CAPÍTULO 38

455 30 13
                                    

Cinco años después...

Narra Sofía:

Estaba haciendo la maleta, y tenía muy pocas ganas.
Resulta que mi tío Alessandro cuando me fui, conocido a una mujer, de la cual está muy enamorado y este fin de semana se van a casar. Obviamente, en Roma.

Hace cinco años que no pisaba ese sitio. No me había atrevido a volver, después de lo que paso, después de él.

Sabía que había triunfado, y que eran más que conocidos, era evidente. No dejaban de salir en la televisión, y sé que alguna vez habían estado en Madrid.

A él, se le veía mal. Se notaba que no era el mismo, que todo lo que nos había pasado, nos había cambiado, y tanto que había sido así.
El estaba más delgado, se había cortado el pelo como cuando lo conocí, estaba más pálido también, y estaba diferente simplemente.
Yo, había bajado mucho de peso, me había cortado la melena que tenía, me había teñido el pelo de color negro, y mi forma de ser había cambiado, pero sobretodo, ya no me movía por el mundo del arte, había acabado metiéndome de ayudante en el despacho de mis padres.

No me apetecía volver, y sabía que iba a verle, porque Alessandro los había invitado a tocar en la boda, porque eran las únicas personas disponibles.

Estuve a punto de negarme a ir, pero no lo hice por mi tío, porque sabía que me necesitaba ese día.

[...]

El aeropuerto estaba infestado de gente. Típico de Madrid. Todo el mundo iba de arriba a abajo y viceversa. Más de una vez me choque con alguien.

Mis padres iban charlando alegremente detrás mío, y eso me alegraba, porque estaban aliviando un poco de tensión, porque estos días iba a haber mucha.

[...]

Me sentí muy extraña al volver a Roma, esas calles ya me resultaba extrañas. Pero me alegre, porque salte de alegría cuando vi quienes nos habían venido a buscar al aeropuerto.

Ethan y mi tío.

Ethan se había convertido en mi mejor amigo estos años, era con el único que hablaba de ellos cuatro, y llevábamos cinco años esperando para este momento. Salte encima suya como una niña pequeña y lo abrace muy fuerte. Lo había echado mucho de menos.

¡Mio dio! ¡Quanto stai bella, piccola!

¡Tu también!

Me bajo y después besó mi frente. Cuanto tiempo.

Después, abracé muy fuerte a mi tío, y casi me echo a llorar de lo que lo echaba de menos.

— Mi pequeña. — Susurró.

Sonreí a más no poder. Lo quería mucho.

Después de las presentaciones de Ethan hacia mis padres, fuimos dirección a casa de mi tío, donde nos quedaríamos estos días.

Ethan me ayudó a subir las maletas, y cuando estuvimos en la habitación, nos tiramos en la cama los dos y nos pusimos a mirar al techo.

Segundos después, su móvil empezó a sonar, y lo puso en manos libres.

— ¿Ethan, dove cazzo stai?

Esa voz. Era demasiado reconocible.

Era el.

Calmati Damiano, vado in studio a provare in cinque minuti.

Después de eso le colgó, y me miro con cara de disculpa.

Si hubieses sido que era el, no hubiese puesto el manos libres.

— No te preocupes, Ethan. Está más que superado.

Eso no me lo creía ni yo. Estaba claro que no lo había superado, el amor aún seguía presente.

[...]

Ethan se había ido hace un par de horas, y yo me había quedado sola en casa con mi tío. Estábamos los dos en la cocina sin hacer completamente nada, hasta que él abrió la boca.

— ¿Estas segura de que vas querer venir?

— Si, es algo muy especial para ti, ¿como no voy a ir?

El suspiró.

— Sabes que va a estar Damiano, y aunque no me haga mucha gracia, vas a verlo.

Suspire esta gente vez yo, no quería recordarlo.

— Lo evitare, no te preocupes.

Él me miro fijamente.

— El no querrá que lo evites. Mucho menos que lo ignores.

— Lo he superado ya, joder. Si tengo que hablar con él por alguna cosa hablaré. — Mascullé ya enfadada.

— Sofía, mi intención no es molestarte, pero sabes que no lo has superado.

Mi corazón dio un vuelco, porque era verdad.

— Duele menos decir que si que lo he echo. — Susurré.

Y ahí me derrumbé. Llore a más no poder, y mi tío se levantó a consolarme.
Llevaba mucho aguantado, mucho que me estaba consumiendo por dentro, y que se estaba comiendo a mi antiguo yo.

Era más feliz creyendo que si que lo había superado, que todo había quedado cinco años atrás. Pero como le dije, éramos almas gemelas, y la almas gemelas están destinadas a estar juntas, ya sé por una de las múltiples leyendas como la del hilo rojo, en la cual siempre he creído.
Pensé en que él era mi hilo rojo, y sé que no me equivocaba, que él lo era, pero no era el momento de estar juntos. Era mejor que nos hiciéramos daño, y que nos reencontrásemos dentro de unos años.

Todo esto me recordaba a una texto que leí hace un par de años.

"Querida alma gemela,
Hazte daño, que yo me lo haré, piérdete, que yo también lo haré, pero cuando creas que estemos preparados para encontrarnos, búscame en todos los rincones del mundo, hasta en el más remoto, que yo también te buscaré.

Solo, no dejes que me pierda, y muera sin tu compañía."

Desde luego que cada vez que pensaba en el, eso venía a mi cabeza. Era inevitable.

Sabía que él aún me quería , pero yo aún no había sanado, y él tampoco.

Teníamos que sanar. Teníamos que aprender a sanar sin estar juntos, sin la ayuda y la presencia del otro.

Aún no era nuestro momento, aún. Porque momentos en la vida hay muchos, pero pocos son los correctos, para hacer lo correcto.

Sabía que volver a vernos, iba a ser como explotar una bomba de recuerdos, de cosas que hemos pasado, pero todo era por una buena causa.

La boda de mi tío, tenía que salir genial.

L'inciampo dell'amore // Damiano David Donde viven las historias. Descúbrelo ahora