♡ Capítulo 18

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    En la firma de abogados siempre había algo nuevo que hacer, fuesen tareas básicas como imprimir o fotocopiar un documento, contestar llamadas, comprarle a su jefa el almuerzo o prepararle un café, y, hasta cosas más complejas, como acompañar a Katlyn a sus reuniones con los clientes y asegurarse de anotar cada dato importante para el caso, que luego, juntos analizaban en el despacho de ella, haciendo conclusiones e ideando la mejor estrategia para el juicio. Ella no lo trataba como a un muchachito inexperto, sino como a su igual, y, eso, le gustaba a Chris, porque le hacía sentir importante.

Hasta ahora su relación con ella había sido estrictamente profesional, y no había habido insinuaciones de su parte, ni encuentros que pudiesen considerarse como acoso sexual.

«Puede que Peter únicamente buscase molestar a su ex jefa, por la que no parecía tener gran estima, al hacerme esos comentarios malintencionados», se decía Chris, mientras observaba a la refinada dama, que ese día en específico, había decidido ponerse un traje ejecutivo, consistente en una chaquetilla de color blanco y una falda corta, que se ajustaba a su atlética figura de un modo seductor.

Era hermosa; de un modo banal que no le excitaba.

No como sí lo hacía su querida Juliette, quien era sencilla y casi no usaba maquillaje, ni tampoco ropas de diseñador, pero, aun así, siempre lucía preciosa. Pensó en llamarla, y eso hizo, aprovechando que era la hora del almuerzo.

Marcó a su teléfono móvil, y ella le contestó al tercer repique; no estaba sola, puesto que Chris notó esas risillas, la de una mujer que supuso habría de ser Sophia, y la de ese doctor cretino, que seguía buscando motivos para estar cerca de su novia. Le causaba unos celos terribles, aunque procuraba dominarlos, porque sabía que no podía prohibirle el socializar con sus compañeros de trabajo. Juliette tenía derecho a hacer amistades, y, a tener una vida, que no solo se centrase en él.

—Te extraño —manifestó, y ella le contestó con un tono algo bajo.

—Yo también, mi amor.

—Dímelo otra vez, que me encanta que me llames así.

—No me hagas pasar vergüenza en de frente a mis amigos —expresó Juliette.

—Vale, reservaré toda mi cursilería para esta noche. Podríamos darnos un baño en la tina de mi apartamento, de esos tibios y aromáticos, poner algunas velas y de fondo un disco de Barry White* —dijo jocoso, y la escuchó carcajear. El efecto de su risa en él seguía siendo el mismo de esa primera vez en que hablaron, puesto que los bichos seguían aleteando dentro de su estómago, produciéndole ese cosquilleo tan propio del enamoramiento.

—Me encantaría, porque en serio necesito relajarme, pero tengo que quedarme esta noche en el hospital, hay una cirugía importante y Dave me necesita...

—¿Dave O'brien? —su voz sonó más chillona de lo que él quiso que sonase—. Creí que trabajabas para el doctor Johnson.

—¡Lo hago!, solo que algunas veces se me permite asistir a otros doctores, porque es bueno para mi educación. Yo aún estoy aprendiendo el oficio y aspiro a convertirme en una enfermera matriculada —se justificó ella, y Chris tomó una bocanada profunda de aire.

«Es trabajo...

A Juliette no le gusta ese hombre.

Así que no te portes como un cretino, ¡no intentes controlarla!, porque... Acabarás alejándola de ti.»

—Y lo serás, Jules. Vas a obtener ese diploma —le motivó—. Te llamaré esta noche, ¿sí? Ahora debo comer y apresurarme, que tengo que acompañar a mi jefa a una reunión esta misma tarde... Te quiero mucho.

Todo lo que quiero, eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora