♡ Capítulo 34

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    Erik Johnson hizo sus respectivas averiguaciones sobre el estado de la paciente; y con desagrado confirmó que todo lo que le había contado Christopher era cierto.

Intentó revisar el expediente, que usualmente se encontraba dentro de la plataforma del hospital, a la que accedían todos los doctores; sin embargo, al colocar el nombre de la mujer en el buscador no encontró nada. También interrogó al joven doctor que la había tratado en el área de emergencias, y el pusilánime le dio excusas. Erik supo advertir que estaba nervioso, y que le mentía; pero no se rindió. Aprovechando que se encontraban a solas, aferró al tipejo de sus ropas, y lo amenazó.

—¿Estás consciente de la gravedad de lo que has hecho, Zachary? —manifestó, con severidad—. Si ha sucedido lo que creo, has sido cómplice de un rapto... al falsificar ese diagnóstico y consentir que el bastardo de Dave O'brien saque provecho de una mujer indefensa. ¿Y sabes qué pasará cuando todo esto se sepa? ¿Crees que culparán al niño rico? ¡Claro que no! Su papi el senador hallará la manera de salvarle el pellejo, mientras que tú, perderás tu empleo, y acabaras en la cárcel, siendo violado por algún tipo grandote.

Zachary se puso a temblar, tras escuchar las palabras del hombre maduro; y Erik aprovechó aquel signo de debilidad para extraerle la verdad.

—Si me ayudas ahora, puede que aún puedas obtener un arreglo con la policía.

—¿Estás colaborando con ellos?

—Sí —mintió, aflojando las manos para permitir que el joven doctor pudiese respirar con calma.

Zachary se pasó las manos por el pelo; parecía desesperado, porque reconocía que estaba embarrado de mierda, y que muy difícilmente podría librarse de un castigo.

Dave le había pagado una buena cantidad de dinero para falsificar esos informes médicos, así como para conseguirle esa sustancia que estaba usando para mantener drogada a la paciente; y aunque el sujeto le prometió protección, entre otras ventajas, Zachary sabía que, de involucrarse la policía, Dave no dudaría ni un segundo en achacarle la culpa, para así poder limpiarse las manos.

¿Qué otra opción tenía?, más que defenderse y asegurarse algún acuerdo con las autoridades.

Decidió cooperar, y después, le contó al doctor Johnson todo lo que sabía respecto del paradero de Juliette.

—La mantiene drogada, y en uno de los pisos superiores, creo que es el octavo. Dave hizo contratar a dos fortachones para que vigilen toda el área, y no permitan que nadie más pueda acercarse a ella, también ha sobornado a una enfermera... ¡Amber!, para que colabore con él...

Tras obtener la confesión del hombre, Erik no pudo reprimir su rabia, y le profirió a este un golpe en la cara; que le hizo caer al piso.

—Has de sentir vergüenza de ti mismo, Zachary. ¡Eres una basura!

Salió del cuarto en el que estaban. Con rapidez, tomó su teléfono móvil y se comunicó con Christopher Keller.

—¡Tenías razón! —le dijo al muchacho—. Le mantienen sedada en el octavo piso del hospital.

Se reunieron en el departamento del doctor, media hora después; allí Erik le dio a Chris el uniforme que había hurtado. El joven se desvistió dentro de uno de los baños de la vivienda, y con premura se calzó aquellas prendas de color azul.

—¿Qué carajos haces con eso? —expresó Erik, al notar la pistola que el hombre joven había calzado a su pantalón.

—Es por prevención, doc. No voy a salir del hospital sin ella; y si el bastardo de Dave se nos interpone en el camino...

—No voy a ayudarte si andas con esa cosa. —Se acercó a Christopher, y apoyo ambas manos sobre sus hombros—. Sé que estás asustado y desesperado, pero la violencia nunca es la solución. ¡Suelta esa arma!

Acabó cediendo. Metió la pistola dentro del bolso de donde la había sacado, y se la entregó al doctor Johnson; quien la colocó en un lugar donde consideró no generaría peligro alguno.

Salieron del edificio residencial, y se trasladaron al hospital. Estaba por anochecer, pero eso les era algo positivo; ya que, bajo el cobijo de la oscuridad, les sería más fácil el llevar a cabo su plan.

—Toma —le entregó una credencial—. Es una de mis llaves electrónicas de respaldo, con ella tendrás acceso a varias de las zonas restringidas para los civiles. Trata de mantener un perfil bajo, y que no te reconozcan una vez estés adentro... Te esperaré en el tercer piso. Hay dos matones vigilando el área donde Juliette se encuentra, así que no podremos acceder por los ascensores, ni por las escaleras internas... Creo que hay una oportunidad de hacerlo a través de las escaleras de emergencia; que están dispuestas a los costados del edificio.

—Gracias, doc.

—Dame las gracias cuando todo esto termine, muchacho.

Erik se bajó del vehículo, y entró al hospital; Chris aguardó varios minutos más antes de seguirle. Se mantuvo cabizbajo al atravesar la puerta principal. Trató de evadir a la odiosa recepcionista, quien había sido testigo de su ataque de histeria del día previo; y no dudaría en exponerlo como un farsante y llamar a la policía.

«Ayúdame, Señor. Por favor, eso te imploro... Permíteme, salvarla»

Logró pasar a los vigilantes del primer pabellón, aunque al deslizar la tarjeta electrónica que daba acceso a las otras áreas, y que estaban a nombre del doctor Johnson, el sensor comenzó a sonar escandalosamente.

«¡Mierda!»

—¿Todo bien, doctor...? —indagó uno de los robustos sujetos que se le acercaron, mirándole con recelos.

Chris abrió la boca y pretendía dar una excusa, cuando aquella mujer llegó.

—¡Doctor Cooper! —bramó la enfermera Khloe—. ¿Dónde se había metido? Lo he estado llamando por horas, tenemos una situación de emergencia; y se necesita de su intervención. ¡Venga conmigo! —expresó con dramatismo, cogiéndolo por una mano—. ¿Y ustedes qué miran? ¡Pónganse a trabajar y dejen al doctor Cooper en paz! —ahuyentó a los guardias.

—Ya se fueron. Está a salvo, Sr. Keller.

—Gracias.

—No hay de qué... Ahora, ¡váyase!, que el doctor Johnson lo está esperando.


Todo lo que quiero, eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora