CAPÍTULO 32

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Narra Sofía:

Cuando me desperté realmente temprano, vi que tenía como cinco mensajes de Damiano , me preocupaba porque él no era de enviar tantos.
Unos eran dándome las buenas noches, y el último me mato de ternura. Nuestra primera foto, aquella que nunca me acorde de pedirla por lo capullo que fue.

Mire la hora de ese mensaje, y me quede impresionada. Casi a las cuatro de la mañana. Él no era de dormirse a esa hora, y mucho menos luchaba contra el insomnio. Le envié un mensaje preocupada mientras me iba preparando para la exposición que tenía.

" Damià, no eres de irte a dormir tarde y mucho menos luchas contra el insomnio. Estoy preocupada, llámame en cuanto puedas, amore. "

Suspire y acabe de vestirme con uno de los conjuntos que me compré el otro día.

La galería quedaba al lado de casa de Damiano, así que seguramente iría a comer ahí, o me quedaría a dormir para no tener que coger el coche de noche, porque no me gustaba mucho que digamos.

Salí de casa y arranque el coche. Tarde al menos quince minutos en llegar ahí, pero antes me fui a desayunar completamente sola.

Pedí mi desayuno típico, y me entretuve leyendo un poco hasta que fue la hora de irme.

Llegue un poco nerviosa hasta aquella galería ya que el hombre que la llevaba era bastante serio e importante, según mi tío, que era el que me había informado sobre todo.

Nos saludamos cordialmente, y charlamos hasta llegar donde estaban mis cuadros. Esta vez, me había inspirado en aquellas partes del cuerpo humano que consideramos tan intimas, pero a la vez son tan bellas.

Tengo que admitir que pintaba de todo, y eso me encantaba porque me adaptaba a cualquier temática que me propusiesen exponer.

Aquel hombre se despidió de mi, y me dejó sola en la sala. Era tan grande que creía que me iba a perder.

Suspire a la media hora porque no llegaba nadie, pero sonreí al ver entrar a las chicas con las que me hice la foto en la discoteca.

Ellas me saludaron alegremente desde la entrada y yo les sonreí.

Fueron pasando de cuadro en cuando haciendo fotos y subiéndolas a sus historias. Me sonreían de vez en cuando, y eso me mantenía tranquila, hasta que se acercaron a mi.

— ¡Dios! Esto es precioso, Sofía. Nos ha encantado.

— Me alegro muchísimo, sabéis que podéis venir otra vez las veces que queráis. — Musité nerviosa.

Ellas de un momento a otro me abrazaron fuertemente, y me susurraron un "suerte".

Me habían robado el corazón de tanta amabilidad.

[...]

La mañana pasó más amena de lo que pensaba. Se ve que mi tío había avisado a todo tipo de contactos para que viniesen a verme y todos quedaron fascinados.

Casi me da un vuelco de la emoción al ver entrar por la puerta a Fedez, Chiara, Leo y Vittoria, la familia entera. Fueron mirando hasta que se acercaron a mi.

— Tu tío nunca se equivoca, estoy enamorada de esta exposición. — Dijo Chiara alegremente.

— Concuerdo con ella, me fascina toda la visibilidad que das. — Habló esta vez Fedez.

Sonreí como una niña pequeña, y antes de irse, Chiara volvió otra vez conmigo y me agarró de las manos.

— Búscate un día libre, Sofía. Quiero que nos pintes el cuadro en el que quedamos, estoy ansiosa por tenerlo.

Sonreí nerviosa.

— Claro que si, Chiara. — Dije con la voz temblorosa.

Ahora estaba comiendo en casa de Damiano tirada en su sofá.

Mi móvil vibró y automáticamente supe que era el. Estaba llamándome.

— Dime, amore.

Su voz, lo mejor que podía escuchar.

— ¿Está todo bien, cariño? — Pregunté nerviosa.

Todo esto era por su mensaje a las cuatro de la mañana.

El carraspeó.

— Claro que si, ¿porque algo tendría que ir mal?

— Damiano, me enviaste un mensaje casi a las cuatro de la mañana, y como he dicho en el mensaje, tú nunca estás despierto a esa hora y no tienes insomnio.

El suspiró profundamente.

— No te preocupes, ¿vale? Cuando llegue a Roma hablamos de ello. — Susurró. — No olvides que te quiero, y que si alguna vez sientes que te estoy cortando tu libertad me lo puedes decir.

¿A que venía todo eso? ¿Cortarme la libertad? No entendía nada.

— ¿Puedes decirme al menos de que se trata? — Musité tristemente.

— No quiero tener que hablar esto por aquí, Sofía, pero ayer Victoria me calentó mucho la cabeza con tu libertad y esa cosas.

Victoria y sus charlas, me esperaba lo peor. No quería tener que discutir con el, y estarme dos semanas discutida con el.

— ¿Entonces cuando llegues a Roma hablamos?

— Claro que si.

Suspire tranquilamente.

— Pase lo que pase, te quiero mucho, Damià. No te comas la cabeza, ¿vale?

— También te quiero mucho, no sabes cuanto. Intentaré no comerme la cabeza, solo por ti.

— Ah, y disfruta mucho. — Reí. — Tráeme alguna cosita, porfa.

El rio como un niño pequeño.

— Te traigo lo que quieras, como si quieres que te traiga un conjunto de lencería nuevo. — Habló altamente. — He visto uno cerca del hotel, en un escaparate, que te sentaría genial, te haría un culo impresionante.

Me pegue en la frente y luego reí de tal idiotez.

— Tu y tú manía de derivarlo todo a lo sexual. Eres de lo que no hay.

Él volvió a reír.

— Me tengo que ir, amore. — Dije lentamente. — Me queda aún toda la tarde en la galería.

— Vale, no te preocupes. Te quiero mucho, y muchos besos, preciosa.

Colgué la llamada tras eso.

No sé qué diantres le había dicho Victoria. Ella sabía que para mi la libertad era muy preciada, y con Damiano me sentía libre, pero si que es verdad, que en estos momentos era por la única persona que rechazaría a toda ella.

Él lo era absolutamente todo, y él era mi libertad, aquello que me mantenía con los pies en la tierra.

Suspire y salí de su casa.

Que dos semanas más duras iba a pasar sin el, y sin poder sacar el tema.

L'inciampo dell'amore // Damiano David Donde viven las historias. Descúbrelo ahora