Ya es momento de hablar

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Narra Evie:

Grité tan fuerte que incluso llegué a sentir un ligero ardor en la garganta y aunque las lágrimas no cesaban, la presión que tenía en el pecho comenzaba a sosegarse; cuando mire hacia el frente, la hermosa naturaleza que me rodeaba se veía distorsionada a causa del llanto, pero, aun así, el brillo de los rayos del sol que se colaban entre los arboles me cegó provocando que me cubriera el rostro.

Toda la energía que había sentido en las últimas semanas se había esfumado y sobre mis hombros sentí el peso de no haber dormido ni una sola noche desde que volví de ese horrible lugar, mis piernas se entumecieron como si hubiera corrido una maratón, parecía que todo el ejercicio que había hecho durante el entrenamiento de la novata me pegara de golpe.

Y, por si fuera poco, sentí mucha hambre. No me había alimentado con sangre desde aquella noche en la cueva ya que la sangre del sabueso me mantenía con la vitalidad necesaria, sin embargo, en este momento deseaba beber directo de la vena de alguien.

Respiré profundo tratando de calmar la sensación, porque lo último que necesitaba era perder el control; pero al hacerlo, el fuerte olor de sangre lleno mis pulmones e hizo surgir los afilados colmillos de mis encías. Me levante por inercia y mi instinto de depredador se puso en acción, el olor de la sangre era cada vez más intenso y conforme caminaba hacia ella, más hambre me provocaba.

Justo debajo de unos arbustos logre ver una bolsa de sangre y de una de sus mangueras goteaba el espeso líquido que tanto deseaba. Me acerque y antes de levantar la bolsa, mire a mi alrededor completamente alerta a lo que pudiera suceder. Este alimento había sido colocado de forma estratégica, como si se trata de una trampa en la que estaba a punto de caer.

Al cerciorarme que me encontraba sola en el lugar, levanté el recipiente y bebí su interior con desesperación terminándomelo por completo.

― ¡Oh! ―gimotee al darme cuenta de que necesitaba más de 250ml de sangre para sentirme satisfecha.

Succione con fuerza el plástico tratando de extraer hasta la última gota, pero un ruido detrás de mí me hizo dejarlo y atacar a la criatura o persona que se atrevía a sorprenderme. Me giré sobre mis talones con rapidez y puse contra un árbol al causante de mi inquietud.

―Hey tranquila, Evie. ―el joven sabueso levanto las manos en señal de rendición ante mi pelea imaginaria. ―Solo soy yo. ―

― ¿Jungkook? ―mire su rostro confundida.

―No creo que sea necesario que me intimides de esa manera, guarda tus colmillos, no pienso hacerte daño. ―me sonrió arrugando su nariz al mismo tiempo y fue en ese momento cuando note mi cercanía a su cuerpo.

―Definitivamente voy a ponerte un cascabel en el cuello. ―

Me aparte de él, avergonzada por alguna razón y baje el rostro para que el ya no siguiera viendo como el hambre se apoderaba de mí.

―Te traje más. ―del bolsillo de su chaqueta saco otra bolsa de sangre y la puso frente a mí haciéndome salivar.

― ¿Cómo es que...? ―ni siquiera pude terminar la frase cuando ya estaba succionando el líquido de la bolsa. ―Oh, te amo. ―

― ¿Me lo dices tú o lo dice la sangre? ―preguntó JK con curiosidad.

―Soy yo diciéndoselo a la sangre. ―respondí cerrando los ojos y disfrutando del alimento.

―Si claro, eso tiene más sentido. ―

Esta segunda bolsa la bebí con un poco más de calma y al por fin terminar con ella, pude sentirme satisfecha y en control, retraje mis colmillos, respire en calma y con el dorso de la mano, limpie de mi boca cualquier rastro de sangre que pudiese haber quedado.

Por Siempre, AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora