Capítulo 42

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P.O.V. Rocío.

Después de cinco minutos de pensar, prepararme y conseguir valor, por fin decido caminar y darle la cara a esta situación que yo misma creé. Camino hasta ellos, no lo hago con cautela porque sé bien que pueden olerme. Me acerco para ponerme frente a ellos y los miro tierna tratando de que el gruñón mayor no se enoje más.

- Be-bebito yo-yo... – Le hablo suave y tierna, pero antes de terminar él me interrumpe.

- ¿Tienes más palabras qué decir u otras que remedien el hambre de mi cachorro o la soledad que sentí? – Si fuese humano sería muy dramático, además sólo me fui unas tres o cuatro horas, pero sé que los licántropos son diferentes.

- ¿Me lo prestas? Le daré su leche. – Ignoro un poco su pregunta y le pregunto extendiendo mis brazos, él me lo da. Por primera vez mi bebé no reprocha porque su papá me lo da a mí, lo escucho llorar un poco, simplemente buscaba mi pecho con fin de tomar su leche. Me siento en una silla a la par de Ryder, dejo a mi bebito en mis piernas, bajo mi blusa y cuando tomo mi pecho siento mucho dolor y veo que el líquido se derrama. Lo saco y se lo doy a William quién de inmediato toma el pezón y succiona con mucha hambre.

De verdad se me parte el corazón, mi bebé tiene hambre, nunca lo había dejado aguantar hambre y ahora que lo hice me siento triste y no puedo evitar sentirme la peor mamá.

- Amor, no te enojes. ¿Sí? ¿Qué puedo hacer para qué ya no te enojes? – Él no me responde y solo se queda en silencio por muchos segundos. – ¿Me voy lejos para que no me escuches y no me veas y ya no te enojes? – Pregunto triste.

- ¡No! – Responde gritando y me asusto.

- Está bien, está bien. ¿Entonces qué hago? Haré lo que tú quieras.

- ¡Sólo quiero que no lo vuelvas a hacer y que respetes mi decisión cuando yo digo no! ¡Si lo digo es por algo, porque tengo muchos enemigos y no quiero que te hagan algo malo! ¡El primer ser que me desobedece y tenías que ser tú, mi esposa, mi Luna, la madre de mi cachorro! - Dice gritando un poco que me quedo en total silencio solo viéndolo.

Estoy en shock, no sé qué hacer y mucho menos decir.

Él se levanta y caminaba por el patio dando vueltas, tomándose el pelo y apretando su quijada o barbilla con sus manos. Está muy enojado, más que enojado, parece que podría producir fuego de su cuerpo y yo lo provoqué. Él tiene razón, pudo haberme pasarme algo malo y dejarlos solos de verdad.

Mi bebito al escuchar los gritos de su papá comienza a llorar y no puedo hacer mucho para controlarlo. Cubro sus orejitas y lo acerco a mi pecho para que siga comiendo, sé que su papá seguirá gritando, lo sé por su expresión, sus gestos y por sus movimientos corporales.

Está de espaldas y se gira para verme muy enojado, de verdad que da miedo, es como cuando los papás se enojan, esto es igual solo que con un hombre lobo, eso es doblemente peligroso.

- ¡Francamente no sé qué hacer contigo, si encerrarte o considerar otras maneras para que aprendas a obedecer mis órdenes, todos aquí me respetan y me obedecen, hasta mi cachorro que sólo es un lobezno! ¿Y tú por qué eres la excepción?

- Perdóname, no pensé en todo lo que me estás diciendo. Yo te amo y si te respeto aunque hoy desafíe tu autoridad y no te obedecí. – Quiero llorar, pero aquí está mi bebé y ya no soy una niña.

- Si, lo hiciste. Por hoy no quiero verte, estamos tan enojados mi lobo y yo qué no sé lo que haríamos, vete a tu cuarto y por la Luna, no me desafíes, allí llevarán tus comidas.

Me dijo eso y aunque duele mucho, solo asiento, ahora si tengo que obedecer. Me levanto y camino dentro de la casa con mi bebé en brazos mientras aún está comiendo. No le dije nada, es lo mejor. Abrí la puerta de cristal y atravieso la sala me dirijo a las gradas y las subo con cuidado por mi bebito y también porque estoy temblando. Camino por el pasillo y entro a nuestro cuarto, me siento en la cama y aguanto las lágrimas. Después de un rato mi bebé termina de tomar leche, tras separarlo de mí lo dejo en la cama mientras llora. A los minutos me traen el almuerzo y con mucho asco decido comer, pero debo comer y producir leche para mi bebito.

Mía Para Siempre, Mi Luna. (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora