Chris tenía el presentimiento de que algo iba mal.
Todo comenzó cuando ese viernes Juliette no se comunicó con él, siendo que era costumbre el que ella le enviara algún mensaje durante sus noches de guardia en el hospital. Aunque pudo llamarla el mismo, no quiso pecar de entrometido o de ser un novio controlador. Ella podía estar en un quirófano u ocupándose de algún paciente, por lo que decidió esperar. Durmió poco y despertó cansado; la presencia de Katlyn en su domicilio le incomodaba, y deseó que ella pronto pudiese encontrar otro lugar donde quedarse. No tenía nada que ofrecerle a su huésped de desayuno, por lo que, tras asearse, salió del departamento y caminando se trasladó hasta un establecimiento que quedaba a algunas cuadras de distancia, allí compró varios croissants, así como algunas frutas, pasta y leche desnatada.
El camino de regreso a su casa se le hizo más largo de lo deseado. Se encontró con un aparatoso accidente de tráfico, que obligó a las autoridades a cerrar la vía principal; por lo que debió tomar una ruta alternativa. Llegó al lobby de edificio, una hora después, sintiéndose acalorado y con algo de dolor muscular. Ricky (el chico de la recepción) no estaba, sino esa otra chica, Susana (como Chris creyó recordar que se llamaba) y quien regularmente se ocupaba de la limpieza, pero que suplía a Ricky cuando este necesitaba ir al baño, o tomar un descanso durante su jornada de trabajo. La saludó con cortesía, sonriéndole como lo hacía con todo el mundo, y la mujer le saludó de vuelta.
Luego, Chris aguardó por el ascensor, y subió a este, minutos después, había otras personas dentro y el compartimiento se le hizo caluroso y estrecho. Respiró con calma al llegar a su piso, y a penas entrar al departamento, escuchó los ladridos de Buddy. No le hacía gracia el tener al canino amarrado, pero la noche anterior se había puesto belicoso y exhibió sus colmillos de un modo muy amenazante a Katlyn. Cosa rara, puesto que Buddy usualmente era muy cariñoso, y confiando, con los extraños. ¿Tendría este un sexto sentido que le hacía advertir aquello que Chris no podía?
Katlyn lo recibió bulliciosa. Se había vestido y acicalado. Ella era una mujer elegante, quien siempre tenía su maquillaje elaborado, como si estuviese a punto de tener una sesión de fotos, y Chris se preguntaba, «¿Qué había detrás de todo eso?» Nadie era así de perfecto, y eran precisamente esos detalles, las imperfecciones de una persona, lo que te hacía conocerla verdaderamente.
—Uhm... está buenísimo el croissant, Christopher. ¿Dónde lo compraste? —le buscó conversación mientras comían, y él le explicó el cómo llegar al lugar; aunque de un modo desordenado, puesto que tenía otras preocupaciones en su cabeza. No dejaba de pensar en Juliette. Le preguntó a Katlyn si esta había pasado por el departamento, y ella se lo negó.
—He estado sola todo el rato... Con tu perro, quien no para de ladrarme. ¿Lo has vacunado?, no vaya a ser que tenga rabia o alguna otra enfermedad.
—Lo siento, no sé por qué se comporta así contigo —contestó. Después, tomó su teléfono móvil e hizo esas llamadas. La recepción era mala, por lo que optó por asomarse al balcón.
Un repique, dos repiques, tres... Y el buzón de voz.
—Jules, ¿dónde estás? No te veo desde el jueves. Estoy preocupado, así que, por favor, comunícate lo más pronto posible conmigo... Te extraño, y... Tengo mucho que contarte.
*
Juliette salió de aquel condominio. La mano todavía le temblaba tras darle esa cachetada a la zorra de Katlyn Reed, y el corazón le latía muy rápido, producto de la rabia.
«No puede ser cierto», se negó a creer.
Con tal convicción, subió a su vehículo.
«Todo se aclarará, cuando hable con Chris», siguió diciéndose mientras conducía, aunque recuerdos de lo que encontró en aquel departamento venían a ella a cada segundo que pasaba. La apariencia descuidada de Katlyn, el que Buddy estuviese amarrado, también esos platos sucios que notó en la encimera de la cocina. ¡Esa mujer había pasado la noche allí!, pero ¿por qué Chris se lo había permitido? Y, ¿por qué no había intentado contactarla después de todos esos mensajes que le había enviado la noche anterior?
Estaba confundida, y le costaba concentrarse en lo que ocurría a su alrededor. Tal vez, por eso, no vio cuando el otro conductor se salió de su carril, y derrapó hasta impactarla por detrás. El choque hizo que la bolsa de seguridad de su vehículo se accionase, evitando lesiones más graves, pero le dolía la cabeza, también el cuello, y estaba segura de que su frente sangraba, porque se había golpeado contra el espejo retrovisor.
Oyó las voces en el exterior, también la sirena de una ambulancia...
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Todo lo que quiero, eres tú
RomanceChristopher Keller es un hombre enfermo de gravedad, que guarda profundos arrepentimientos. A pesar de necesitar un trasplante de riñón para salvar su vida, las probabilidades de encontrar un donante compatible parecen cada vez más escasas, y él se...