CAPITULO 39 PART.1

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CAPÍTULO

39

 

Desde ese momento, todas las mañanas levaban una comida caliente a la celda. La engullía entera, pero maldecía el nombre de Liu Qinghe. Encerrado en ese lugar húmedo, no tenía otra cosa que hacer que pensar en la adivinanza de Sha Hualing …, de lo cual, por lo general, no sacaba otra cosa que un fuerte dolor de cabeza. La repetí una y otra y otra vez, y nada.

Pasaron los días y no vi ni a Hua Cheng ni a Lan Xichen; Liu Qinghe no acudió ni una sola vez a provocarme. Estaba solo, completamente solo, encerrado en silencio, aunque los gritos de las mazmorras seguían oyéndose día y noche.

 Cuando el sonido se volvía insoportable y no conseguía dejar de oírlo, me miraba el ojo tatuado en la palma. Me preguntaba si lo habría hecho para recordarme a Pei Ming…, una bofetada cruel, mezquina, que me decía que tal vez estaba en camino de pertenecerle a él como el antiguo guerrero humano pertenecía ahora a Sha Hualing .

De vez en cuando le decía algunas palabras al tatuaje…, y después me maldecía, me llamaba estúpido. O maldecía a Liu Qinghe. Pero habría jurado que una noche, cuando me estaba quedando dormido el ojo parpadeó.

Si había contado bien el horario que me marcaban las comidas, unos cuatro días después de haber visto a Liu Qinghe en su habitación acudieron dos altas fae a mi celda.

Aparecieron a través de las grietas y se formaron a partir de astillas de oscuridad, como había hecho Liu Qinghe.

Pero él se había convertido en una forma tangible, sólida, y estas inmortales permanecieron todo el tiempo como sombras, sus rasgos apenas discernibles, excepto la ropa suelta, flotante, fabricada con telas de araña. No dijeron nada mientras me cogían de los brazos.

No peleé contra ellas…, no había nada contra que pelear y ningún lugar adónde correr. Las manos que me sujetaban por los antebrazos eran frías pero sólidas, como si las sombras fueran una capa, una segunda piel.

Sirvientas de su Corte Noche, con toda seguridad las había enviado Liu Qinghe… Podrían haber sido mudas porque no me dijeron nada, se apretaron contra mi cuerpo y pasamos físicamente a través de la puerta cerrada como si esta no estuviera ahí. Como si yo también me hubiera convertido en sombra.

Las rodillas, mientras caminábamos a través de las mazmorras oscuras, con el aire lleno de gritos, se me doblaron con la sensación de arañas paseando por mi espalda y mis brazos.

Ninguno de los guardias nos detuvo…, ni siquiera miraron en nuestra dirección.

Sin duda nos habían hechizado; solo un destello de oscuridad para el ojo del observador accidental.

Las inmortales me llevaron por escaleras polvorientas y pasillos olvidados hasta que llegamos a una habitación inclasificable donde me desnudaron, me bañaron sin demasiados miramientos y después, para mi espanto, empezaron a pintarme el cuerpo.

El contacto con los pinceles era insoportable, frío, me hacía cosquillas, y las manos de ellas eran firmes cuando yo me retorcía. Las cosas empeoraron cuando me pintaron partes más íntimas, y tuve que hacer un gran esfuerzo para no patearles la cara. No me dieron ninguna explicación, ninguna señal de si eso era otra tortura enviada por Sha Hualing . Aunque pudiera escapar, no había ningún lugar en el que refugiarme…, no sin hacerle más daño a Lan Xichen. Así que no pedí respuestas, no luché más y las dejé terminar con su tarea.

Desde el cuello hacia arriba mi aspecto era regio: tenía la cara maquillada con cosméticos, carmín en los labios, una línea negra en los ojos y el pelo suelto alrededor de una diadema dorada incrustada con un lapislázuli. Pero desde el cuello hacia abajo era solamente el juguete de un dios pagano. Habían continuado el diseño del tatuaje que tenía en el brazo, y una vez que se secó la pintura, me pusieron un vestido de gasa morada.

A TRAVÉS DE LA MONTAÑA-ADAPTACION/COMPLETÁ [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora