Profundizamos aquel beso a más no poder. Nos estábamos comiendo el uno al otro prácticamente.
El me levanto y me empotro con una de las mesas de aquel lugar, haciendo que cayese un vaso al suelo y se rompiese.
Pareció darle igual, empezó a besar mi cuello.
Yo estaba preocupada porque nos pillasen.
— Damiano, para un momento.
El levantó la mirada y arqueó una ceja.
— Vamos a otro sitio. A mi casa, a la tuya, donde sea. No quiero que nos pillen. — Dije agarrándole de la camiseta.
El se levantó, y me ayudó s recuperar mi compostura. Agarró mi mano y me saco de aquel bar.
— ¿Tu casa o la mia? — Pregunté.
— Mía.
Arrancó aquel coche rapidísimo, como si de una carrera de tratase.
Condujo como un loco, nos saltamos un par de semáforos, pero al fin llegamos a su casa.
Un duplex en plena Roma, que tenía vistas al precioso coliseo que todos conocemos.
En el ascensor de aquel edifico, volvió a atacar. Empezó a besarme ahí, justo en medio de aquel ascensor. Yo me agarre mucho mejor a el.
Aquella ascensor se abrió dando justo a la puerta de su casa, la cual abrió tan veloz como sus manos le permitían.
Una vez abierta aquellas puerta, tiro de mi.
Cerró la puerta a mis espaldas, y me agarró en brazos. Me llevo en dirección a su habitación.
Mire la habitación un poco. Era bastante grande, y tenía una ventana con justo vistas al coliseo, se veía muy bien.
El se posicionó entre mis piernas, haciendo así que notase su marcada ereccion.
Le quite la camiseta, y el me la quito a mí seguidamente. Su pecho y el mío quedaron al descubierto completamente. Yo sin duda me enamore del suyo, estaba tatuado y eso me encantaba.
El desabrocho mi sujetador, dejando así mis pechos al aire. Agarró uno de ellos y empezó a succionarlo. Provocó que un par de jadeos salieran de mi boca.
De uno a otro fue pasando. Luego empezó a bajar por mi barriga repartiendo besos, lamiendo un poco también, hasta que llegó a mi pantalón. Lo bajo incluyendo mi tanga en el montón del ropa del suelo.
Quede completamente expuesta a el, desnuda ante el.
El me miro de arriba a abajo, y se mordió el labio.
Se arrastró hasta la parte baja de mi barriga, quedando a escasos centímetros de mi intimidad.
— ¿Y como lo quiere la señorita? ¿Rápido o lento?
Yo literalmente, estaba chorreando ante eso, así que mi respuesta fue bastante clara.
— Rápido, y déjate de tonterías.
El inundo la cara en mi intimidad, y empezó a lamer en esa zona. Agarre su pelo y cabeza para profundizar todo aquello.
Su lengua trabajan un perfecto recorrido rápidamente. Hacia que tocase el cielo.
En nada, casi llegué a mi punto máximo, pero el, paro antes de eso.
Lo mire muy mal, no me gustaba que me dejaran con las ganas.
— No pretendo que acabes así. Así que déjame que me siente en la cama.
Yo me senté en aquella cama, y vi como el se levantaba. Se quitó su ropa interior de espaldas a mi, y vi como se ponía un preservativo. Finalmente se giró.
Mis ojos se abrieron como platos al ver todo lo que iba a entrar dentro mío. Era enorme.
El se sentó delante mío. Yo no sabía que hacer.
— Encima mía, preciosa. — Susurró.
Hice caso, como si de una sumisa se tratase. Me posicione encima suya.
El me agarró por la espalda e hizo que lo besara, lentamente. Agarró mi cintura para que no me cayese, o eso creía yo.
Entro de golpe en mi, y yo solo pude abrir los ojos de asombro. Él sonreía victorioso.
Me tocó empezar a moverme. Arriba y abajo encima suyo, durante un rato. Hasta que él decidió cambie de posición.
— Ponte delante mia. Quiero que mientras te esté dando, gimas viendo el puñetero coliseo.
Me puse como el me indicó. A cuatro, básicamente, y otra vez, entro en mi de golpe.
Juraría que mis gemidos seguramente los escuchaban los vecinos del al lado. Él estaba yendo rápido, y provocaba eso.
Mientras gemía, miraba el coliseo. Creo que era el mejor polvo que había echado nunca. En la mismísima Roma, la ciudad eterna.
Él gruñía de vez en cuando. Provocando que mi excitación aumentará.
Sentí como mis piernas temblaban, y las suyas también. Estábamos casi en la cumbre.
Empezó a dar más duro, y más rápido. Cosa que sentí demasiado bien. Después de cuatro estocadas, los dos llegamos juntos.
Caí rendida en aquella cama, y en cayó encima mía. Se notaba que aquello nos había cansado a los dos.
Decidí taparme con las sábanas de aquella cama mientras él iba a tirar el preservativo. Estaba un poco helada, hacia frío en aquella casa.
El aprecio por la puerta, y fue dirección a su armario. Saco una camiseta de manga corta y unos pantalones de chándal.
Me tendió la camiseta.
— Toma, ponte esto para dormir. — Dijo tendiéndome la camiseta.
Yo acepté sin pensar. El se puso el pantalón de chándal y se metió en aquella cama conmigo.
Se formó un silencio bastante incómodo, así que decidí hablar.
— Para ser un arrogante y un inútil, follas de una manera impresionante.
El se rio ante eso.
— Y tú, a pesar de tener cara de inocente. También follas de puta madre. — Dijo mirándome esta vez.
Nunca me habían dicho eso, y creo que me puse colorada ante ese cumplido.
— ¿Nunca te han dicho que follas bien, o que?
Negué.
— Será porque no han tenido la ocasión de probarte tan bien como yo. — Dijo riendo. — Además, besas de una manera impresionante, no me imagino como harás otras cosas.
Me puse otra vez colorada ante eso. Le pegue un codazo y él volvió a reír.
Él después de eso, apago la luz. Eso era señal de que era hora de dormir.
Me tape mejor con aquellas sábanas. Me giré de espaldas a él. Aunque sentí que el se acercaba a mi.
— Buenas noches, Sofía.
Después de eso, beso mi mejilla y se volvió a girar. Borre mis intenciones de abrazarlo después de eso, y me fui a dormir.
ESTÁS LEYENDO
L'inciampo dell'amore // Damiano David
FanfictionMadrileña y artista. Esa es Sofía. Una joven de apenas veinte años que ha decidido mudarse a Roma para perseguir su sueño de ser artista. Nada más llegar a Roma, decide salir a descubrir sus calles, pero en un despiste choca con un elegante chico, e...