CAPÍTULO 34

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¿Contra que quiero que me ponga?
El jardín me parecía una muy buena opción para hacerlo.

— ¿No te apetece hacerlo a la luz de la luna, amore? — Susurré en su oreja.

Sentí como se mordía el labio y me agarraba aún más fuerte contra su cuerpo.

— ¿Y los vecinos? — Susurró esta vez el.

— Que le jodan a los vecinos, tienen que aprender a ver arte ante sus ojos.

El río por lo bajo, y después agarró mi mano para arrastrarme hasta el jardín.

Él se sentó en el suelo, y me obligó a sentarme encima suyo, para así poder agarrar con ansia otra vez mi culo.

Solté un jadeo ahogado al sentir sus manos ahí, dios, me encantaba.

— Me da a mi que vas a tener que estar calladita si quieres que no nos pillen.

Asentí, y me propuse desde mis adentros hacer el menor ruido posible, pero a veces podía ser inevitable.

Sus dedos esta vez me recorrieron entera, hasta llegar a la doblez de mi camiseta, la cual sin piedad me quitó para quedar totalmente expuesta a él ya que no llevaba nada debajo.

— ¿Así que ya estabas preparada, no?

— Obvio, sabía perfectamente que esta noche iba a ser puro fuego, porque te conozco, o mejor dicho, nos conozco.

Río amargamente y después cambió nuestras posiciones. Yo quede totalmente estirada en el suelo mientras él estaba encima mío.

Empezó a dar besos por la zona de mi bajo vientre, hasta que llegó a mis pechos y empezó a masajearlos lentamente.

Con todas mis fuerzas reprimí mis gemidos y jadeos, me estaba muriendo por dentro.

Después, empezó a bajar hasta mi entrepierna. Beso mis muslos un par de veces mientras me miraba seductoramente.

Poco a poco empezó a bajar mi ropa interior, y después la tiro a saber dónde. Tampoco me fije mucho.

Hundió su cara entre mis piernas y empezó a lamer y succionar aquella zona extremadamente sensible.

No tarde en arquear la espalda del placer, porque hacía demasiado bien su trabajo ahí abajo. Su lengua sabía demasiado.

Estuve a punto de llegar, pero el paro automáticamente, y salió de ahí abajo mirándome igual que antes. Sabía perfectamente lo que quería.

Él se quedó en su posición tal y como estaba, y yo tuve que agacharme aún más, para así poder agarrar su gran longitud.

La introduje hasta donde mi garganta me permitió, y escuché un leve gruñido por su parte. Después, lo mire desde mi posición para poder ver la cara de placer que tenía, pero también me encontré con su mirada.

— Estas tan guapa ahí abajo, o mejor dicho, estás tan jodidamente sexi. — Gruñó.

Seguí haciendo mi trabajo mientras escuchaba como retenía sus gruñidos a más no poder.

Jugué su misma jugada, y paré antes de que llegara. El agarró mi cara y me susurró una cosa.

— Parece que sigues mis pasos, así me gusta, amore.

Yo reí ligeramente, para luego ponerme encima suyo, y volver a besarlo después de tanto rato.

El agarró mis caderas, y automáticamente me bajo de golpe hasta quedar totalmente dentro de mi.

Empecé a moverme de arriba a abajo,y a veces cambiaba a otros movimientos, para darnos el placer máximo.

Mis uñas estaban clavadas en sus hombros, pero finalmente acabaron en su espalda. Esto iba a dejar unas marcas muy buenas.

Hubo un momento en el que nos acompasamos, logrando encontrar la harmonía entre tanto placer.

Unimos nuestras miradas, y así fue cuando llegamos a nuestra cumbre, y caímos rendidos en aquel césped.

El se levantó unos segundos después y me agarró en brazos hasta el baño.

Habíamos acabado realmente sucios de haberlo echo en aquel suelo, y el único remedio que encontramos fue meternos en la ducha juntos.

Yo le lave el cuerpo y el pelo, y después el a mi. Habíamos pasado de hacerlo como unos locos a protagonizar una escena súper mona.

Recién salidos de la ducha, cada uno hizo lo que solo hacer antes de irse a dormir, pero mi me entró la risa cuando vi la espalda de Damiano, estaba llena de marcas de mis uñas, y algún arañazo.

Me reí fuertemente, y él me miró extremadamente raro ante eso.

— No quieras verte la espalda, parece que te haya atacado un tigre.

El puso cara de no entender nada hasta que me pidió una foto de su espalda y sin dudarlo se la hice.

— Joder. ¿Pero tú que eres una tigresa o que?

Reímos los dos juntos ante eso. Menuda obra de arte había echo.

— Te has pasado, tía.

Volví a reír ante lo ultimo que le había añadido a esta frase, este "tía" me había echo demasiada gracia al salir de su boca.

Él volvió a mirar la foto bien. Después me miró otra vez.

— ¿Te importa que la suba a historias? Este momento tiene que quedar inmortalizado.

— ¿No crees que es un poco arriesgado? Así todos automáticamente adivinaran que estas con alguien.

El elevo los hombros en signo de indiferencia.

— Pues que lo sepan, total, te recuerdo que en menos de un mes, lo nuestro será publico.

Se me había olvidado entre tanto placer, los MTVEMAs y los AMAs, ahí se iba a dejar claro públicamente que estábamos juntos.

— Me acuerdo, no te preocupes.

Después de eso fuimos a estirarnos a la cama los dos juntos.

[...]

Empezamos a hablar un poco de todo hasta que casi quede en ridiculo delante suyo.

— ¿Te he dicho alguna vez que tengo dos gatos?

Reí ante eso.

— ¿Como que tienes dos gatos, Damià? ¿Y yo porque nos los he visto?

El río.

— Porque siempre que vienes a casa, son días que he llegado recientemente de viaje, y siempre se los dejo a mi hermano.

¿Hermano? ¿En qué momento?

— ¿Desde cuando tienes un hermano?

El me miró sorprendido.

— Desde que nací, ¿a caso no me has investigado como yo a ti?

Negué completamente. No se me había pasado por la cabeza hacerlo, y con eso caí que no sabía casi nada del pasado de Damiano, y de cosas actuales. Tenía redes sociales, pero tampoco estaba muy pendiente de ellas, solo cuando publicaba fotos de nuevos cuadros.

— Lo siento. — Susurré.

— No lo sientas, no hacía falta que lo hicieras. Simplemente es que yo sí que te investigue a más no poder cuando supe que Alessandro era tu tío. Digamos que el me ayudó.

Reí ante eso, mi tío era de lo que no era.

L'inciampo dell'amore // Damiano David Donde viven las historias. Descúbrelo ahora