♡ Capítulo 9

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    Juliette no durmió bien esa noche, no paraba de removerse y aunque cerraba los ojos no lograba adentrarse en el mundo de los sueños. Continuó espabilada hasta el amanecer, y aun después, mientras se daba una ducha, no pudo desligarse de esa sensación premonitoria, de que algo importante iba a ocurrir, aunque no sabía si esto sería positivo o negativo. Pensó en Chris, como lo hacía en cada minuto, en cada segundo; y se tocó el pecho, por encima de donde su corazón latía acelerado. Tuvo miedo por él, porque estaba consciente de su delicado estado de salud y por eso, hizo una plegaría a Dios. Ella no estaba lista para perderlo.

¿Perderlo?, ¡pero es que él jamás había sido suyo!

Se reprochó por ser tan tonta, por seguir enamorada de aquel hombre que le había lastimado tanto, y estaba tan abstraída en su enojo, que por poco no quema el huevo frito que iba a comerse de desayuno.

Apagó la hornilla y retiró el pan de la tostadora. Le aplicó mantequilla, mucha mantequilla, porque así le gustaba, y lo digirió junto a aquel huevo maltrecho. Los ruidos del exterior eran estridentes y el cielo se mostraba claro, intensamente azul. La ciudad de San Francisco había despertado.

*

    En el hospital la dinámica se desarrolló según lo acostumbrado, la doctora Piper Morgan, directora del hospital, se dirigió a todo el grupo, integrado por más de 100 profesionales (doctores, enfermeras, camilleros, entre otros), y les dio un pequeño discurso para dar inicio al nuevo mes. Dave estaba allí, y se portó muy amable, pese a lo ocurrido entre ambos la noche anterior. Sophia también le saludó, pero parecía nerviosa, como si le estuviese ocultando algo. Luego, cuando Juliette se percató de que el Dr. Johnson no estaba presente en la Sala, sus alarmas se encendieron.

—¿Qué está sucediendo? —le espetó a la morena, una vez la reunión concluyó.

Sophia se sentía culpable, por haber intervenido y saboteado su relación con el Sr. Keller.

—Lo siento, Jules —expresó, desahogándose—. Estaba preocupada por ti, no quería que arruinaras tu vida, que la desperdiciaras cuidando de un hombre moribundo cuando podrías estar divirtiéndote con Dave... Por eso le dije esas cosas al Sr. Keller.

—¿Qué cosas?

—Le pedí que si de verdad te amaba entonces pusiese fin a la relación que tenían, que se alejase de ti.

Juliette jadeó, sorprendida y enervada. Quería abofetear a Sophia, por ser una metiche y una atrevida, por tomar decisiones que no le incumbían. ¡Ella les había arrebatado tanto tiempo! Horas y días en que pudieron estar juntos, siendo felices. Porque, aunque para los otros fuese difícil de comprender, Juliette había hallado más dicha en ese cuartito de hospital, charlando con Chris y sintiendo el tacto de sus manos en las suyas, que en cualquiera de esas citas que había tenido con Dave O'brien. Aunque también sabía que las intenciones de Sophia no habían sido malas, y que la amistad que le ofrecía era una genuina. Por eso, se abstuvo de ser violenta con ella.

—¡Fue un error! Ahora lo sé, y me siento tan culpable, porque si ese hombre hoy se muere en el quirófano...

—¿Quirófano?, pero ¿de qué diablos hablas? —bramó Juliette, zarandeándola, y fue cuando Sophia, le dijo todo lo que sabía.

—Lo están operando ahora mismo. Hubo un accidente de tráfico anoche, varias personas fallecieron y uno de ellos era un donante... Sus órganos fueron distribuidos entre varios de los pacientes del hospital, y Christopher Keller recibirá un riñón.

Juliette no escuchó más, salió corriendo al pasillo y en la recepción del hospital solicitó información; la empleada le indicó el área donde se estaba llevando a cabo el procedimiento y el quirófano, pero era una zona restringida y ella no podría entrar. No le quedaba más que esperar, y sentía que se volvería loca.

Todo lo que quiero, eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora