♡ Capítulo 31

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   Había anochecido, lo supo a pesar de que las persianas del lujoso cuarto estuviesen cerradas, puesto que la iluminación dentro del espacio era ahora muy distinta a como lo había sido por la mañana. Muchas bombillas estaban encendidas a todo su alrededor, exaltando la pulcritud de las paredes blancas; y cuyos destellos incidían sobre sus dilatadas pupilas, agudizando su dolor de cabeza.

Estaba consciente de que algo turbio se estaba desarrollando a su alrededor, y recordó el comportamiento de Dave; como la abordó por la mañana, echándosele encima de un modo invasivo, que no se adecuaba al tratamiento que debía darle, al ser una paciente del hospital.

"Yo cuidaré de ti", había pronunciado con un tono sombrío, que lejos de tranquilizarla, le produjo miedo.

«Tengo que salir de aquí.»

Trató de ponerse en pie, pero no lo logró, estaba muy débil; producto de las fuertes drogas que le estaban suministrando por vía intravenosa. Tenía los músculos entumecidos y su garganta reseca.

La puerta fue abierta por una mujer. Era rubia, alta, muy bonita. Juliette la reconoció, sabía que se llamaba Amber, y que era una de las enfermeras que siempre asistían a Dave durante sus intervenciones quirúrgicas.

Aunque ellas jamás hubiesen intercambiado palabras amistosas, trató de obtener su ayuda.

—Amber...—pronunció con dificultad—. ¿Qué está sucediendo?

—Tuviste un accidente automovilístico, y recibiste un golpe en tu cabeza —le contestó con frialdad—. Dave movió sus influencias, y te trajo a esta suite privada; incluso se ofreció a pagar por todos tus cuidados médicos... No sé qué le habrás hecho, pero él está prendado de ti.

—Yo no he hecho nada para incitarlo... Y no quiero permanecer aquí. Por favor —Le imploró, con ojos llorosos—. Ayúdame a escapar.

—No, eso me traería problemas. Además, este lugar es como una fortaleza. Siquiera llegaríamos al ascensor sin ser sorprendidas por esos hombres fortachones que Dave contrató para custodiar el pasillo.

—No puede hacerme esto, mantenerme apresada y drogada. Porque, eso es lo que me están suministrando, ¿cierto? No es medicina, sino alguna sustancia que me hace sentir así de débil e incapaz de valerme por mí misma... No lo entiendo, ¿por qué me hace esto?

—¡Él puede hacer lo que quiera!, porque su familia es la dueña de esta ciudad —refutó Amber—. Si quieres un consejo... Sé dócil, no te le resistas... A Dave no le gustan los rechazos, y se torna violento cuando se enoja.

Juliette analizó todas las palabras que le dijo la mujer. Ella parecía asustada, y no solo ante la posibilidad de perder su trabajo, sino a una consecuencia física, a ser agredida por Dave.

Le recorrió un escalofrío por toda la columna, ya que logró recordar algo que supuso ocurrió mientras estaba bajo el efecto de las drogas. Él la había tocado sin su consentimiento, atreviéndose a subirle la blusa, y posar sus manos alrededor de sus senos desnudos. Sintió tanta repugnancia.

«¡Maldito desgraciado!»

Le embargó la duda, de que tal vez sus tocamientos lascivos hubieran sido más prolongados de lo que recordó; de sí, él se le habría subido encima, para asaltarla sexualmente.

«No, Dios.

¡Nooo!»

La máquina que monitoreaba su corazón empezó a sonar muy rápido, y Amber le pidió que se calmase. Luego, tomó uno de los frascos que estaban sobre la mesilla contigua a la cama, y cargó una inyectadora con su contenido. Se lo suministró por la vía intravenosa, que estaba conectada a su brazo izquierdo.

El efecto fue rápido, demasiado rápido.

Su mente se obnubiló, como si acabase de sufrir un cortocircuito, y en su último instante de raciocinio, Juliette pensó en Chris.

Él era su única esperanza. 


Todo lo que quiero, eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora