CAPÍTULO 19

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Al día siguiente tuvimos que madrugar, y nos costó horrores a los dos.

El día estuvo un poco ajetreado, el grupo tuvo entrevistas en un montón de lugares y tuve que acompañarlos.

Cuando cayó la noche, nos habían invitado a una pequeña fiesta bastante elegante, así que tuvimos que arreglarnos.

Tuve suerte de haber cogido mi vestido con vuelo rojo, porque opté por ponerme ese, a conjunto con mis tacones rojos.

El, optó por una camisa blanca, la cual desabrochó los primeros botones, y unos pantalones de color gris. Cogió su americana a conjunto.

Cuando acabe, me lo encontré fumando en la ventana de la habitación, así que lo abracé por detrás.

El sonrió y apago el cigarrillo que llevaba en la mano. Se giró a mirarme.

— Estas preciosa, como si fueses una princesa.

Volví a abrazarlo.

— Entonces, ¿tú eres mi príncipe?

El asintió y dejó un ligero beso en mis labios pintados de un rojo carmín precioso.

No sabía en qué momento nos habíamos vuelto tan cursis, pero me encantaba.

[...]

Cuando llegamos a la sala donde era aquella fiesta, decidimos ir a por una copa de vino, nos encantaba a los dos.

El grupo entero se fue directamente a la pista de baile, les encantaba la fiesta, y la música, tampoco era mala.

Tuvimos un pequeño duelo de miradas él y yo, hasta que una canción lenta empezó a sonar. No promises de Shayne Ward, conocía a la perfección esa canción.

Volvimos a mirarnos.

— ¿Me concede este baile? — Dijo extendiendo su mano.

Agarre su mano, y lo lleve hasta el centro de aquella pista.

Agarró mi cintura y yo me agarré de sus hombros. Parecíamos de verdad un príncipe y una princesa así.

Hubo un momento en el cual nos abrazamos y yo empecé a tararear la melodía de aquella canción. Sentí su cálida voz cantármela al oído, y creo que en ese momento morí de amor por dentro.

— ¿Conoces la canción?

El asintió y yo sonreí.

— ¿Sabes? A partir de ahora, creo que será nuestra canción. — Dije juntando nuestras frentes.

— Me parece genial.

[...]

La noche paso de ser una velada súper romántica, hasta que llegaron Thomas y Victoria con demasiado alcohol y nos echaron por armar escándalo.

Damiano y yo, íbamos riéndonos de aquella situación. Habían acabado demasiado borrachos aquellos tres. Si, Ethan también iba bien, nótese la ironía.

Estábamos volviendo al hotel con la compañía de la oscuridad de la noche.

Narra Damiano:

Aquel vestido le sentaba genial, y aquel pinta labios carmesí que le había visto comprar días atrás, igual.

Parecía una princesa, y eso me hacía feliz, porque sabía que a mi lado tenía una mujer preciosa en todos los sentidos.

Quedaban apenas unos metros para llegar al hotel cuando vi que ella se soltaba de mi agarre y caía al suelo.

Los puñeteros tacones, se le había roto uno.

Ella me miraba con pena desde el suelo, y yo no pude evitar agacharme.

— No se como voy a llegar al hotel con un tacón roto. — Dijo apenada.

— Te llevó en brazos, amore.

Ella negó automáticamente y yo la miré mal. Era muy cabezota.

La cogí sin que ella se diese cuenta y emprendí el camino que ya Thomas, Victoria y Ethan habían acabado.

La gente que había a esas horas me miraba. Yo solo los miraba mal. Odiaba tener miradas encima que me juzgaran.

Cuando llegamos al pasillo del hotel la baje, y ella me miró con pena.

Narra Sofía:

El esfuerzo que había echo Damiano por traerme hasta aquí era muy grande. El tacón era el culpable de todo.

Cuando me bajo lo mire con pena. Me sabía tan mal.

— Deja de mirarme así. Sabías que iba a llevarte si o si.

— Ya pero...

— Pero nada, amore. Esto no ha sido nada, por ti haría mil y una cosas más que estás.

Mi corazón se encogió ante esas palabras.

Era tan bonito lo que sentíamos el uno por el otro, que aún no lo asimilaba. Se me inundaron los ojos de lagrimas por eso, era una sensible.

Entramos al ascensor y se cerraron las puertas tras nosotros. Él me agarró por los hombros y me acercó más a él.

Lo mire disimuladamente con los ojos llorosos, pero acabó pillándome.

Su cara cambio de relajada a preocupación.

Me arrastró hasta la habitación y cerró la puerta detrás de nosotros. Vino hacia mi y me agarró de las mejillas, haciendo que lo mirara.

Cariño, ¿que pasa?

— Que me cuesta asimilar lo que tenemos. Me cuesta asimilar que todo sea tan bonito, que tu seas tan bonito conmigo. Los sentimientos que tenemos el uno por el otro en tan poco, joder, Damiano, son demasiado bonitos.

Él acarició mi mejilla, y sonrió.

— No sabes lo que llegas a tocarme el corazón con eso... Te quiero tanto, Sofía.

Mi impulso fue abrazarlo. Necesitaba su calor para asimilar todo.

Aquella canción que habíamos bailado y que ahora se había convertido en nuestra, sonaba en mi cabeza, en bucle.

Esa, era una de las múltiples canciones que me recordaban a él.

Nos separamos el uno del otro, y él dejó un beso en mi frente dando así a entender que iba a cambiarse y seguramente, a fumar.

Yo me desvestí y cogí una de sus camisetas para poder ir cómoda.

Él estaba en la ventana, fumando, como él imaginaba. Tuve una gran idea.

Saque mi cuaderno de viaje, y lo observe.

Empecé a dibujar su bonita silueta en aquel papel que estaba totalmente en blanco. Él parecía no darse cuenta, así que seguí con mi trabajo.

El humo salía de su boca de una manera tan sexy, que también tuve que añadir ese detalle a mi pequeño dibujo.

Sus tatuajes también acabaron impregnándose en aquel papel. Era demasiado necesario.

Cuando acabó cerró la ventana, y fue hacia el baño. Yo guarde mi cuaderno en aquella pequeña mesita.

Él volvió y se metió en aquella cama tan cómoda conmigo.

Me abrazó, y me beso. Un beso ligero que fue inevitable no seguir.

L'inciampo dell'amore // Damiano David Donde viven las historias. Descúbrelo ahora