13.- El deber llama

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Urbosa y Zelda habían llegado hasta los jardines del castillo, fuera de todo el bullicio.
—¿Está todo bien, alteza? —inquirió Urbosa.
—¿A qué viene la pregunta, Urbosa? Claro que todo está bien —respondió Zelda, haciendo un amago de sonrisa.
—No la vi muy contenta en la ceremonia, si me permite decir.
—No pasa nada, ¿sí?
—Pude verlo en su rostro, princesa. Pude ver que había algo que no terminaba de gustarle sobre Link.
—¿También tú vas a decirme eso? Hoy en día mucha gente me lo dice, y no necesito que...
—Que te lo recuerden, sí. Esperaba que dirías eso. Porque, podrás creerlo o no, alteza, pero es importante decírtelo lo suficiente para que lo tengas presente cuando sea necesario. ¿No podría contarme sobre ello, por favor?
—Yo... Creo que no es el momento. Hablemos de eso después, ¿me dejarías hacer eso, Urbosa?
—Mientras me lo cuente, estoy de acuerdo.
No importaba cuantas veces intentaba evadir el tema, volvía hacia Zelda de golpe.
—Te lo aseguro. Dejemos el asunto por hoy, por favor.

En un par de horas, los campeones volvieron a sus lugares de origen, ya que todo había terminado demasiado pronto. Prometieron contactar a Zelda en caso de algún problema con sus bestias divinas. Daruk le agradeció a Zelda por su tiempo y ayudarle con la ceremonia de Link, ella no dijo nada. Esa tarde, Link volvió al cuarto de Zelda, en esa ocasión ella estuvo más callada que de costumbre, eso le preocupó un poco.
—¿Está todo bien, princesa? —preguntó desde la puerta, tocando con los nudillos.
—Sí, no pasa nada, Link.
—¿Le molesta si paso? Quiero hablar con usted.
—Está bien, solo un segundo —dijo ella, alzando la voz.
Él entró después de que le dijera "pasa", alcanzó a ver como había metido apresuradamente un libro, al parecer estaba escribiendo en él.
—¿De qué querías hablarme? Por lo general casi nunca hacemos eso.
—Solo quería darle personalmente las gracias por tomarse algo de tiempo para acceder a realizar la ceremonia.
A Zelda le cruzó una pequeña punzada de culpa, fingió no oír nada de lo que decían los campeones, pero sí que lo había oído mientras hablaba, también porque internamente no quería hacerlo al inicio.
—No tienes nada qué agradecerme, Link.
—Alteza.
—¿Qué pasa?
—Oí lo que decía Revali en la ceremonia, aunque quiero creer que usted no tiene un concepto así de mí.
—Claro que no, Link. Revali está equivocado.
—¿Y lo que dijo Urbosa, princesa?
—¿De qué hablas?
—Si usted escuchó lo que dijo Revali, lo más seguro es que escuchó también lo que dijo Urbosa, princesa. Había dicho: "ese chico le recuerda toda sus carencias".
—No sé a qué se refería Urbosa, Link —respondió ella, evadiendo contestar exactamente lo que él quería saber—. ¿Es todo lo que querías decirme, Link?
—Es todo, princesa. Gracias. Volveré a mi puesto.

Zelda pasó el resto de la semana metida en su laboratorio, anotando progresos y tachando cosas incorrectas, cuando creyó que esa semana sería un poco calmada, llegó un comunicado de Daruk pidiéndole que por favor viniera a revisar su bestia divina y hacerle unos ajustes, puesto que le costaba todavía aprender a manejarla. Fue el único campeón hasta el momento que pidió su ayuda. Acordó verlo lo más pronto posible y se lo hizo saber a su padre. Eldin no estaba muy lejos, así que Link y ella llegarían muy pronto, eso era seguro. Preparó sus cosas con antelación, tableta sheikah incluida, no obstante, esa noche le llegó un comunicado de parte de Link donde mostraba que quería aprender un par de técnicas de Revali,  que ya se le había comunicado con él y este había accedido. Así, llegaron a un acuerdo para que primero fueran a Tabanta para visitar a Revali, y luego a Daruk en Eldin, por ello cambió algunas cosas del equipaje. La llegada con Revali pasó sin contratiempos, solo hubo algo de frío acercándose a la región, además de un par de lobos que Link espantó mientras ella estaba dormida, según informó. Revali los recibió de buena gana, aunque se notaba que Link no le era muy grato, se hospedaron en una posada de la aldea llegada la noche.

Link se despertó en medio de la madrugada, aturdido. No podía dormir, lo cual era muy raro. Se desperezó, viendo que la princesa no se había levantado. Decidió que iría afuera, aunque hacía bastante frío a esa hora, así que tomó su capa y se la echó por encima, se sentó en la orilla de un lugar cualquiera de la aldea, colgando los pies. Quizá le hacía falta aclarar su mente, debían ser las tres de la madrugada en aquel momento y nada se movía un ápice, solo había viento. Esa perspectiva le recordó a Link que debía estar más alerta que en cualquier otro momento que hubiese acontecido en su vida con anterioridad, el viento era relajante, sin embargo la expectativa del futuro no era alentadora, por un momento pensó en si debió asumir aquella responsabilidad, pero entre más divagaba en su mente, se daba cuenta de que no había motivo para echarse atrás y que no dejaría llevarse por la adversidad. Tras meditar aquello, se dijo que era momento de volver a la cama, y eso hizo, sumiéndose en un profundo sueño. Unas horas más tarde, solo se levantó por los reclamos de la princesa, diciéndole que ya había salido el Sol.
—¿Qué hora es, su alteza?
—Imagino que más de la siete, ¿por qué no despertabas? Es impropio de ti. Se te hará tarde.
—Me disculpo, tal vez no dormí bien.
Se lavó la cara, y al verse reflejado en el agua notó algo de cansancio en sus ojos azules, posteriormente se ató el cabello y se vistió.
—Volveré pronto, con su permiso, alteza.
Zelda no le dijo nada, y él se fue. Buscó a Revali un rato hasta que un orni le indicó que Revali lo esperaría en la plaza, se acercó a ella y observó como, por unos segundos, Vah Medoh volaba muy alto por encima de la aldea. Sin más, sintió como un viento más fuerte le golpeaba en la cara y Revali volaba hasta la plaza desde abajo.
—Impresionante, ¿no? No hacen falta alas para apreciar tal proeza, he perfeccionado la técnica de crear corrientes de aire ascendentes, mi nivel de maestría es inigualable, incluso entre la tribu orni. Con todos mis talentos, —siguió Revali, inclinándose un poco— estoy seguro de que podremos derrotar a Ganon sin mayores dificultades.
Revali dio un salto, comenzó a rodear a Link.
—Es más, no solo destaco por mi dominio del arte del vuelo, sino que además, —continuó, dándose una palmada en el pecho— y te lo digo con sinceridad, en toda la aldea no hay arquero más diestro que un servidor. Y sin embargo, mi cometido no es más que apoyarte a ti —lo señaló, de una manera un poco acusadora a los ojos de Link—. ¡Todo por el simple hecho de que llevas esa espada tan ridícula en la espalda! —su interlocutor miró un momento la espada, tratando de ignorar sus críticas—. Ja, qué gran estupidez. Ay, perdón, veo que te ofendí. ¡Si quieres te reto a un duelo y lo solucionamos!
Link seguía tratando de mantenerse estoico, no quería caer en una provocación.
—Pero, ¿dónde...? Ah sí, ¿qué te parece ahí arriba? —Revali señaló a Vah Medoh y Link le dirigió una mirada seria—. Claro, claro. No eres capaz de llegar tú solito... ¿Te llevo?
Revali desplegó sus alas y echó a volar, mientras se reía, burlándose de Link, a Link le aturdió un poco el viento, recobró el sentido de lo que pasaba al segundo.
—Seamos serios, Revali. ¡Tienes que bajar de ahí! Hemos llegado a un acuerdo para trabajar en esto juntos. No tenemos tiempo que perder —alzó mucho la voz para que Revali lo escuchara desde arriba, algunos orni lo oyeron y se quedaron mirando con interés la escena. Revali se vio obligado a bajar y acceder a sus palabras.
—Bueno, no me culpes si te quedas atrás en este pequeño entrenamiento, ¿está claro, caballerito?
—Enséñame lo que sabes, solamente.
—Andando, vamos a la zona de entrenamiento. Esperemos no te dé frío, ¿eh?
Link negó con la cabeza, Revali tenía serios problemas contra él.
Después de unos minutos caminando, llegaron a la zona. Había muchos blancos colgados en piedras y un espacio donde se podía observar el entrenamiento, había unos arcos ahí.
—Bien, caballerito, primero quiero probar tu puntería —Revali señaló un objetivo—. Quiero que me demuestres tu habilidad en ese blanco.
Link tomó un arco del lugar, se paró en frente del blanco —separando un poco los pies—, se preparó para lanzar la flecha, tensando la cuerda. Después disparó. La flecha había dado en la diana, justo en el centro.
—Hmmm... —meditó Revali— No está mal. ¿Cuánto tiempo llevas practicando con el arco?
—Un par de años, creo.
—Entonces será mejor que refuerces esos aprendizajes. No sabemos si cuando tengas que enfrentarte a Ganon requieras usar un arco, posiblemente a largas distancias. Ahora inténtalo con aquel de allá, qué está más lejos.
Link se preparó nuevamente, soltó la flecha y esta quedó un poco abajo del centro.
—Puede mejorarse, mira y aprende, caballerito.
Revali sacó su arco y flechas, apuntó desde donde estaba y dio en el centro.
—Es importante que mantengas una buena postura a la hora de disparar la flecha. Lo entiendes, ¿no? Sin embargo, yo no te enseñaré nada en el aire, puesto que no sabes volar, es obvio. Esperemos no requieras esa habilidad en la batalla.
"Dudo que se requiera", pensó Link.
Estuvieron así por lo menos tres horas, tras varios intentos Link logró dar justo en el centro en dianas más lejanas. Revali no lo felicitó por ello, pero se mostraba satisfecho.
—En fin, muchacho. Retomemos mañana, tienes que irte pronto, ¿no?
Link asintió.
—Supongo que solo podré darte ese pequeño entrenamiento de momento con el poco tiempo que disponemos. Vete a descansar.
Link regresó a la posada, se sentó un rato en su cama y comenzó a anotar en un libro un poco de los pequeños consejos que le había dado Revali, necesitaba mejorar.

Princesa de la calmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora