Desde cero

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Narra Evie:

El brillante rayo de luz que se colaba por las cortinas de mi antigua habitación me lastimo los ojos cuando los abrí después de tanto tiempo en tinieblas. Me sentía extraña a pesar de encontrarme en un sitio que conocía a la perfección, o eso creía yo, no sé cuánto tiempo paso exactamente y tampoco sabía que tantas cosas habían cambiado en mi ausencia.

Mis últimos recuerdos me arrollaron con el constante dolor que se había quedado grabado en mi cuerpo y en ese momento volví a sentirme envuelta en fuego como si se tratara de la primera vez que abrí los ojos en ese lugar espantoso en el que estuve, a pesar claro, de que me encontraba acostada en mi cama.

Al tratar de sentarme para respirar con normalidad y sosegar la presión que sentía en el pecho, me di cuenta del peso extra sobre una de mis piernas, era un bulto de cabello corto y rizado que respiraba despacio. Estaba dormido y mi muslo le servía de almohada. Me moví para apartarlo, pero él no se inmuto ni un poco.

Hice un segundo intento tocando su hombro y fue entonces que el bulto humano se enderezo frotándose el rostro como si eso le quitara cualquier rastro de sueño. Sus brillantes ojos color avellana se posaron sobre mí y me dedicó una sonrisa que, sin duda, enamoraría a cualquiera.

― ¡Evie! ―tiró de mi con suavidad y me abrazó con mucho ímpetu. ―Despertaste y estas aquí conmigo, volviste sana y salva. ―me tomó del rostro y lo examinó detenidamente. ―Me alegra tanto volver a tenerte frente a mí. ―

―Si... supongo que a mi también me alegra. ―tome sus manos y las aleje de mi rostro un poco confundida. ―Gracias por la preocupación. ―

― ¿Supones? ―la mirada del joven paso de felicidad a decepción. ― ¿Sucede algo, Evie? ―

―No, para nada, en verdad agradezco que te hayas preocupado tanto por mí. ―

―Fue lo único que podía hacer por ti. ―soltó una de mis manos y volvió a acariciar mi mejilla. ―Fui un novio muy inútil en toda esta situación. ―

― ¿... un qué? ―lo mire perpleja. ―Dijiste... ¿Novio? ―él asintió despacio. ―Disculpa, pero ni siquiera sé quién eres. ― Mis palabras parecieron herir al joven, pero la realidad es que yo no sabía de qué me estaba hablando, «¿Cómo podía ser novia de alguien que no conocía?»

―Evie. ―el joven se quedó en silencio unos segundos como si buscara las palabras adecuadas en su cabeza. ―Creo que aun estas un poco aturdida por todo lo que pasaste. ―me soltó con delicadeza y se pasó las manos por el cabello como tratando de controlar su frustración. ―Tu cerebro necesita readaptarse a la realidad... ―me dedicó otra sonrisa que esta vez no llego a sus ojos y continuó. ―Iré a darme un baño y después podemos ir con los demás, ya que estoy seguro de que quieres ver a tus padres, a Damon y a Sophie. ―

Fruncí el ceño sin entenderlo, era como si me hablara en un idioma diferente.

―Regresare por ti en un momento. ―se acercó a mí con la intención de besarme o algo parecido, pero antes de hacerlo se detuvo y volvió a sonreír. ― Estas aquí y estas bien, es lo único que me importa. ―

Se fue de mi habitación cerrando la puerta detrás de él y dejándome con demasiadas dudas. ¿Quién era él y porque decía ser mi novio? A juzgar por su olor se trataba de un humano, pero, ¿Qué estaba haciendo en mi casa y como conocía a mi familia? ¿Cuánto tiempo ha pasado?

Cerré los ojos con la esperanza de encontrar una respuesta en mi cabeza, pero lo que vino a mí solo fueron recuerdos de la noche anterior, más específicamente de un hombre de cabello negro. El mismo hombre que apareció ante mi tantas veces con la única intención de aliviar mis torturas. Sonreí para mí misma al darme cuenta de que no había sido una alucinación ya que la noche anterior él estuvo conmigo, no como una aparición, sino como alguien real.

Por Siempre, AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora