♡ Capítulo 14

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     Al estar enfermo dejas de preocuparte por los problemas mundanos, porque sobrevivir a cada día se convierte en tu única prioridad, debes luchar contra la dolencia que te consume, y no permitir que esta te debilite en espíritu. Eso fue lo que hizo Christopher, se centró en esa lucha e ingenuamente llegó a pensar que una vez tuviera salud, el resto se le daría fácil, pero no fue de ese modo. Sus finanzas estaban severamente afectadas, tras 4 años sin trabajar, y cubriendo gastos médicos costosos. Además, volver al mercado laboral no le fue una tarea sencilla, siendo que ya no era un jovencito y había mucha competencia. Al principio recurrió a sus contactos, a todos esos amigos que había hecho en la universidad y durante sus primeros años de carrera; todos se mostraron amables y condescendientes, esbozando dramáticas exclamaciones sobre estar felices de que se hubiese recuperado, ¡claro!, pero ninguno fue capaz siquiera de hacerle una puñetera llamada mientras estuvo entubado a todas esas máquinas y postrado en una cama de hospital, eran hipócritas y como tales, le dieron falsas esperanzas, sobre que aunque en el momento no tenían ningún puesto disponible en sus bufetes, si en el futuro llegasen a necesitar de un abogado, él sería la primera persona a la que llamarían.

Chris estaba desesperado por conseguir dinero, y así, largarse de la casa de sus padres. Se inscribió en varias páginas webs de búsqueda de empleos, e incluso revisaba los clasificados del periódico local a diario. Envió su currículo a diversos escritorios jurídicos, y acudió a algunas entrevistas; sin embargo, nada ocurrió.

Se sentía frustrado, y trataba de disimularlo ante Juliette, también ante su madre.

Jamás se quejaba en voz alta, porque no quería parecer un desagradecido ante Dios...

Debió acudir al hospital para hacerse un chequeo. Fue raro el volver a allí, y aterrador. Existía la posibilidad de no salir, si su médico llegase a detectar algún síntoma de rechazo de su órgano. Afortunadamente, no fue de ese modo, el doctor Johnson lo halló en perfecto estado de salud, y hasta lo felicitó; eso lo hizo sonreír, por lo que apenas dejar el consultorio del especialista se dirigió al pabellón de enfermería. Allí, fue observado con gran curiosidad por las mujeres y hombres del lugar, algunos le reconocieron y hasta le saludaron, y él se acercó a una de las damas, a Sophia, la amiga de Juliette. Fue ella quien le dijo que su novia estaba en el área de pediatría, que se ubicaba en el segundo piso.

Chris tomó las escaleras, y no el ascensor, porque le daba satisfacción el ser capaz de recorrerlas, y halló a Juliette en aquel cuartito de paredes de vidrio y rodeada de infinidad de nenes recién nacidos. Su corazón se alborozó ante la imagen que tenía al frente, de la mujer que tanto amaba cargando a un niño en brazos, y cantándole de la manera más dulce. Fantaseó con que, algún día, fuese un hijo de ambos el que ella estuviese arrullando.

Juliette permaneció abstraída por un rato, sin alzar la mirada, pero al hacerlo y notarlo, sus ojos verdes se iluminaron, y sus mejillas se colorearon. Sonrió y él le sonrió de vuelta. Después, colocó al bebito en su cuna y salió del cuarto, para reunirse en el pasillo.

—¿Qué hacías allí dentro? —preguntó, y ella se mordisqueó el labio levemente antes de revelarle uno de sus tantos misterios.

—Vengo aquí cada vez que me siento agobiada por todo lo que ocurre en el hospital... Es silencioso la mayoría de las veces y tiene ese olor a talco que caracteriza a los bebés... Me gusta cantarles y mecerles en mis brazos, concibiéndoles tan tiernos mientras me ven con sus ojitos puros, me da esperanza. Me recuerda que la vida sigue, y que por cada alma que se va de este mundo, una nueva llega... En fin, ¡estoy loca!

—A mí no me parece que eso sea una locura —respondió, apoyando una de sus manos sobre el hombro izquierdo de Juliette mientras que, con la otra mano, le sobaba una mejilla—. A mí me ocurría algo semejante... A veces pasaba todo el día siendo estudiado y jorungado, y acaba muy cansado, pero me aferraba a eso, a la idea de que al final de ese día de mierda podría verte, que podría escuchar tu voz y tener el placer de tocar tus suaves manos, y cuando sucedía, Jules, cuando estabas junto a mí, recordaba el porqué valía la pena seguir luchando, y recuperaba mis ganas de vivir.

Se le aguaron los ojos, y lo envolvió, apoyándose en las puntas de sus pies para poderlo sujetar bien. Su cabeza se hundió en su cuello, mientras Chris la sostenía, usando su propia fuerza para facilitar aquel abrazo.

—No llores... Ya todo eso pasó, estoy bien. El doctor acaba de confirmarlo.

—¿Ah sí?

—Sí, y me dio permiso para hacer nuevas posturas al estar juntos en la cama.

—¡Chris!, ¿cómo se te ocurre el contarle al doctor Johnson sobre nuestras cosas? ¡Es mi jefe!, ¿ahora con qué cara lo voy a ver? —replicó, enojándose, y él se burló, porque, ella se veía demasiado linda cuando arrugaba el entrecejo y fruncía sus labios; que tenían ese tono rosáceo, tan apetecible, aun cuando no tenía puesto lápiz labial.

—Tranquila, que yo no le dije tu nombre... él no sabe que estamos saliendo —le tranquilizó, obrando con ternura y dándole un besito afectuoso sobre su frente.

*

    Ellos no se dieron cuenta, pero en ese momento estaban siendo observados. Dave había pasado por el área de cuidado de recién nacidos, con la intención de compartir una golosina achocolatada, que había comprado en una de las máquinas dispensadoras del primer piso, con Juliette y buscarle charla, ¡cuál fue su sorpresa!, al encontrarla en brazos de ese hombre alto y rubio. ¿Así que ese era el tal Chris? Es que todavía no podía creérselo, que ella prefiriese estar con ese tipo, quien hacía tan solo meses había estado moribundo y de seguro no tenía ni donde caerse muerto, en vez de con él, quien era un pediatra prestigioso y adinerado. El hecho le causaba disgusto, porque no solo se trataba de una cuestión del corazón, sino de su orgullo herido, y Dave no pensaba darse por vencido. Por eso se mantenía cerca de Juliette, albergando intenciones muy oscuras, puesto que esperaba por esa oportunidad en que Chris cometiese algún tras pie en su relación, y que ella, despechada, buscase en su amigo algo de consuelo, para intentar seducirla.   



Todo lo que quiero, eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora