Capítulo 37

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Una semana después.
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P.O.V. Rocío.

Han pasado nueve días desde el nacimiento de mi William, él es muy feliz y ha crecido muy sano y fuerte. También he estado ignorando a Ryder toda esta semana, me duele hacerlo, pero quiero volver a estar con la Nana y en nuestro cuarto donde todo comenzó. Me suplica, se enoja también me ignora, pero nada de lo que hago o él hace, me lleva a nuestra casita.

- Por favor Rocío, deja de ignorarme, me he enojado mucho y aun así no dejas de ignorarme y ya no aguanto tu rechazo. – Habla suplicante.

- No, Te pido una sola cosa y no quieres dármela. – Digo enojada.

- ¡Ya te dije que no! – Dice alzando la voz un poco.

- Bien, no me des nada, pero tampoco esperes que te preste atención y después no preguntes porque me fui. – Amenazo, claramente jamás lo haré.

- ¡¿Qué dijiste?! – Creo que ahora si está enojado de verdad. – Escúchame bien porque no lo diré dos veces, tú no te vas de aquí, no me dejarás a mí y a mi hijo solos porque... – Se acercó y me tomó de la cintura. – Tú eres mía, solo mía, mía para siempre, mi Luna.

He admitir que sus palabras me encantan. – Si mi amor, solo tuya, pero nos llevarás a la casita. ¿Verdad?

Suspira pesadamente viéndome ceñudo. – No cambiarás de idea. ¿Verdad? – Niego varias veces con mi cabeza moviéndola de lado a lado con los ojos cerrados. – Mi amor nos quedamos porque ambos necesitan estar aquí. Mi cachorro necesita todo el calor posible y este lugar y yo es lo que él necesita.

- Pero tú le puedes dar eso y más, Por favor mi amor llévanos a la casita. ¿Sí? Y te doy todos los besitos que quieras. – Le pongo carita tierna haciéndolo sonreír un poco.

- Está bien, pero todos los besitos que yo quiera y toda la atención que quiera. – Dice travieso.

- Pero no mucha porque también debo cuidar a William. – Le recuerdo.

- Trato o no nos vamos. – Pienso un poco... Realmente William necesita demasiada atención, pero si no lo hago me tendrá aquí por meses.

- Es-está bien, creo. – Contesto, una parte me convence, pero la otra no.

- Te amo amor. – Su áspera voz me enloquece.

- También te amo mi gruñón. – contesto ignorando lo que él provoca en mí.

- Me vuelves a desobedecer, ignorar o amenazar con irte y no caminaras por un mes. – Abro los ojos realmente sorprendida.

- Está bien, perdóname amor, no lo vuelvo a hacer. – Necesito sacar mis buenas armas si no quiero terminar en una silla de ruedas. Él sonríe y asiente.

- Te perdono. – Sonrió, no necesito que me perdone, pero aun así nos besamos muy intenso... William comienza a llorar haciéndonos separar.

- Yo lo atiendo y tú preparas las cosas para irnos.

- Está bien amor. – Dice separándonos y dándome una nalgada.

Sonríe coqueto y yo le sonreí un poco adolorida por la nalgada, camino a la cama y aquí está William, lo tomo y le voy quitando la ropita para revisarlo, al hacerlo veo está sucio; pongo una cubierta de plástico debajo de él, le saco el pañal completamente y comienzo a limpiarlo, al terminar le pongo cremita para las rozaduras y un poco de talco, dejo un pañal debajo de su colita y termino cerrándolo, luego lo cambio con ropita limpia. Lo tomo y me siento en la cama dejándolo en mis piernas, noto que él comienza a buscar mi pecho así que bajo mi blusa y aparto mi brasier, saco suavemente mi pecho ya que últimamente duele, él rápido toma mi pezón y comienza a succionar fuerte... Después de unos diez minutos comienza a llorar desesperado, los separo y compruebo que ya no tengo leche así que lo cambio al otro pecho y cómo en el anterior succiona rápido.

Mía Para Siempre, Mi Luna. (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora