11.- Fuente del Valor

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Durante aquel tiempo, Zelda planificó junto con Link su partida a la fuente que creyó conveniente, la fuente del valor. En aquellos momentos, Zelda vino de aquí y allá, recogiendo provisiones para tres días. Sin perder más tiempo, ambos partieron a Necluda, las primeras horas no hablaron prácticamente nada, Link solo le hacía señas cuando necesitaban parar o seguir por algún lado en específico, tuvieron que descansar para detenerse a almorzar después de un par de horas, porque, aunque Zelda no quería admitirlo, empezaba a tener hambre. Era pasado medio día, así que no había tiempo que perder, Zelda consultaba el mapa de la tableta sheikah, que le sorprendía cada vez más porque estaba entero y con detalle —aún así, podía mejorarse—, lo cual les facilitó mucho, considerando que Link a veces cargaba con un mapa de Hyrule rudimentario. Después de almorzar, siguieron su ruta por todo el campo abierto de la llanura, la cual al atardecer habían recorrido entera, pero consultando nuevamente su ubicación —la cual se mostraba en la tableta— se percataron que les llevaría al menos seis horas más llegar al próximo rancho para dejar sus caballos y luego internarse al bosque, además, poco después empezó a llover a cántaros. Link rápidamente sacó las capuchas, le dio la suya a la princesa y se puso la suya.

—¿Quiere seguir andando? Quizá no sería buena idea seguir, está lloviendo y ya casi anochece.
—Mejor descansemos en algún lugar de por aquí.
Link empezó a armar un pequeño campamento, puso todo debajo de un árbol, ya que era el único lugar seco alrededor, montó una pequeña tienda para Zelda y una vez terminada su labor, se sentó en el césped.
—No puedo hacer una fogata hasta que termine de llover, espero que no tenga inconvenientes con ello.
—Está bien.
Zelda no sabía muy bien qué hacer, no hacía mucho frío, aunque tampoco dejaba de llover, sin embargo no tenía sueño como para meterse a la tienda, así que se sentó un metro lejos de Link, sin decir nada.
—¿Qué pasa? ¿No va a entrar a la tienda? Está lloviendo y...
—Me puedo resfriar, sí, pero tengo la capucha puesta, y estamos debajo de este árbol, ¿no?
Link no encontró palabras para refutarla.
—Bueno, yo le advertí.
Pasó una hora y cesó la lluvia. Link aprovechó e hizo una fogata, se quitó la capucha y la dejó a un lado.
—Princesa, creo que lo mejor sería que se quitara la capucha, necesita secarse.
Zelda no respondió nada y también dejó su capucha a un lado, consultó la hora en la tableta. Todavía era un poco temprano, eso explicaba su falta de sueño.
Link sacó unas manzanas de su equipaje y las asó en el fuego, le ofreció una a la princesa.
—Gracias.
Zelda tomó la manzana aunque no tenía muchas ganas, comieron en silencio. Después de ello, ella se metió a la tienda.
—Buenas noches, Link.
—Buenas noches, alteza.

Amaneció y la luz del Sol le pegó en la cara a Link, se durmió poco después de ella sin darse cuenta, revisó que no le faltara nada, pero no había pormenores, revisó si oía ruidos, parecía no haber peligro, y que tampoco la princesa había despertado. Esperó y poco después, Zelda salió de la tienda.
—Buen día.
—¿Descansó bien, princesa?
—Dormí cómoda, así que con eso me basta.
Tomaron algo de agua de unas cantimploras que llevaban, comieron algo ligero y partieron al rancho de Farone, los caballos estaban más que renovados y yendo un poco aprisa, llegaron al medio día, Link le dio una zanahoria a su caballo antes de marcharse, ahora por fin había decidido un nombre para él: Tormenta, metieron a Perla y Tormenta dentro del establo, Link tomó un par de cosas que podría llegar a necesitar y metió aquellas en sus bolsillos más pequeños. Solo tomó unos minutos caminando para llegar al inicio del bosque, estaba bastante tranquilo de momento así que solo avanzaron, no fue hasta en el corazón del bosque donde encontraron un par de bokoblin haciendo campamento, para mala suerte de Link, estaban activos.
—Un momento. Creo que son demasiados, y podemos evitarlos fácilmente entre toda la maleza.
—¿Cómo?
—¿Recuerda lo que hicimos la otra vez cuando nos topamos con los lizalfos?
—Sí.
—Eso quiero hacer.
—De acuerdo.
Link y Zelda se escabulleron yendo con la mayor distancia posible, esta vez no tuvieron que correr. Tras recorrer algo más del bosque, llegaron a la parte donde se veía un río, Zelda lo recordaba por las pocas veces que había ido a rezar allí, así que supo que debían ir por la orilla. Llegaron a un punto donde una roca estaba muy alta y obstruía el paso, Zelda puso un pie en ella, pero no lograba pasar del todo, Link le ofreció el brazo.
—Creo que lo mejor es que nos ayudemos a subir, está un poco empinado.
Zelda le tomó la palabra y dejó que le ayudara, que vamos, esta vez sí lo necesitaba.
—Tenga cuidado en esta parte.
Link la ayudó a bajar también, porque estaba algo resbaloso por la lluvia de la noche.
—Te lo agradezco.
Link miró a los lados, qué suerte, no había lizalfos otra vez, seguramente habían ido a otro lado. Llegaron y ahí estaba la fuente del valor.
—Bien, debo hacer algo primero. Link, ¿podrías quedarte afuera y no voltear? Debo ponerme mi vestido de sacerdotisa.
—Sí, está bien. Usted avíseme cuando termine, princesa.
Zelda se cambió la ropa de viajera por su vestido blanco y sus sandalias, desde niña usaba esta vestimenta para rezar en las fuentes.
—Link, ya no hay necesidad de que no mires.
Él volvió al interior de la fuente. Zelda estaba dándole la espalda, miraba directamente a la efigie de la diosa, entrelazando sus dedos, cerró los ojos. Link solo se quedó mirando, Zelda había empapado sus pies y parte de su vestido al estar rezando.
"Quiero despertar el poder que hay dentro de mí, por el pueblo, por Padre. Te lo imploro, Diosa Hylia" pensaba en su cabeza, una y otra vez. Pasó un rato, no sentía nada en su interior... Nada.

Princesa de la calmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora