Reí un montón con todos en la cena, y no fui capaz de separarme de mi tío. Mara nos miraba tiernamente mientras nos hacía fotos para conversar el recuerdo.
Cuando llego la hora de irse, mi tío le ofreció a mi padre quedarse con ellos hasta que encontrara un trabajo y lugar donde vivir, cosa que me pareció un detallazo.
Mi tío me agarró y me susurró:
— Que conste que esto es más por ti que por mi, por tu privacidad con el. — Señaló a Damiano.
— Gracias, te quiero. — Susurré yo también mientras dejaba un beso en su mejilla.
[...]
Dejamos a todos en su casa, como siempre.
Damiano y yo estábamos completamente solos en esa casa, bueno, de no ser por los gatos si que estaríamos completamente solos.
Deshice la maleta mientras que él se cambiaba en el baño. Eso significó un momento de paz y tranquilidad para mi.
A punto de acabar escuché como se fumaba en la cama y cogía su móvil para segundos después dejarlo en la mesita de noche.
— ¿Te falta mucho?
Yo negué con la cabeza, unos segundos más y acababa.
— Es que me haces mucha falta en la cama.
Sonreí aunque él no lo viera.
Dos minutos después acabe y saque mi pijama. Me daba bastante pereza ir hasta el baño, así que tuve la decencia de cambiarme delante suyo.
— Amore, por dios, ¿como se te ocurre cambiarte delante mío?
Reí ante eso, y mira que mis intenciones no eran provocarle.
Él se levantó y pasó mi lado.
— ¿Donde vas? — Pregunté mientras acababa.
Él se señaló el bulto que había en su entrepierna.
— A solucionar el gran problema que tengo aquí abajo.
No voy a mentir. Estaba cachonda, desde que lo había visto en el aeropuerto prácticamente.
— Creo que puedo ayudarte.
Me acerqué a él, y me miró sorprendido.
Cuando agarre aquel bulto el rodó los ojos, y con eso ya sabia que me estaba suplicando placer. Todo el placer que le debía.
Me agache hasta la altura perfecta y le baje los pantalones que llevaba. Después, introduje aquello en mi boca mientras él soltaba un gruñido.
Empecer a chupar y lamer aquella zona, mientras él me agarraba del pelo para que no me molestara durante el proceso.
Sutiles gruñidos salían por su boca, y eso me estaba poniendo peor de lo que estaba.
Cuando estuvo a punto él me agarró la cabeza y me echo para atrás.
Agarró mi cuello y se agachó a mi altura.
— Más te vale ahora estirarte en la cama y abrirte de piernas para mi, preciosa.
Como si de una sumisa se tratase me estire en la cama mientras él rebuscaba en los cajones seguramente un preservativo.
Cuando lo encontró, se giró mirándome con deseo y posicionándose entre mis piernas.
Su cara quedó a la altura de la mía mientras que su manos estaban a cada lado de mi cuerpo, protegiéndome.
Entro dentro de mi mientras dejaba besos en mi cuello. Empezó lentamente, disfrutando el momento, hasta que decidido dar una estocada más fuerte de golpe que me hizo encorvar la espalda.
Quise reprimir mis gemidos, pero fue imposible. Aquel ambiente se llenó de tantos que seguramente los vecinos estaban oyéndonos.
Cuando estuve a punto, escondí su cabeza en el hueco de mi cuello, pero él se escurrió de eso y se quedó mirándome fijamente.
— Necesito ver una vez más como ruedas los ojos cuando te hago llegar a lo más alto, es tan jodidamente sexi.
Asentí sin más preámbulos.
Mis piernas empezaron a temblar, y ahí supe que el final estaba a cerca.
Y no me equivocaba, en menos de dos segundos estaba curvada y rodando los ojos como el antes había dicho.
Él cayó bastante derrotado encima de mi pecho, mientras recobraba un poco la forma.
Cuando estuvo ya descansando dejo un ligero beso en mi vientre y se levantó a tirar el preservativo.
Cuando él ya había vuelto, yo estaba metida en la cama, tapada hasta arriba porque tenía algo de frío.
El no dudo en unirse y meterse conmigo. Me dejo apoyarme en su pecho mientras él pasaba si brazo por detrás mi cabeza. Se estaba demasiado.
Empecé a repasar todos aquellos tatuajes que me sabia de memoria desde hace años. Estaban igual. Estaban completamente intactos.
— ¿Sabes lo que eres para mi?
Yo lo mire curiosa ante esa pregunta.
— Sorpréndeme.
El río un poco por lo bajo.
— Además de la mujer de mi vida después de mi madre. — Río con eso y yo también. — Eres mi diosa del sexo. No entiendo como eres tan jodidamente sexi y caliente.
Reí ligeramente, eso era el cumplido perfecto para el momento perfecto.
— Pues tu diosa del sexo, te quiere mucho. — Deposite un beso ligero en su barbilla.
— Y eso que íbamos a decir despacio...
— Íbamos, tu mismo lo has dicho.
Los dos reímos ante eso. Éramos de lo que no había.
De repente sentí como si algo en la zona de mis pies se subía en la cama. Vi a los dos gatos mirándome fijamente, como si no me quisieran ahí.
— Tus gatos me están mirando un poco mal.
Damiano río y los agarró a los dos para ponerlos entre nosotros.
— Pues más te vale adorarlos como yo los adoro, porque de ahora en adelante vas a ser la madre de mis gatos.
Hice un puchero ante tal cursilería, quise abrazarle, pero teníamos dos gatos entre medio, y yo tenía que asumir que ahora eran como mis hijos, así que intente tocarlos.
Con uno de ellos no hizo ni falta, se acercó a mi y empezó a restregarse contra mi mano mientras ronroneaba.
— Parece que a Legolas le has gustado.
No quise hacer objeciones ante el nombre del gato, porque sabía perfectamente que Legolas era un personaje del señor de los anillos, así que seguí acariciando a ese gato durante un buen rato.
Cuando me di cuenta, Damiano se había quedado dormido en mi hombro, así que lo único que pude hacer, fue apagar la luz y abrazarle fuertemente del amor que sentía por el.
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L'inciampo dell'amore // Damiano David
FanfictionMadrileña y artista. Esa es Sofía. Una joven de apenas veinte años que ha decidido mudarse a Roma para perseguir su sueño de ser artista. Nada más llegar a Roma, decide salir a descubrir sus calles, pero en un despiste choca con un elegante chico, e...