Link estuvo aturdido por varios minutos tras esa afirmación de parte de la princesa. Se recargó con un poco más de fuerza en la pared y miró al techo. No entendía bien qué hacía mal, era comprensible que se enojara por decir la verdad, porque a veces la verdad no puede gustar, pero para nada predijo que haría un comentario de esa índole. Se mantuvo enseguida de la puerta durante toda la noche y al amanecer no sabía como reaccionar a la presencia de Zelda. Un rato después, ella apareció, ya vestida.
—Link, no necesitaré de tu escolta hoy, tampoco en la noche.
—No debería decir eso, alteza. ¿Es por lo que me dijo anoche?
—No, no es por eso. Aunque preferiría que no fueras mi escolta, no me queda de otra, Link.
A él le dolió eso, estaba inquieto.
—Sin embargo, es verdad que no la necesitaré hoy.
Él dudó un momento, pensativo.
—Puedo dejarla sin escolta todo el día puesto estará en el castillo, no durante la noche, eso no se lo permitiré, princesa.
—Bien, de acuerdo. Ya puedes marcharte.
Él se fue, pero no sabía muy bien qué hacer, así que planeó volver más tarde para preguntar por ella.Cuando Link se fue, Zelda fue a su laboratorio para tomar su cuaderno de trabajo y se llevó la tableta sheikah. Más tarde bajó evadiendo a trabajadores dentro del castillo para ir por su yegua. Esta vez quería intentar retomar sus investigaciones en otro lugar, cuando habían ido a la aldea Orni, de lejos, donde estaban los pilares ancestrales, había avistado un santuario y tenía muchas ganas de verlo. Su agenda citaba que mañana iría al desierto para visitar a Urbosa y Padre estaba de acuerdo, le había dicho que era bueno que fuera, ya que tal vez le ayudaría en su empresa y cada cierto tiempo, tenía derecho a visitar a Urbosa si le placiera, pero más pronto que tarde tendría que volver a intentar desesperadamente despertar su poder, haciendo meditación con los sheikah dentro del castillo y que ellos le proporcionaran más datos, esa era la regla del rey. Así que, pensó que un solo día, sin que Link le estuviera estropeando los planes, podría ir por sí sola a visitar un santuario, pensó que podía funcionar. Cuando se llevó a Perla, la caballeriza no preguntó por eso, porque pensaron, ciegamente, que Link le acompañaría. Cuando salió del castillo, se volvió a echar la capucha como la última vez y emprendió su viaje a los pilares ancestrales.
Link fue unas dos horas más tarde al castillo de vuelta, para sorpresa de algunas personas de la servidumbre. Se dirigió directamente al cuarto de Zelda y tocó con los nudillos.
—¿Princesa Zelda? ¿Me permite la entrada?
Nada, no había respuesta. Tampoco oía ruido. Insistió unos segundos más.
—Caballero Link, ¿qué se le ofrece?
Una de las sirvientes más cercanas a Zelda, Elvira, le preguntó eso cuando lo vio tocando.
—Disculpe, ¿dónde se encuentra la princesa?
—¿De qué habla? ¿La princesa no está dentro de su recámara? —preguntó, extrañada.
—No lo pareciera, he tocado un par de veces.
Elvira empujó la puerta, percatándose que tenía seguro. Sacó un manojo de llaves y encontró la que buscaba, abriendo la puerta finalmente.
No había nadie a la vista.
—¿Princesa Zelda?
Ella entró, inspeccionando el lugar, luego volvió con Link.
—Qué extraño, su alteza no está...
—Me lo temía.
—¿Cómo dice?
—Algo me parecía raro, me dijo esta mañana que no me iba a necesitar en todo el día, incluida la noche.
—¿Ni la noche?
—Así es. ¿Puedo saber si su alteza desayunó?
—Tengo entendido que sí, pero no la he visto desde entonces, supuse que estaba en su habitación o laboratorio.
—Revisemos ahí.
Pasaron al laboratorio de Zelda, que estaba unido a su cuarto. Esa puerta si estaba abierta, de ahí en más, nada.
—Diosa Hylia, ¿dónde se podrá encontrar?
—Deme unas horas, la encontraré. Preguntaré por la princesa en los alrededores. Avise a los empleados.
—¿Y su majestad?
—Si él se encuentra aquí, podría decirle. Sino se encuentra, espere mejor a que regrese.
—Entendido.
Link se dirigió a la caballeriza a toda prisa, sin perder tiempo. En cuanto los cuidadores lo vieron, sus semblantes cambiaron.
—¿Caballero Link? ¿Qué hace usted aquí?
—Vine a hacerles una pregunta, si me permiten.
—Creí que estaba usted con la princesa —dijo uno, nervioso.
—Es precisamente de eso de lo que vengo a hablar. ¿Han visto a la princesa?
—Sí, más temprano vino y recogió a su yegua, nada fuera de lo normal. Creímos que usted la acompañaba, así que no hicimos preguntas...
—Por favor, la próxima vez que venga por su yegua y no estén enterados en lo más mínimo de un movimiento oficial al momento de que lo haga, no la dejen ir sin preguntar. Tendré que ir a buscarla. No diré nada de esto al rey, es un error común. ¿Saben algún lugar donde creen que pudo haber ido?
—La verdad no lo sé —respondió uno.
Los otros negaron.
—Está bien, gracias.
Link se fue y recogió a Tormenta, decidió que iría primero a revisar en una aldea cercana a la ciudadela a preguntar si habían visto una yegua blanca con el arnés de la familia real, recibió solamente negativas, así que probó suerte al otro lado, otra aldea más cercana, ese camino llevaba directo a un rancho si se seguía recto. Hizo las mismas preguntas, y cuando creyó que ya no obtendría lo que buscaba, una niña le informó algo relevante.
—Yo sí vi una yegua blanca. No estoy segura de si tenía el arnés que usted dice, pero iba a toda velocidad. La persona que iba arriba del caballo no se le veía la cara, pero parecía una señorita.
—¿Hacia dónde viste que se dirigía, si se puede saber? ¿Hace cuánto tiempo fue?
—Iba recto, pasó hace como una hora.
—Muchas gracias.
Link volvió a montar en su caballo y se dirigió al rancho de Tabanta.
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Princesa de la calma
AdventureLink es nombrado escolta personal de la princesa de la familia real, Zelda. Es así como se le asigna una misión: proteger a Zelda bajo cualquier circunstancia y derrotar a Ganon. En el camino, forjará una amistad con los campeones a la vez que se le...