CAPÍTULO 23

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Narra Damiano:

Las fans al vernos salir de aquel hotel prácticamente se nos tiraron encima e hicieron falta más de veinte minutos para que comprendiesen que teníamos prisa y que necesitábamos que nos dejaran.

Los cuatro acordamos que cada uno iría en una dirección, y hasta que no la encontrásemos, no volveríamos.

Yo estaba demasiado nervioso, necesitaba solucionar ya esto.

Narra Sofía:

Hacia más de media hora que nadie pasaba por aquel parque. Normal, era ya un poco tarde.

Me levante de aquel columpio a por mi bolso, el cual había tirado hace un rato. Porque no quería mirar mi móvil.

Sentí unos pasos acelerados de unas botas, y divisé el cuerpo de Ethan.

Mierda, me había encontrado. Él cuando me vio vino corriendo hacia mi.

— Estas aquí. — Cogió aire. — Estábamos buscándote todos.

Yo ni lo mire, no sabía que decir realmente. El simplemente se sentó en el columpio que segundos antes estaba apropiado por mi.

— No hace falta que digas nada, Sofía. Yo en tu caso hubiese echo lo mismo.

Suspire de alivio, y por fin me decidí a hablar.

— ¿Sabes quien es Elena?

El asintió.

— Se que es amiga de Damiano, y sé que tuvieron algo, pero no me corresponde a mí contártelo. — Se levantó. — Vamos al hotel, vamos y hablas con el. Sé que ha sido una cagada por su culpa, pero seguro tiene una muy buen explicación. — Musitó. — Se nota que te quiere.

[...]

Ante silbidos entramos al hotel. Sabía que los otros habían llegado hace nada, y que Damiano, me esperaba en la habitación.

Agradecí a Ethan no haberme juzgado, y haber estado por mi.

Nerviosa abrí la puerta de aquella habitación, y lo vi fumando en la ventana. Me vio y vino corriendo a abrazarme mientras susurraba no sé cuántas veces perdón.

Nos separamos y agache la cabeza, necesitaba una muy buena explicación.

El suspiro, y empezó a hablar.

— Elena y yo somos amigos, no hay nada más entre nosotros, amore. Somos amigos desde hace años.

Suspire, eso no me servía.

— ¿Te has acostado con ella? — Pregunté.

El echó la cabeza para detrás y soltó el humo que acababa de inhalar.

— Si. Si es lo que quieres saber, si. Me acosté con ella durante una temporada, pero fui yo quien corto lo que teníamos. Ahora somos amigos, nada más.

La duda estaba resuelta. Si, se había acostado con aquella tal Elena, el mismo me lo acababa de asegurar. Si que me sentía insegura sabiendo que tenía una relación con una "ex folla-amiga", me sentía muy insegura por miedo a que me cambiase.

Sentí su mano en mi mejilla.

— Se lo que estás pensado. No pienso cambiarte por ella, y ni por nadie. — Susurró. — No cambiaría por nada la conexión y el vínculo que tenemos, porque sé que es real, y sé que no es imaginación mia.

Tengo que admitir que soy una persona que le cuesta mucho aceptar disculpas, pero el, había sido sincero, y eso era una cosa que valoro mucho. Mi orgullo siempre tenía la manía de interponerse entre todo, odiaba eso.

Simplemente me desplome entre sus brazos, los cuales no dudaron en recibirme, como si nunca lo hubiesen echo. Su calor, y su ternura, era lo que me gustaba ellos.

Acariciaba mi cabeza de una manera muy reconfortante, y a mi me surgió la necesidad de probar sus labios. Hoy aún no lo había echo.

Cogí su cara y la acerque a la mía. El no dudo en besarme. Delicadamente una de sus manos se posó en mis mejilla derecho, mientras que la otra acabó en mi muslo, agarrándolo como siempre.

Era un beso lento, un beso con tranquilidad. Era también un beso de necesidad, y cargado con un poco de miedo a pérdida, por lo que había pasado. Lo noté tranquilo, más de lo normal, y me supo mal, porque sabía que él también lo había pasado mal.

Separé mi boca de la suya y junté nuestras frentes.

— Perdóname. — Susurré. — Perdóname por hacerte sentir mal.

Él me agarró de la cintura.

— Perdóname tú a mi por no haberte contado quién era Elena. Perdóname por no habértelo contado. — Suspiró. — Cuando volvamos a Roma juro que te la presentaré, y seguro que os llevareis genial.

Era tan adorable a veces su manera de arreglar las cosas, que hacía que cayese aún más en sus encantos, que no eran pocos.

Después de aquel día tan extraño, y atípico, decidimos ver una película antes de dormirnos, como si fuésemos dos personas mayores.

No tengo ni idea de cómo se llamaba la película que escogió, pero sé que me asuste como una niña pequeña al verla. Puñetera película de miedo.

Temblé entre sus brazos durante todo aquel rato y el solo reía. Lo estaba odiando internamente porque me estaba haciendo que lo pasara mal.

Cuando acabo aquella película, no fui capaz de levantarme de aquella cama por miedo, de verdad, era muy miedica.

El se fue al baño, a cambiarse. Salió de allí sin camiseta y a mi se me cayó la baba nada más verlo.

— ¿Porque eres tan guapo, Damià?

El río.

— Quizás porque he aprendido del bombonazo que tengo delante. — Guiñó un ojo.

Yo me puse colorada. No superaba aún que me dijese esas cosas.

— Ojalá te vieses igual de guapa que te veo yo, porque enserio, eres preciosa, cariño.

Este hombre no era real y era mi imaginación. Sin duda quería matarme con tanto piropo. Escondí mi cara entre mis manos colorada mientras escuchaba su sonora risa.

El me abrazó mientras seguía riendo y yo seguía con la cara entre mis manos.

Agarró mi culo y me subió encima suyo, pegándome así un susto tremendo. Él seguía riendo, se veía realmente mono y guapo.

Aparto mis manos de la zona de mi cara y me abrazó como si de un peluche se tratase.

— Te quiero tanto, Sof.

Sof, me encantaba viniendo de él.

— Tanbien te quiero, y muchísimo, Damià.

Lo quería demasiado, y en muy poco tiempo. Me encantaba lo que teníamos.

L'inciampo dell'amore // Damiano David Donde viven las historias. Descúbrelo ahora