CAPITULO 14

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CAPÍTULO

14

 
ᵈᵉᵈⁱᶜᵃᵈᵒ ᵃ ErikaCH035

 

Bosques occidentales, Bosquecito de abedules, Pollo muerto, Lazo doble.

Cerca de una corriente de agua.

Repetí mentalmente las instrucciones de Hua Cheng mientras salía de la mansión, atravesaba los cuidados jardines, cruzaba las colinas cubiertas de hierba silvestre, vadeaba arroyos cristalinos y entraba en los bosques primaverales.

Nadie me detuvo, nadie me vio salir, arco y carcaj al hombro, el cuchillo de Hua Cheng en la cintura. Llevaba también un morral con un pollo muerto, cortesía del personal de la cocina, que se quedó muy extrañado con mi petición. También me había metido un cuchillo adicional en la bota.

Las tierras estaban tan vacías como la mansión, aunque de vez en cuando veía algo que brillaba con el rabillo del ojo. Y cada vez que me daba la vuelta para mirar, el brillo se convertía en la luz del sol que bailaba sobre un arroyo cercano, o el viento que movía las hojas de un sicomoro solitario sobre una loma.

Cuando pasé junto a una charca que se había formado a los pies de una colina alta, habría jurado que cuatro cabezas femeninas salían del agua y me miraban.

Me apresuré a seguir adelante.

Cuando entré en los bosques verdes occidentales, se oía solamente el canto de los pájaros que se llamaban y el roce de los animales que se movían entre los arbustos. Nunca había llegado hasta esos bosques en las cacerías con Hua Cheng. No había senderos, ni nada domesticado.

Los robles, los olmos y las hayas se entremezclaban en un tejido espeso, y casi ahogaban el resto de la luz de sol que se arrastraba a través de las densas copas. El suelo cubierto de musgo se tragaba cualquier sonido que yo pudiera hacer.

Viejo…, ese bosque era antiguo. Y estaba vivo, vivo de una forma que yo sentía en lo más profundo de mis huesos.

Tal vez era la primer humano en quinientos años que caminaba bajo esas ramas oscuras, pesadas, la primera que inhalaba la frescura del tapiz de hojas primaverales que cubría la podredumbre húmeda, espesa.

Abedules…, corrientes de agua. Me abrí paso por los bosques, la respiración tensa en la garganta. La noche era el momento peligroso, me recordé. Solamente tenía unas pocas horas hasta la puesta de sol.

Aunque el bogge nos había asaltado bajo la luz del sol.

El bogge había muerto, y fuera cual fuese el horror del que se estaba encargando Xichen, vivía en otra parte.

La Corte Primavera. Me pregunté de qué formas tendría que responder Lan Xichen a su alto lord, y si era este el alto lord que le había sacado el ojo a Hua Cheng. Tal vez era la mujer del alto lord, la «ella» que había mencionado Hua Cheng, la que inspiraba tal terror en los dos. Empujé esa idea para alejarla de mi mente.

Mantuve los pasos silenciosos, los ojos y oídos abiertos y el corazón firme.

Tuviera defectos o no, yo sabía cazar. Y las respuestas que necesitaba valían el riesgo que iba a correr.

Descubrí un bosquecito de jóvenes abedules delgados, después caminé en círculos cada vez más amplios hasta que encontré el arroyo más cercano. No era profundo, pero sí tan ancho que tendría que saltar corriendo para cruzarlo sin mojarme. Hua Cheng me había aconsejado buscar una corriente de agua, y esta estaba lo bastante cerca como para hacer que me fuera posible huir. Si lo necesitaba. Con suerte, no me haría falta.

A TRAVÉS DE LA MONTAÑA-ADAPTACION/COMPLETÁ [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora