Renacida

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Narra Akasha:

«¿Alguna vez se han puesto a pensar en lo gloriosa que es la vida? ¿Lo maravilloso que puede resultar conseguir lo que quieres sin que nadie te pueda detener?

Pues eso es en lo que yo pienso cada día desde hace cinco meses. Cada vez que me miro al espejo lo único que veo es a una mujer hermosa, invencible y poderosa. He vivido durante poco más de seis mil años y en todo ese tiempo nunca me sentí tan viva como ahora.

Soy indestructible, soy la reina de los vampiros...»

―Soy Akasha. ―sonreí al hombre sentado junto a mi en el auto y como esperaba no recibí respuesta. ― ¿Qué pasa cariño, te comieron la lengua los ratones? ―moví un poco su cuerpo y al hacerlo su cabeza se soltó de su cuello, cayendo sobre sus piernas y quedándose quieta entre ellas y el volante. ―Adoro cuando los hombres pierden la cabeza a causa mía. ―

Mire por la ventana y los primeros rayos de sol comenzaban a alumbrar el cielo de Nueva York. Volví a colocar la cabeza de mi acompañante de turno en su lugar antes de salir de su auto sin dejar un solo rastro de mi presencia en el. Pase mi vista por los alrededores y supe que en un par de horas habría mucha gente caminando por ahí.

Le dedique una última mirada al sujeto que había sido mi cena, ni siquiera recordaba su nombre, no era relevante, no era más que un humano insignificante. Pero volví a mirarlo con intención de recordar el momento exacto en el que su cuerpo exhalo su último suspiro. Puedo asegurar que el pobre tipo no se imaginó que su noche terminaría así cuando me abordo en ese bar con intenciones de seducirme.

Los hombres como él, eran presa fácil y su existencia no tenía ningún sentido. «Si lo pensamos desde otro punto de vista, lo que yo hago es un servicio a la comunidad, ¿no?»

Cerré los ojos, visualicé el lugar en el que quería estar y al abrirlos ya me encontraba ahí. Me moví en silencio por la habitación y sonreí al ver al único hombre cuya existencia podría valer la pena. Nicholas Loughty dormía plácidamente en la cama que compartíamos y lo hacía sin siquiera sospechar lo que hacía mientras él se entregaba al mundo de los sueños.

Me recosté a su lado, lo abracé y él se movió al sentirme.

―Mmmm... ¿Qué pasa Evie? ―abrió un ojo y miro hacia el reloj que colgaba de la pared frente a la cama. ―Son las seis de la mañana. ―

―Es hora de despertar, ¿no te parece? ―

―Entramos a trabajar en tres horas, aun podemos dormir. ―volvió a cerrar los ojos con intención de seguir durmiendo.

―Tú lo has dicho, cariño... tenemos solo tres horas. ―me coloque sobre él y al momento abrió los ojos, mirándome con expresión divertida.

―Ya estoy despierto. ―sus manos se pasaron por mis piernas.

―Sí, eso puedo sentirlo. ―le dedique una sonrisa sicalíptica y lo bese, para después dejarnos llevar por el deseo.


Narra Nick:

Me separe del cuerpo de Evie cuando el sonido de mi alarma anunciaba que solo teníamos media hora para llegar al instituto, muy a nuestro pesar debíamos detener toda esa actividad matutina para responder a nuestras responsabilidades como profesores.

―No hay que ir a trabajar hoy. ―dijo mirándome con sus hermosos ojos.

―Quisiera quedarme en la cama todo el día, pero estamos en temporada de exámenes finales y no podemos solo dejar a los alumnos. ―

Por Siempre, AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora