Narra Sofía:
Cuando me desperté realmente temprano, vi que tenía como cinco mensajes de Damiano , me preocupaba porque él no era de enviar tantos.
Unos eran dándome las buenas noches, y el último me mato de ternura. Nuestra primera foto, aquella que nunca me acorde de pedirla por lo capullo que fue.Mire la hora de ese mensaje, y me quede impresionada. Casi a las cuatro de la mañana. Él no era de dormirse a esa hora, y mucho menos luchaba contra el insomnio. Le envié un mensaje preocupada mientras me iba preparando para la exposición que tenía.
" Damià, no eres de irte a dormir tarde y mucho menos luchas contra el insomnio. Estoy preocupada, llámame en cuanto puedas, amore. "
Suspire y acabe de vestirme con uno de los conjuntos que me compré el otro día.
La galería quedaba al lado de casa de Damiano, así que seguramente iría a comer ahí, o me quedaría a dormir para no tener que coger el coche de noche, porque no me gustaba mucho que digamos.
Salí de casa y arranque el coche. Tarde al menos quince minutos en llegar ahí, pero antes me fui a desayunar completamente sola.
Pedí mi desayuno típico, y me entretuve leyendo un poco hasta que fue la hora de irme.
Llegue un poco nerviosa hasta aquella galería ya que el hombre que la llevaba era bastante serio e importante, según mi tío, que era el que me había informado sobre todo.
Nos saludamos cordialmente, y charlamos hasta llegar donde estaban mis cuadros. Esta vez, me había inspirado en aquellas partes del cuerpo humano que consideramos tan intimas, pero a la vez son tan bellas.
Tengo que admitir que pintaba de todo, y eso me encantaba porque me adaptaba a cualquier temática que me propusiesen exponer.
Aquel hombre se despidió de mi, y me dejó sola en la sala. Era tan grande que creía que me iba a perder.
Suspire a la media hora porque no llegaba nadie, pero sonreí al ver entrar a las chicas con las que me hice la foto en la discoteca.
Ellas me saludaron alegremente desde la entrada y yo les sonreí.
Fueron pasando de cuadro en cuando haciendo fotos y subiéndolas a sus historias. Me sonreían de vez en cuando, y eso me mantenía tranquila, hasta que se acercaron a mi.
— ¡Dios! Esto es precioso, Sofía. Nos ha encantado.
— Me alegro muchísimo, sabéis que podéis venir otra vez las veces que queráis. — Musité nerviosa.
Ellas de un momento a otro me abrazaron fuertemente, y me susurraron un "suerte".
Me habían robado el corazón de tanta amabilidad.
[...]
La mañana pasó más amena de lo que pensaba. Se ve que mi tío había avisado a todo tipo de contactos para que viniesen a verme y todos quedaron fascinados.
Casi me da un vuelco de la emoción al ver entrar por la puerta a Fedez, Chiara, Leo y Vittoria, la familia entera. Fueron mirando hasta que se acercaron a mi.
— Tu tío nunca se equivoca, estoy enamorada de esta exposición. — Dijo Chiara alegremente.
— Concuerdo con ella, me fascina toda la visibilidad que das. — Habló esta vez Fedez.
Sonreí como una niña pequeña, y antes de irse, Chiara volvió otra vez conmigo y me agarró de las manos.
— Búscate un día libre, Sofía. Quiero que nos pintes el cuadro en el que quedamos, estoy ansiosa por tenerlo.
Sonreí nerviosa.
— Claro que si, Chiara. — Dije con la voz temblorosa.
Ahora estaba comiendo en casa de Damiano tirada en su sofá.
Mi móvil vibró y automáticamente supe que era el. Estaba llamándome.
— Dime, amore.
Su voz, lo mejor que podía escuchar.
— ¿Está todo bien, cariño? — Pregunté nerviosa.
Todo esto era por su mensaje a las cuatro de la mañana.
El carraspeó.
— Claro que si, ¿porque algo tendría que ir mal?
— Damiano, me enviaste un mensaje casi a las cuatro de la mañana, y como he dicho en el mensaje, tú nunca estás despierto a esa hora y no tienes insomnio.
El suspiró profundamente.
— No te preocupes, ¿vale? Cuando llegue a Roma hablamos de ello. — Susurró. — No olvides que te quiero, y que si alguna vez sientes que te estoy cortando tu libertad me lo puedes decir.
¿A que venía todo eso? ¿Cortarme la libertad? No entendía nada.
— ¿Puedes decirme al menos de que se trata? — Musité tristemente.
— No quiero tener que hablar esto por aquí, Sofía, pero ayer Victoria me calentó mucho la cabeza con tu libertad y esa cosas.
Victoria y sus charlas, me esperaba lo peor. No quería tener que discutir con el, y estarme dos semanas discutida con el.
— ¿Entonces cuando llegues a Roma hablamos?
— Claro que si.
Suspire tranquilamente.
— Pase lo que pase, te quiero mucho, Damià. No te comas la cabeza, ¿vale?
— También te quiero mucho, no sabes cuanto. Intentaré no comerme la cabeza, solo por ti.
— Ah, y disfruta mucho. — Reí. — Tráeme alguna cosita, porfa.
El rio como un niño pequeño.
— Te traigo lo que quieras, como si quieres que te traiga un conjunto de lencería nuevo. — Habló altamente. — He visto uno cerca del hotel, en un escaparate, que te sentaría genial, te haría un culo impresionante.
Me pegue en la frente y luego reí de tal idiotez.
— Tu y tú manía de derivarlo todo a lo sexual. Eres de lo que no hay.
Él volvió a reír.
— Me tengo que ir, amore. — Dije lentamente. — Me queda aún toda la tarde en la galería.
— Vale, no te preocupes. Te quiero mucho, y muchos besos, preciosa.
Colgué la llamada tras eso.
No sé qué diantres le había dicho Victoria. Ella sabía que para mi la libertad era muy preciada, y con Damiano me sentía libre, pero si que es verdad, que en estos momentos era por la única persona que rechazaría a toda ella.
Él lo era absolutamente todo, y él era mi libertad, aquello que me mantenía con los pies en la tierra.
Suspire y salí de su casa.
Que dos semanas más duras iba a pasar sin el, y sin poder sacar el tema.
ESTÁS LEYENDO
L'inciampo dell'amore // Damiano David
FanfictionMadrileña y artista. Esa es Sofía. Una joven de apenas veinte años que ha decidido mudarse a Roma para perseguir su sueño de ser artista. Nada más llegar a Roma, decide salir a descubrir sus calles, pero en un despiste choca con un elegante chico, e...