Capítulo 47

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Al día siguiente. 7:00 A.M.
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P.O.V. Rocío.

Despierto al sentir unos toquecitos y chupones en mi pecho, ya sé perfectamente quien es, pues es el único que me despierta así. Miro hacia abajo y veo a mi bebito travieso quien ya tiene hambre, está chupando mi camisa y tocando mi pecho. Le sonrío y me siento en la cama, lo tomo y bajo mi pijama, saco mi pecho y él se pega a mi pezón.

- Buenos días mi bebito. – Digo dándole besos en su manita.

Él me mira algo adormilado, lo acaricio y sigue con su comida. Después de una media hora termina, me levanto con él y voy a su cuarto, lo dejo en el cambiador y le quito su ropita, lo llevo al baño y lo meto en su bañera con agua tibia. Con mucho cuidado lo baño, mi bebito se merece lo mejor de mí. Cuando termino lo envuelvo en toallitas y lo llevo otra vez al cambiador, lo seco bien, le aplico cremita para rozaduras, talco, el pañal, su camisa de fondo y por último su ropita.

 Cuando termino lo envuelvo en toallitas y lo llevo otra vez al cambiador, lo seco bien, le aplico cremita para rozaduras, talco, el pañal, su camisa de fondo y por último su ropita

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Mientras lo preparaba se quedó dormido, así que con mucho cuidado de no despertarlo lo llevo al cuarto, lo recuesto en la cama y dejo almohadas a sus lados

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Mientras lo preparaba se quedó dormido, así que con mucho cuidado de no despertarlo lo llevo al cuarto, lo recuesto en la cama y dejo almohadas a sus lados.

Entro al baño y me miro en el espejo. (Mis complejos y todo lo malo de mi cuerpo siempre fue algo en lo que concentraba mi atención. Las personas hablaban a mis espaldas y decían que era una plástica, que era una bailarina exótica, o que era una camarera de un bar masculino y no una maestra de jardín de infantes, de niños menores de seis años, cuando mi aspecto en realidad es otro, fingía que no me importaban sus comentarios, aunque siempre se atrevían a juzgar sin conocerme, y aunque no hubiese querido siempre les prestaba más atención de lo que debería. Claro, todo ha cambiado mucho desde que conozco a Ryder.) Mi cuerpo ha cambiado, tengo los pechos más grandes, mi cuerpo está empezando a tener más carne y ya no soy puros huesos.

Dejé de pensar tanto y me alejo de allí para prepararme, debo darme prisa porque también mi bebito podría despertar. Hago mis necesidades, mi rutina matutina y me baño después de exfoliar mi cuerpo con un poco de azúcar.

Salgo del baño y voy a mi vestidor. Puse los típicos productos en mi piel y me visto con un jean ancho de color azul claro y una blusa negra pegada al cuerpo con mangas largas, me alació el pelo y me maquillo bastante natural, por último, me pongo unos tenis deportivos blancos con suela gruesa y ancha.

Mía Para Siempre, Mi Luna. (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora