El sacó una pequeña caja envuelta en papel de regalo.
— Quería dártela en el hotel, pero creo que es mejor ahora.
Se deshizo del papel, y cuando vi la caja mi corazón empezó a palpitar muy rápido.
Tenia echa una idea de lo que era.
La abrió y en ella vi un anillo, y ahí fue cuando empezó a hablar.
— No es el anillo oficial que quería comprarte, de hecho el oficial esta en Roma, escondido en casa de Victoria. — Río ante eso. — Pero no quiero irme por las ramas, y quiero hablarte desde el corazón. — Se aclaró la garganta. — Hace seis años que nos conocemos, y aunque empezamos con la peor suerte del mundo, yo siendo un arrogante y tú siendo el mismo amor de persona que eres ahora. Me comporté como un capullo contigo, nunca debí de haberte echado de casa aquel día que nos acostamos por primera vez. Pero agradecí el día en el que te caíste y no tuviste a nadie más a quien llamar que no fuese yo. Aquella noche supe realmente que tenía que dejar de ser como era contigo, y comportarme como una persona adulta. — Se le escapó un sollozo, estaba a punto de llorar. — Esas dos semanas que estuve a tu cargo, ya me había enamorado de ti, y de todo lo que te compone. Cuando me di cuenta de que era correspondido, fui la persona más feliz del mundo. — Se le escapó una sonrisa muy bonita al decir eso. — Primero fue Estados Unidos, luego Madrid, cuando conocí a tus padres, y resumidamente llegó la noche en la que la cague. No debí haberme callado y te tendrías que haber explicado lo que me pasaba. — Hizo énfasis en eso. — Y mucho menos haber insinuado que ibas a acostarte con Thomas. Se me cayo el mundo cuando te fuiste, y acabe cayendo en una depresión que arrastre hasta que volviste, cuando creí que te recuperaría. Efectivamente, te recupere, porque no veía vida sin ti, no veo absolutamente nada. — Se me acercó con el anillo hacia mi mano. — Te dije que quería que fueses la madre de mis hijos, y mi mujer sobretodo, por eso te ofrezco este anillo, que será el principio de este compromiso.
Si digo que no estaba llorando, mentiría. Era un mar de lagrimas en ese momento.
No dije absolutamente nada, y me lancé a besarlo.
Claro que quería tomar ese compromiso con el. De hecho, si él no hubiese dado el paso, lo hubiese echo yo.
Cuando nos separamos él me agarró por la espalda con una sola mano.
— ¿Entonces es un si?
Yo asentí y enrede mis brazos alrededor de su cuello.
Puedo jurar que aquella noche, vi su mejor sonrisa. Sonreía como un niño pequeño, y eso me hacía feliz. Más feliz de lo que ya era aunque no lo pareciera.
Nunca nadie nos dijo que íbamos a enamorarnos. Solo éramos un rollo para el otro.
Somos aquella típica pareja que empieza con mal pie, pero luego renace y hace de ello su mejor versión.
Tomar la decisión que tome hace seis años, me cambió la vida. Mudarme a Roma y perseguir en el que aquel entonces era mi sueño era mi objetivo, pero se me cruzó por delante este impresionante italiano que en su entonces tenía veintidós años. Caí rendida a sus pies, y él a los míos. Como si los dos hubiésemos estado esperando al otro hasta que llegara.
Conocí su mejor versión en una habitación de hospital, un tanto turbio, pero agradezco una y mil veces aquella noche haberlo llamado a él, y no a otra persona.Literalmente, vivimos un romance adolescente, aunque ninguno de los dos lo era ya. Un romance de libro, o de película. Todo era tan real pero a la vez tan irreal que no fui consciente de ello hasta que tuve que volver a Madrid.
Ahí me di cuenta que no quería a nadie más en mi vida que no fuese el.
Porque simplemente era el.
Su sonrisa, su cuerpo, sus tatuajes. Lo tenia todo grabado en la mente, porque era inevitable.
Y como él dijo cuando recién acabábamos de dar el gran paso:
Nunca hay una cantidad de tiempo para enamorarse. Puedes enamorarte en un día, en semanas, en meses, en años, que mientras ese amor sea valido y correspondido siempre va a hacerte feliz.
Caí a sus pies en menos de un mes, así que aprobaba es argumento que me había dado.
Volví a la realidad encontrándome con un Damiano con los ojos llenos de lagrimas. Se estaba aguantando, y yo ya era un mar de lagrimas.
Lo abracé fuertemente, y junté nuestras frentes. Le dije que cerrara los ojos, y eso hizo.
— Llora, llora todo lo que quieras delante mío. Hemos sufrido demasiado como para no permitirnos el lujo de hacerlo. Desahógate, porque llevamos muchos años guardándonos palabras que nunca hemos dicho. — Pronuncie relajada.
Separé nuestras frentes y vi caer una lagrima de su ojo derecho. Mientras otra bajaba por el mismo ojo en mi.
— No es hora de que lloremos, es hora de que celebremos, de que seamos felices. Hemos podido volver a reencontrarnos, y creo que formamos parte de algunas leyendas que se han explicado a lo largo de los años. — Suspiró lentamente. — Estamos conectados por un hilo rojo, como dice la leyenda. Ese hilo a tirado siempre que estábamos lejos, de nosotros. Date cuenta que siempre que hemos estado lejos, hemos vuelto a estar juntos.
Asentí lentamente, porque tenía absolutamente toda la razón.
— ¿Y sabes que? Podríamos ponerle nombre al momento en el que nos vimos por primera vez.
— ¿Ponerle nombre? — Pregunté extrañada.
El asintió.
— Creo que queda más íntimo y más nuestro si le ponemos nombre.
Pensé durante unos segundos, pero no me venía nada a la cabeza. Pero él habló.
— Yo ya tengo un nombre, ahora solo falta que tú me lo valides.
Asentí, en señal de que siguiera hablando.
— L'inciampo dell'amore, o en español, el tropiezo del amor. Porque si, aunque parezca una tontería, un tropiezo hizo que nuestros caminos se juntaran.
Sonreí. Ese era el nombre perfecto.
•••
Hasta aquí la historia de Damiano y Sofía, una de las parejas que amo más en mis historias. Una pareja que me ha echo llorar pero también me ha echo sonreír mucho. Una pareja con al que he sufrido como si yo fuese ellos.
Quiero agradecer todo el apoyo que le habéis dado, y él que llegaréis a darle. Me hace muy feliz ver votos y comentarios vuestros.
Gracias, gracias y gracias.
¡Nos vemos en próximas lecturas!
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L'inciampo dell'amore // Damiano David
FanfictionMadrileña y artista. Esa es Sofía. Una joven de apenas veinte años que ha decidido mudarse a Roma para perseguir su sueño de ser artista. Nada más llegar a Roma, decide salir a descubrir sus calles, pero en un despiste choca con un elegante chico, e...