47.- ¿Te acuerdas de mí?

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En el castillo la atmósfera era distinta. Lo primero que lo recibió fue un guardián semi petrificado; lo aniquiló de una rebatida de su escudo. Al observar el cielo, divisó a la Luna, escondida detrás de una nube. La oscuridad no le ayudaba mucho. Con cada paso que daba, sentía el peso de los soldados que perdieron su vida hacía cien años. Daba la impresión de que cada pisada suya, era la pisada de todo un ejército, en busca de venganza. Le abrumaba la fiereza de esta sensación. A donde fuera que mirase, los guardianes acechaban. Un lugar en específico por debajo de sus pies captó su atención, parecía una de las entradas a las ruinas del castillo y no divisaba algún guardián cercano, por lo que desplegó su paravela y aterrizó con cuidado. Era una especie de cueva. Una carretilla de mina le permitió desplazarse por toda la parte subterránea, hasta que, dando un par de vueltas, terminó dando con un calabozo. Dentro de este, habitaban un par de enemigos, como moblin. Él se deshizo de estos con un par de tajos de su espada, impresionado ante el brillo que ahora emanaba de ella. "¿Podrá sentir la presencia de Ganon?", pensó Link. Independientemente de ello, su arma era ahora más poderosa en los alrededores del castillo. En uno de los recovecos, encontró una celda mucho más grande que el resto y entró, en busca de algún pasadizo secreto que lo llevara con más facilidad a la cima, donde seguramente se encontraba Ganon. Las rejas de la celda se cerraron detrás de sí con un estrépito. Dio un giro en redondo, alarmado de pronto. Cayó en cuenta de que ahora estaba en un aprieto. Huesos gigantescos en el interior de la prisión comenzaron a levantarse de nueva cuenta y se formó lo que él dedujo era un Hinox que había pasado a mejor vida. Apenas reparó en él, se abalanzó en su dirección. Link se hizo hacia atrás al verlo venir. Disparó una flecha y lo apuntó en su ojo, el único sitio donde parecía ser vulnerable, el esqueleto se llevó las manos a su rostro, desorientado y el ojo rodó hasta topar con la bota de Link, sin embargo, luchaba por acercarse de vuelta al Hinox. Él lo rebanó en dos con la hoja de su espada, provocando que el monstruo se desvaneciese. La Espada Maestra era increíble. Las rejas volvieron a levantarse y reparó en un cofre al fondo, se acercó y lo abrió. Un escudo. Pero no cualquier escudo. Un escudo hyliano, como el que usó tantas veces antaño. Su mente le recordó cómo lo perdió contra unos guardianes en la batalla. No sabía si era su escudo, el original. Lo dudaba, pero aun así... Se lo colgó a la espalda. Era como reencontrarse con un viejo amigo, era el mismo sentimiento con la espada. Con ambos elementos, se completaba a sí mismo como caballero.

Ascendió hasta salir del calabozo, se topó con otro guardián con el que hizo uso de su nuevo escudo y subió por un camino que era como una rampa. Tras caminar por un rato, cuidándose de que los guardianes torreta no lo mirasen, una de las edificaciones del castillo fue su principal interés, eran dos torres conectadas por un puente. Sabía, pese a que todavía no lo observase bien, que era un sitio al cual acudió en numerosas ocasiones. Localizó una escalera que llevaba directamente al lugar y quedándose clavado en uno de los escalones, lo reconoció al fin. Esta era una de las vías que lo llevaba a la recámara de Zelda. Abrió mucho más los ojos. Arriba de él un guardián volador patrullaba por el sitio, se metió al sitio por una pared destruida. Una vez dentro, aunque los años habían cambiado por completo el lugar, reconoció la cama de dosel de la princesa. Escuchó un monstruo viniendo de un pasillo y Link se deshizo de él arrojándole una flecha en la cabeza antes de que pudiera lastimarlo con una enorme espada con un símbolo sheikah en la empuñadura. Viendo a varios lados, se aseguró de que se encontrase solo. Se fijó en toda la habitación, el sillón en el que Zelda y Link solían conversar estaba repleto de polvo, la cama, destruida. Se le hizo un nudo. Su cabeza le mostró fragmentos del pasado donde los dos hablaban, recuerdos buenos y malos. Aunque todo pasaba tan rápido en su mente que no sabía mucho más. Reparó en un libro que debió caerse en el despertar de Ganon. La tinta, aun mermada por el tiempo, rezaba:
"Mañana mi padre va a asignarme un caballero como escolta personal. ¿Quién será?" leyó Link. Se detuvo. Debía ser el diario de la princesa. ¿Sería un diario muy personal? ¿O meramente de situaciones que le concernían como noble? La curiosidad le ganó.
"Mientras andábamos, noté como su mirada se clavaba en mi nuca y me invadió una sensación de inquietud". Leyó todo lo que dijo respecto a ese día y dejó de leer otra vez. No quería entrometerse más en los pensamientos de Zelda. A pesar de que le intrigase mucho que ella se preguntara si era posible que él la despreciase. Lo veía imposible, incluso si en el pasado no empezaran con el pie derecho. Cerró el diario. Si necesitaba saber algo, se lo preguntaría a ella misma. Se dirigió al pasillo que estaba bloqueado, un derrumbe provocó que estuviera lleno de escombros. Ahora completamente seguro de que estaba solo, pensó en qué iba a hacer. Estaba fatigado tras tener un día tan atareado, pero su instinto lo instaba a seguir. Aquella habitación era un buen lugar para dormir, aunque fuera un poco. Se decantó en hacerse un ovillo y se durmió en el sillón no sin antes quitarle polvo. Dormiría unas tres o cuatro horas para recuperar fuerzas.

Princesa de la calmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora