Capítulo 82

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P.O.V. Ryder.

El final merecido llega a todos, tarde o temprano, y yo hice que llegara para Travis.

Pasó algún tiempo siendo torturado hasta qué murió, me habría importado lo mismo qué su vida si me hubiese querido matar a mí, pero no es lo mismo con mi tesoro, cobré la vida de mi familia con la suya, es mi familia, mi vida y no iba a dejar que los miraran siquiera.

Ahora estoy en las celdas con Dante, le diré algo.

- ¿No te sientes mal por haberlo matado?

Le pregunté a Dante.

- La verdad no, siempre le dije que no lo hiciera y ahora aquí están las consecuencias de su necedad.

Me gustan sus palabras, sin duda es un buen candidato.

- Te dije que estarías en mi manada siempre.

- Lo sé.

- Y lo estarás, pero no de la manera que piensas, aún así jamás te irás.

- ¿A qué se refiere Alfa?.

- Quiero que seas un guerrero de la guardia, con total lealtad a mí.
me gusta cómo eres, aunque sabes que está mal y no quieres matar, lo haces y sin contemplaciones.
Un sádico total, lo que me gusta de mi gente.

- Pero mi manada...

- Ahora esta es tu manada y si tienes familia la traeremos, tendrás una cabaña y un muy buen sueldo, seré tu jefe directo.

- No, yo no...

- No es una petición. Es una orden.

- Si señor.

- Bien.

Me giré.

- Sueltenlo y lo llevan a su cabaña.

Ordené a los guardias que lo custodiaban.

- Si Alfa.

Me retiré y fuí con mi familia, los busqué por todas partes, sala de cine, sala de estar, columpios, cancha de tenis, piscina, sala de música, cuartos y biblioteca, hasta qué recordé el primer lugar favorito de mi Luna. La Cocina.

Fuí hasta allí y allí estaban mis amores, mi cachorra chupando una cuchara, mi cachorro comiendo queso rallado y mi Luna cocinando.

Fuí hasta ella y la tomé por la cintura y le di un beso en la mejilla.

- Hola bebé.

- Hola nena.

- ¿Tienes mucha hambre mi amor?.

- Sí, mucha.

- Ya terminaré el almuerzo bebito, te puedes sentar si quieres.

- No, le ayudaré a mi cachorro a rallar el queso.

- Ok.

Fuí hacía mis cachorros y los saludé, les di besos y los abracé.

- Papi, mmm, come.

Dijo William metiendo queso a mi boca con su manito.

- Que rico.

Le di un beso.

Luego vi a mi cachorra y muy débil me daba la cuchara qué estaba chupando, la tomé y la puse en mis labios, luego con mi lengua probé la crema qué estaba en mis labios y le devolví la cuchara.

- Rico también mi princesa.

Ella me sonrió y movió sus manitos y pies muy feliz.

Ella siguió chupando la cuchara y William y yo comiendo más queso que rallandolo.

Mía Para Siempre, Mi Luna. (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora