CAPÍTULO 53

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Mi tío nos citó a Damiano y a mi a primera hora, y yo me temía lo peor. Me temía que de verdad las cámaras estuviesen activadas ayer y nos viese.

Íbamos caminando los dos por el pasillo hasta el despacho de mi tío, mientras no articulábamos palabra, pero íbamos cogidos de la mano.

Al llegar abrí yo la puerta y ya estaba nerviosa. Bajo la atenta mirada de mi tío nos sentamos en las dos sillas que habían delante de su escritorio.

— ¿No pensáis contarme nada?

Damiano río ligeramente. Yo estaba nerviosa sin articular palabra.

— Vale, todo tiene una explicación. — Pronunció Damiano. — Sabemos porque nos has llamado y lo único que te digo es que no se volverá a repetir, no te preocupes.

Mi tío río, y yo no entendía porque.

— Me gusta que admitáis las guarrerias que os dedicáis a hacer mientras no hay nadie aquí.

Yo me apoyé en el escritorio y me tapé la cara con las manos.

— Y Sofía, cariño mío, no te avergüences. A tu edad yo era igual.

Damiano empezó a reírse y a mi se me escapó la media sonrisa. Menudas confesiones.

— Anda, ya puedes irte Damiano, quiero hablar con ella. Solo quería que admitierais lo que habéis echo juntos.

Damiano asintió, se levantó y depositó un cálido beso en mis labios antes de irse.

Espere que mi tío hablara.

— Tienes que contarme muchas cosas, Sofía. — Dijo riendo.

¿Era mi tío o una adolescente desesperada queriendo saber detalles de lo que hicimos?

— ¿A caso quieres los detalles o que? — Está vez reí yo.

Que asco daba a veces la confianza.

El apoyo sus codos y puso la cabeza encima de sus manos.

— No te voy a negar que he visto el vídeo, porque lo he visto, y madre mía Sofia. Creo que empiezo a entender porque estas con el. Menudo animal.

Me volví a tapar la cara porque estaba extremadamente roja, muerta de la vergüenza.

— Si tu supieses. — Susurré riendo.

Él volvió a reír y me dejo irme.

Salí avergonzada de ahí dentro. Me encantaba tener esta confianza con el, era como la típica amiga que siempre quiere saber los detalles de todo acto sexual.

No me esperaba encontrarme a Damiano al final de pasillo, así que fui hacia el.

Lo vi un poco tenso, tenia que contarle que no había sido nada malo lo que me había dicho.

— Deja de estar tenso, no me ha dicho nada malo, Damià.

Lo abracé por la zona de su pecho, y él me siguió la corriente.

— ¿Entonces que te ha dicho?

Se me escapó un poco la risa acordándome de lo que me había dicho.

— Que entiende porque estoy contigo. Que eres un animal.

Él empezó a reírse.

— Si es que soy lo mejor, amore.

Rodé los ojos.

— Eres un creído, tonto.

— Joder ahora entiendo porque Thomas odia pillaros juntos siempre. — Farfulló Ethan detrás nuestro.

Joder, menudo susto me había llevado.

— Eth, ¿a caso quieres tu también un abrazo? — Preguntó Damiano riendo.

El lloro falsamente y fui a abrazarlo. Ethan era mi niño, mi confidente.

En menos de dos segundos Damiano nos arruinó el abrazo tirandose encima nuestro, y casi lo mato tirarnos al suelo. Aunque él también había acabado en el suelo.

— Joder, ¿hacéis un trio y no me avisáis? — Habló Victoria detrás nuestro.

— Venga, únete al trío, Vic. — La obligó Damiano.

Ella orgullosa se lanzó encima suyo, y yo quise volver a matarlo. Iba a arruinarme la ropa y el pelo.

— Pues no me queda más remedio que unirme yo también. — Habló Thomas que apareció de la nada.

¿Se puede saber de donde habían salido todos?

Thomas se lanzó a mi lado riéndose.

Ethan estaba maldiciendo a Damiano por dentro, el cual reía con Thomas.

De la nada se giró y se pusó a centímetros de mi cara.

— El que llegue ultimo al despacho paga la comida de hoy. — Susurró en mis narices.

Todos salieron corriendo y el me agarró para que no me moviera. Me soltó cuando vio que se habían ido.

— ¡Te vas a cagar, Damiano David!

Empecé a correr detrás de el, mientras él se reía de mi.

— ¡Te ha llamado por tu nombre entero, hoy no follas Damià! — Gritó Thomas desde el despacho.

— ¡Vete a la mierda, Thommy!— Grité yo esta vez.

Acabe lanzándome a la espalda de Damiano antes de llegar, y él no se opuso, de hecho me agarró mejor y por fin llegamos al despacho.

— Os toca pagar la comida, guapos. — Anunció Victoria.

Yo rodé los ojos y me senté en mi silla. Estaba cansada.

Parecíamos niños pequeños. Esperaba que nadie nos hubiese visto haciendo el ridiculo.

Cansada saque dinero de mi bolso, y se lo di para que fuesen a por la comida. Damiano les arrebató gran parte que añadió el. Lo mire muy mal por ese gesto.

Cuando nos quedamos solos, lo mire fijamente, y muy mal.

— Deja de mírame así, amas cuando hago el ridiculo.

Yo me burlé de él, y se puso la mano en el corazón ofendido.

— Hieres mis sentimientos, que conste. — Lloriqueo falsamente.

— Jodete, David.

Me encantaba provocarle llamándolo por su apellido.

Él rodó los ojos ante eso.

— Que amable eres, por dios.

Yo reí por lo bajo.

— Pero me amas. — Dije sonriendo.

— Mucho.

Yo le sonreí aún mucho más.

— Anda, dame un beso. — Exigí.

El se acercó a mi y me besó con ternura y delicadeza.

— Joder, como huele aquí a sexo ya. — Comentó Ethan tras vernos al entrar por la puerta.

¿Pero nadie les había enseñado a picar antes de entrar o que?

— ¿Que te pongo Torchio? — Se burló Damiano con vocecilla de chica.

Yo empecé a reírme. Era demasiado tonto cuando quería. Pero no me esperaba que Ethan le siguiese el rollo.

— Mucho, David. — Respondió Ethan.

En ese momento Damiano se levantó y lo besó falsamente.

Por dios, eran de lo que no había.

— ¡Oye! Que es mi novio, no el tuyo. — Le reclame divertida a Ethan.

Ellos empezaron a reírse, y después aparecieron Thomas y Victoria sin entender nada.

Nosotros seguíamos a lo nuestro.

L'inciampo dell'amore // Damiano David Donde viven las historias. Descúbrelo ahora