43.- Revelaciones

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Link se puso de pie, mientras el Sol se escondía detrás de las montañas y el frío incrementaba.
—¿Qué es lo que tienes que decirme?
—Es una historia extensa. ¿Deseas mantenerte aquí durante el relato?
Echó un vistazo al horizonte, pensando en qué dudas resolvería Nyel en esta noche. Decidió su respuesta.
—Vayamos a un lugar más cálido.
El orni lo condujo hacia su casa, que estaba en una de las partes de mayor altura de la aldea, aunque poseía una fogata. Amali estaba dentro, mas, al verlos, le hizo un asentimiento a su esposo.
—Creo que es mejor que estén en privado hasta que Nyel termine su historia. No tarden mucho.
De esta forma, Link y Nyel se quedaron a solas, este último colocó su acordeón en el suelo y se acercó al fuego, sentándose e invitando a su compañero a hacer lo propio.
—Antes te mencioné a Gaizka, mi maestro —su interlocutor asintió—. Así como que el elegido por la espada poseía algo que mi maestro anhelaba, ¿correcto?
—¿Qué fue lo que intentabas decirme con eso, Nyel?
—Que, Gaizka, por supuesto, estaba enamorado de la princesa de la familia real. Él se sentía celoso, a pesar de que no quería admitirlo abiertamente. Peor para él era saber que, su alteza real solo tenía ojos para una persona. Su escolta, lo que quiere decir... Ese escolta eras tú, ¿o me equivoco, Link?
—Siendo honesto... —Link no sabía cómo continuar con las ideas que pasaban por su mente. Esto confirmaba los sentimientos que la princesa albergó ¿o albergaba? por él y su corazón no paraba de ir a un ritmo desenfrenado—. Me sorprende que sepas quién soy. Pero... La princesa no podía tener esos sentimientos por mí, tal vez... —recordó lo que vio en la Luna carmesí y trató de apartar esa memoria de su mente, no obstante, no pudo. Solo quería negarse a la verdad— Hubo una confusión.
—Mi maestro no se equivocaba, Link. Y puedo notarlo por tu semblante —contestó, negándole con la cabeza y el caballero lo observó con inquietud—. Lo sospechabas y esto provocó que tuvieras una rectificación.
—Necesito escuchar el resto del relato para tener mis propias conclusiones, sino es molestia.
—De acuerdo entonces. Mi maestro, antes de pasar a mejor vida, me enseñó lo que había sabido sobre el suceso de El Cataclismo, y sobre todo, respecto a la princesa. Fue de los pocos sobrevivientes tan relacionados a la familia real, teniendo una conexión tan íntima al ser poeta y, a su vez, estar involucrado con los sheikah. Él solía escribir algunas de sus obras, como poemas o escritos, dedicados a la princesa, sin embargo, jamás pudo ser muy cercano a ella como él quería, debido a que solían estar en sitios distintos, y cuando se encontraban, su alteza se encerraba en su habitación, y en contadas ocasiones, se permitió la compañía de mi maestro. Cuando Gaizka pensó que al fin podría establecer una relación más estrecha con la princesa, aunque fuera meramente platónica, apareciste tú, Link. Al tener un guardia que la acompañaba a todas partes, se redujo todo contacto al que pudiera aspirar con ella, se dijo que no se desanimaría, ya que, al fin y al cabo, escuchó en una ocasión que su alteza no se dirigía tan apropiadamente hacia ti. Eran rumores que rondaban por el castillo cada tanto. ¿Esto trae algún recuerdo hacia ti, Link?
Link sabía que en algún punto, ellos dos no se llevaron tan bien. Lo que desconocía es que otras personas estuvieran enteradas, aunque si rebuscaba demasiado en su cabeza... Mipha era muy comprensiva con él en tiempos difíciles, y atando cabos, era posible que la princesa Zelda tuviera relación con ello.
—Puedo visualizar a qué podría hacer referencia, pero quizá necesito visitar más lugares. Todo indica a que mi memoria funciona de forma que los lugares me ayudan a rememorar.
—Comprendo. Prosiguiendo con las notas y palabras de mi maestro, me narró cómo, viéndote solo una vez de frente, supo que la princesa te miraba de una forma distinta a cualquier otro habitante del reino, contra todo pronóstico. En ese preciso momento, comenzó a sospechar que su alteza se había enamorado de su escolta. Lleno de rencor consigo mismo, se arraigó al pensamiento de que nunca podría ser correspondido y desde su perspectiva, tú te convertiste en la persona que le arrebató algo muy preciado —Nyel hizo una pausa para recuperar el aliento—. Según me narró, varias semanas después aconteció el Gran Cataclismo y, hasta lo que él conocía, la princesa jamás logró despertar sus poderes por más que ella pusiera todo su empeño, él estaba entristecido por su situación, sin embargo, el tiempo se había agotado y lo único que pudo hacer fue refugiarse en Aldea Kakariko, con la esperanza de que los sheikah se harían cargo de la catástrofe. Durante el camino, observó lo que confirmó todas sus sospechas. Cerca de la muralla de Hatelia, una decena de guardianes rondaba por la zona y, para terror suyo, vio cómo se acercaban a ti y a su alteza, les reconoció porque destacabas por tu túnica. Pensó que estarían a salvo porque te vio muy dedicado a proteger a la princesa a toda costa. Mi maestro estaba paralizado y las piernas no le respondían. Mirándote así, supo que tú también debías haber tenido los mismos sentimientos que él por ella, y, ocurrió la tragedia. Por lo poco que divisó desde la lejanía, estabas a punto de ser derrotado...
El dolor en la sien no le permitió seguir escuchando al trovador. Un remolino de imágenes vinieron a su mente.
"Te lo ruego, salva tu vida. Huye" Zelda se escuchaba tan implorante en su mente que su cabeza empezó a dolerle. En su memoria, él no dio su brazo a torcer y siguió peleando. Un resplandor lo rescató antes de caer inconsciente.
—... Ella me salvó —murmuró Link, antes de que Nyel pronunciara otra palabra—. Mientras lo narrabas, mi mente lo trajo de vuelta.
El orni asintió.
—Sí. Así es. Mi maestro logró ver el poder de la princesa despertar desde donde estaba. Los sheikah no tardaron en llegar por lo que averiguó, no obstante, al estar tan impresionado, ni siquiera acertó a ayudarles. Algo, que según me contó, se arrepiente. Supo más detalles gracias a los sheikah que te llevaron al santuario de la vida, al menos, así me dijo mi maestro que se llama el recinto en donde reposaste todos estos años. Fue en ese momento que Gaizka decidió que haría lo necesario para inmortalizar su legado, desde los campeones hasta su alteza real. De esa forma, me transfirió la siguiente composición, de la cual te sonará la melodía.
Nyel tomó su acordeón y Link lo escuchó cantar de una manera que invitaba al oyente a ignorar cualquier otro ruido y concentrarse en las palabras plasmadas en la canción.

Princesa de la calmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora