♡ Capítulo 3

550 68 3
                                    

 La enfermera asistió al doctor Johnson (nefrólogo) y a la doctora Arquette (oncólogo) durante la cirugía, y observó todo el proceso, en el que los cirujanos extrajeron con éxito el tumor adherido al páncreas del paciente.

—Lleva esta muestra al laboratorio. Hay que analizar el tejido y determinar si es maligno o benigno —ordenó la doctora Arquette.

Juliette observó a Chris, quien yacía en aquel momento sobre la camilla, vivo, pero bajo los efectos de la anestesia, le pareció frágil e indefenso y sintió ternura hacia él, también preocupación. Luego, tomó la muestra del tejido entre sus manos, y con premura salió del quirófano, dirigiéndose al laboratorio donde lo analizarían.

*

   Despertó mareado. Quejumbroso, se removió sobre la cama y al abrir los ojos, se llevó una grata sorpresa. La más hermosa de todas las enfermeras del hospital se encontraba en el cuarto.

—Hola —le saludó.

—Hola —respondió él, sonriente.

—¿Cómo se siente?

—Adolorido y con mucha sed.

Juliette se acercó a la mesa contigua, y le sirvió un poco de agua fría.

Chris tomó el vaso, pero no pudo sostenerlo entre sus manos. Llevaba pocas horas de haber sido intervenido quirúrgicamente, y le costaba coordinar los movimientos de su cuerpo. Se sentía débil y odiaba esa sensación; porque le hacía concebirse a sí mismo como un pobre hombre desahuciado.

—Déjeme ayudarle con eso —ofreció, acercando el vaso hasta sus labios y él bebió hasta el fondo.

—Gracias —dijo, sin apartar sus ojos de los suyos.

—No hay de qué... Llamaré al Dr. Johnson, él debe saber que usted ha despertado.

—¡Espere! —Le detuvo, tomándole de una mano—. Solo deme unos minutos más, ¿quiere? Solo unos minutos... —le imploró, porque no estaba listo para oír el diagnóstico, para hacerse el fuerte en frente de su médico cuando en realidad estaba cagado de miedo. Le avergonzaba, tal fragilidad, también le enfurecía, el que su enfermedad hubiera logrado quebrantar su valor y su hombría. Hubiera llorado de estar a solas, pero aquel agarre suave de sus dedos con los de esa encantadora enfermera le concedió un poco de entereza.

—De acuerdo. —Permanecieron quietos, con sus manos entrelazadas, y a Juliette, una sensación cálida le recorrió todo el cuerpo. Era excitación, y reconocerlo le generó culpa. ¿Cómo podía concebirse así? Toda acalorada y alborozada, por un hombre que acababa de salir de una cirugía en la que le extrajeron un tumor. Él estaba al borde de la muerte, y ella se portaba como una estúpida adolescente. Era tan poco profesional, tan inapropiado, pero ¿Cómo resistirse a sus bellos ojos azules?, que le parecieron mansos en ese momento, como si la necesitase, con demasía—. Ahora sí, debo ir a por el doctor —expresó, mientras lo miraba a la boca y la idea de besarlo se le cruzaba por la mente de repente. Chris se pasó la lengua por sus labios resecos, y, asintió, resignado. Luego, aflojó el agarre de sus manos y la dejó ir.

La enfermera se dirigió al área del hospital donde el doctor Erik Johnson se encontraba. Este se sorprendió al verla tan jadeante y sudorosa, siendo que había optado por tomar las escaleras.

—El paciente de la habitación 24 ha despertado. Monitoreé las máquinas a las que está conectado y sus signos vitales son estables, pero creo que usted debe examinarlo —manifestó ella, tomándose atribuciones que no le correspondían. No obstante, el doctor lo dejó pasar.

—De acuerdo. Acompáñeme, señorita Rhys —dijo este, dirigiéndose al ascensor que los llevaría hasta la cuarta planta de la edificación.

Recorrieron el pasillo del área de cuidados paliativos, y al entrar al cuarto ocupado por Christopher Keller, lo encontraron inerte y con sus ojos cerrados.

—Sr. Keller... Christopher... ¡Chris!... Despierte, por favor. —Se echó sobre él y le tocó el rostro con ternura.

—¿Lo ve, doctor? Se hace la indiferente conmigo, pero yo sé que le gusto —declaró el bribón al abrir sus ojos—. Y algún día me voy a casar con ella.

El doctor Johnson no tomó sus declaraciones en serio, si bien estas lo eran, y se ocupó de examinar a su paciente con el estetoscopio, también midió su temperatura y su presión arterial. No encontró nada irregular, el señor Keller lucía sano, y ahora solo quedaba esperar a que sus suturas cicatrizasen, y los resultados de la biopsia fuesen positivos.

Le indicó descanso, también le ordenó a la enfermera que le diese de tomar una pastilla de ibuprofeno para aliviar su dolencia. Después, se marchó del cuarto, y dejó a los tórtolos a solas.

—No ponga esa cara, que cuando se enoja me dan aún más ganas de besarla —expresó Chris, pero ella siguió ignorándolo, estaba furiosa por lo que había hecho; porque por unos segundos realmente pensó que algo grave le había ocurrido y le hizo daño, de un modo en que jamás lo había hecho otro paciente. Nunca se había dejado envolver de este modo, se sentía como un pez atrapado en una red y por más que aleteaba para salir de allí, no podía—. Señorita Rhys...Jules...

—¡No me llame así! —estalló—. Y no vuelva a decir esa clase de cosas delante de mi jefe. Sé que está enfermo, pero eso no le da derecho a burlarse, y a sacar provecho de mí. ¡Es un imbécil! Sí... Es un cretino de lo peor. —Siguió insultándolo, y él se echó a reír.

¡Maldito fuera!

Por tener la risilla más escandalosa y contagiosa del mundo, una que producía hormigueos en su abdomen bajo, entre otros efectos lúbricos indeseados.

—Lo siento —se disculpó después—. A veces actuó sin pensar y hago estupideces, pero le aseguro que mis intenciones para con usted son muy serias, o acaso, ¿cree que le he ofrecido matrimonio a todas las enfermeras de este hospital?

Era tan jodidamente insoportable, y al mismo tiempo, encantador. Le gustaba, mucho, ¡muchísimo!, y eso, constituía un problema.

—Sé que hay que formalizarlo con un anillo. Le prometo que cuando salgamos de aquí le compraré uno, y también, prometo que me va a tener postrado frente a usted de rodillas.

—¡Cállese ya! —espetó Juliette, pretendiendo que seguía enfadada cuando desde ese "Lo siento" había caído rendida por él. Luego, le entregó la pastilla de ibuprofeno.

Chris se la tragó y bebió un poco más de agua, antes de volver a tenderse sobre la cama. Ella no se apartó de su lado, se quedó esa noche en el hospital y cuidó de él, a pesar de que su jornada había terminado, y que no recibiría ninguna paga por esas horas extras de trabajo.   

_____________________

_____________________

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Todo lo que quiero, eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora