CAPÍTULO 16

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Sentir el calor de sus abrazos era la mejor sensación del mundo. Me sentía querida y protegida entre sus brazos.

Despertar aquella mañana sabiendo que estábamos juntos, fue una agradable sensación.

Abrí mis ojos y ahí lo vi, abrazado a mi pecho durmiendo plácidamente. Era una imagen tremendamente bonita.

Le acaricie el pelo, hasta que note que se despertaba.

— Buenos días, amore.

Ese amore, que salió de su boca, me encantó.

— Buenos días.

Levantó su cabeza y dejó un ligero en mis labios. Segundos después se levantó de la cama.

[...]

Estábamos desayunando, y Damiano miraba su móvil atentamente, como si estuviese teniendo una conversación realmente interesante.

A los minutos, decidido hablar.

— El domingo nos vamos a Estados Unidos dos semanas con el grupo. — Dijo dejando su móvil de lado.

¿Dos semanas sin vernos? Sería todo un reto.

— Espero que os vaya bien, de verdad.

El río, y volvió a hablar.

— ¿Piensas que vas a quedarte aquí sola? Tú vienes con nosotros, al igual que viene tu tío Alessandro. No se fía de dejarte en Roma sola, y para que mentirnos, yo quiero que vengas.

¿Yo en Estados Unidos? Sin duda era uno de mis sueños desde que era pequeña.

— Sois peor que mis padres, sé cuidarme sola. Pero si se trata de ir a un lugar nuevo, y contigo, voy donde haga falta, Damià.

El sonrió ante eso último que dije.

— Pero eso si, estamos a viernes, y nos vamos el domingo, tenemos que hacer maletas.

El bufó y asintió.

— Ves a casa, haz maletas, y si quieres, la noche de sábado al domingo, dormirnos juntos, ¿vale?

El hizo un puchero y se negó.

— Ayúdame a hacer las maletas, porfi.

Yo reí ante eso, pero me volví a negar.

— ¿Sabes? No quiero que seamos esas parejas que se acaban aburriendo el uno del otro por siempre estar juntos. Necesito que cuando cada uno necesite su espacio, o sea necesario, sepamos estar separado el uno del otro.

— Tienes razón, sinceramente. — Se levantó de la silla de la cocina. — ¿Mañana por la noche vienes a dormir a mi casa? — Dijo acariciándome la cara.

Yo asentí, y el se fue.

Yo era una persona que necesita su espacio. Necesito a veces días o momentos de soledad, y eso es algo, que nadie nunca va a quitarme.
Me había acostumbrado a tener a Damiano todos los días en casa, pero hoy, necesitaba estar simplemente sola.

[...]

Aquel día, me dediqué a poner en orden toda la casa, ya que aquello parecía una vertedero.

La noche anterior, después de tanta muestra de cariño, lo habíamos echo por toda la casa. Desde la cocina, hasta el baño. Éramos los dos demasiado calientes y ninfomanos.

Nos encantaba pasar tiempo con el otro y charlar sobre la vida por ejemplo, pero el sexo, era la mejor manera de conocernos para nosotros.

Se me quedará grabada una frase que soltó.

" Que sepas que no estamos echando un polvo, estamos haciendo el amor, y no hay más definiciones para esto. "

Polvos, así era como los llamaba el. A veces era tan culto, pero a veces, era tan vulgar que me hacía gracia la combinación que hacía todo eso.

Todo eso se me paso por la cabeza mientras hacía la maleta. La llene de todo prácticamente, iban a ser dos semanas bastante movidas. Puse desde ropa de invierno hasta ropa de verano, no sabía aún a qué parte íbamos de todo aquel gran país.

Revise todo, y me reí recordando que había metido un conjunto de lencería por si se nos pasaba por la cabeza tener una noche bastante salvaje por ahí. Conociéndonos, seguramente.

Sentí que mi móvil vibraba, y era mi madre. Hacía días que solo hablábamos por mensaje, y no me llamaba.

— Hola, cariño. ¿Que tal todo por ahí?

— Hola mamá, todo va genial, ¿Que tal va por Madrid?

— Va todo muy bien por aquí, pero yo a ti, te noto un poco más feliz de lo normal en el tono de voz.

Mi madre sabía perfectamente cuando estaba feliz con solo hablar. Le había hablado de Damiano, y de que me gustaba. Era mi confidente, se lo contaba todo.

— Ay mamá, si yo te contará. — Dije riendo.

Ella también rió.

— ¿Tiene que ver con el chico que me contaste?

— La verdad es que si.

— Hija mia, dime que estáis saliendo ya.

Yo reí ante esa frase, ella estaba más emocionada que yo.

— Si, mamá. Estamos juntos.

— Ay cariño, cuánto me alegro. Espero que ese chico que tan bueno que me dices que es, te cuide mucho, te mereces alguien como tu padre, cariñoso, atento y comprensivo.

— Jo, mamá. No sabes cuanto me emociona que te alegres por mi. Te quiero mucho. Además, tengo otra cosa que contarte.

Ella se quedó callada esperando a que le contara.

— El domingo me voy de viaje con él y su grupo a Estados Unidos dos semanas. — Dije súper emocionada.

— Cuanto me alegro hija, espero que vaya todo bien. Pero antes de que volváis a Roma, ¿porque no hacéis una parada en Madrid de tres o cuatro días?

La verdad, hacía un par de meses que no veía a mis padres, y las ganas eran enormes. Quizás sí que era un poco pronto para Damiano, pero, nunca se sabe cómo puede ir todo.

— Ya te diré algo, mamá.

— Vale cariño, entonces me despido, que tengas buena noche.

Ella fue quien colgó la llamada y me dejó pensando.

No sabía cómo iba a proponerle a Damiano ir a Madrid. Tampoco sabía cuando, pero si el se negaba, entendía perfectamente que lo hiciese.

Seguramente, no estaba preparado para conocer a mis padres aún, y si, aún era pronto. Para ese entonces, ya haría dos semanas que saldríamos.

Pero nunca se sabe cuando se puede dar otra vez el momento, y la ocasión perfecta.

Tal vez, tampoco le apetecería, ya que quizás llegaría cansado de ese largo viaje sin parar de un lado para el otro.

Pero tenía claro que si él no quería ir a Madrid volviendo de Estados Unidos, iría yo sola.

L'inciampo dell'amore // Damiano David Donde viven las historias. Descúbrelo ahora