se los mostré en un gesto de odio. La cara de Lan Xichen seguía en blanco.

—Me tomé la libertad de averiguar algunas cosas sobre ti —dijo Sha Hualing  con enorme lentitud—. Era justo. Supongo que lo entiendes.

Todos mis instintos, todos los fragmentos de mí que eran intrínsecamente humanos me gritaron que huyera, pero yo seguí ahí, los pies plantados en el suelo, las rodillas apretadas una contra la otra para evitar que me flaquearan las piernas.

—Creo que te va a gustar esta prueba —dijo ella. Hizo un gesto con la mano y el attor apartó a la multitud para abrirme camino hasta el lugar donde empezaba la primera trinchera—Vamos. Mira.

Yo la obedecí. Las trincheras, que más o menos tenían la altura de dos  hombres de profundidad, estaban resbaladizas por el barro. Era como si las hubieran excavado en el barro mismo. Me quedé mirando, luchando para mantenerme en pie. Formaban un laberinto en todo el suelo de la cámara y las curvas y los giros no tenían ningún sentido.

A TRAVÉS DE LA MONTAÑA-ADAPTACION/COMPLETÁ [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora