CAPITULO 40

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CAPÍTULO

40


Y llegó mi segunda prueba. Con los dientes brillantes, el attor me sonrió cuando me puse de pie frente a Sha Hualing . Otra caverna…, más pequeña que el salón del trono pero lo suficientemente grande para ser algún tipo de espacio dedicado al entretenimiento.

No había decoración, ningún mueble; nada excepto las paredes doradas. La reina estaba sentada en una silla tallada en madera y Lan Xichen permanecía de pie junto a ella. No miré demasiado al attor, que descansaba al otro lado de la silla de la reina; la cola delgada reposando en el suelo, lista para moverse como un látigo.

 La bestia sonreía solo para ponerme nervioso.

Y realmente estaba funcionando. Ni siquiera mirar a Lan Xichen conseguía calmarme. Apreté las manos a los costados cuando Sha Hualing  sonrió.

—Bueno, jiang Cheng, ha llegado el día de tu segunda prueba. —Sonaba tan prepotente, tan segura de que mi muerte flotaba sobre nosotros… Había sido un  tonto por negarme a morir entre los dientes del gusano. Ella cruzó los brazos y apoyó el mentón en una mano. Dentro del anillo, el ojo de Pei Ming dio media vuelta…, sí, dio media vuelta para mirarme, la pupila dilatada en la tenue luz—. ¿Ya has resuelto mi adivinanza?

No me digné a contestar.

—Qué mal —dijo ella con una mueca—. Pero hoy me siento generosa. 

El attor soltó una risita y varios inmortales lo imitaron detrás de mí; unas risas que se deslizaron como serpientes por mi espalda—. ¿Qué te parece si antes practicamos un poco? —continuó Sha Hualing , y me obligué a mostrar una expresión neutra.

Si Lan Xichen jugaba a la indiferencia para mantenernos a salvo, yo haría lo mismo.

Pero en ese momento me atreví a mirar rápidamente a mi alto lord, y descubrí que tenía los ojos clavados en mí. Si pudiera abrazarlo, sentir su piel por un momento…, olerlo, oírlo decir mi nombre…

Un siseo reverberó en un eco a través de la estancia y mi mirada se desvió. Sha Hualing  fruncía el entrecejo; tenía los ojos fijos en Lan Xichen. No me había dado cuenta de que habíamos estado mirándonos.

La caverna estaba sumida en un silencio profundo.

—¡Ahora! —ladró Sha Hualing .

Antes que pudiera prepararme, un temblor sacudió el suelo.

Se me doblaron las rodillas y balanceé los brazos para mantenerme de pie mientras las piedras que formaban el suelo se hundían despacio y me bajaban hacia un pozo grande, rectangular.

Algunos inmortales profirieron breves exclamaciones, pero descubrí otra vez la mirada de Lan Xichen y la sostuve hasta que me hundí tanto que su cara desapareció más allá del borde del pozo que se estaba formando.

Miré las cuatro paredes a mi alrededor, busqué una puerta, cualquier señal que me permitiera adivinar lo que vendría a continuación. Tres de las paredes estaban hechas de una única lámina de piedra suave, brillante…, demasiado pulida y lisa para trepar por ella. La otra pared no era un muro, sino una reja de hierro que dividía la cámara en dos, y a través de ella…

El aliento se me quedó atravesado en la garganta.

—hua cheng.

Hua Cheng estaba encadenado en el centro de la otra mitad de la cámara, el ojo púrpura tan abierto que parecía rodeado de blanco. El de metal giraba como si se hubiera vuelto loco; la brutal cicatriz destacaba mucho sobre su piel pálida.

A TRAVÉS DE LA MONTAÑA-ADAPTACION/COMPLETÁ [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora