9.- Ceremonia

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Después de los incidentes de esa noche, Link había sido custodiado a estar fuera o dentro de la habitación de Zelda durante la noche, durante el día debía estar en los alrededores a menos que no se le requiriera, pero debía volver a su posición al anochecer. Padre fue el que tuvo esa idea para evitar que algo más pasara y pusiera en riesgo a su hija. En aquella madrugada, el rey no sufrió daños, unos caballeros tomaron su custodia. Él se veía muy disgustado con el caballero que se quedó dormido y al cabo de unos pocos días, fue despedido por incompetente. Link pasó los siguientes días yendo de aquí para allá, sin saber cuándo iba a ser la dichosa reunión de los campeones que le había comentado Zelda hacía una semana. En ese momento se encontraba recargado en la puerta del cuarto de la princesa, mientras ella dormía plácidamente, sentía que se iba a quedar dormido cuando escuchó unos pasos acercarse y espabiló.
—¿Qué sucede? —preguntó Link, al ver a un sirviente acercándose.
—Qué bueno que se encuentra usted aquí. Tengo un mensaje para ustedes dos.
—¿De qué se trata?
—El rey dice que ya tiene fecha para la reunión con los campeones, será dentro de una semana y media.
—¿Semana y media? —se sorprendió Link—. ¿Cree que lleguen todos los campeones para entonces?
—No le puedo asegurar eso, pero órdenes son órdenes, hágaselo saber a la princesa.
El sirviente se fue, Link un par de segundos más tarde tocó la puerta lentamente y la empujó un poco.
—¿Princesa Zelda?
Seguía dormida. Se metió dentro del cuarto y cerró la puerta. Estuvo esperando al menos media hora que despertara.

Zelda se desperezó y vio a Link mirando a la ventana, dentro de su cuarto.
—¿Qué haces aquí dentro? Cuando me dormí habías salido afuera.
—Mis disculpas, princesa. Entré apenas hace poco, no se preocupe. Tenía que avisarle algo.
—¿Avisar? —se talló los ojos.
Link se acercó un poco y se tomó la libertad de sentarse en un banquito algo cerca de la cama.
—Un sirviente vino hace media hora a decirme que en una semana y media será la reunión con los campeones, alteza.
—¡¿Tan pronto?!
Zelda se levantó con mucha prisa, desconcertando a Link en el proceso. Tomó una bata y se la puso encima.
—Esto no puede ser... —dijo ella entre dientes, saliendo del cuarto.
—¡Espere, princesa!
Zelda hizo caso omiso yendo a grandes zancadas por el pasillo, sin importarle su pijama. El mismo sirviente que le había dado el recado a Link estaba a unos metros y él se sorprendió al verla.
—¿A dónde va, su alteza? ¿Link le ha dicho la orden que ha dado el rey...?
—¡Voy a hablar con Padre, ahora mismo!
—Princesa, deténgase un momento.
—¿Por qué? —se giró violentamente.
—Es... es que, el rey ha salido.
—¿Ha salido? ¡Lo que me faltaba...! —bajó los brazos de golpe, en derrota—. Bueno, gracias por avisarme.
Zelda iba echa una furia y volvió a meterse a su habitación, Link seguía ahí y la miraba con ojos de incredulidad.
—¡Fuera de mi habitación, Link! —ordenó, sin poder contenerse—. Quédate afuera, quiero estar sola —terminó, con una voz un poco menos demandante.
Link no cambió su gestó, solo asintió, se levantó del banquito y se fue afuera, rozándole al pasar. Zelda cerró la puerta con algo de ruido y se echó en la cama. Respiró hondo, pensando en las palabras de su padre "puedes tomarte el tiempo que quieras", boberías. Estaba indignada y se metió a la ducha, después de eso quería seguir con su trabajo pendiente.

Link se encontraba afuera de la habitación de Zelda, de nuevo. "Me dijo que me quedara afuera, ¿pero eso significa que debo irme o quedarme al margen afuera del cuarto?" pensaba él. Además, esa expresión que llevaba la princesa... Estaba muy disgustada, no sabía porqué, y encima había explotado con él. No le parecía muy justo, sin embargo al menos ya no le intimidaba, estaba siguiendo el consejo de Mipha. Después de una hora, la misma sirviente de ayer —Elvira—, vino hacia la habitación y pretendió entrar, Link extendió su brazo.
—Yo no le recomendaría entrar si fuera usted. Veo a la princesa muy furiosa, y no sería una buena idea que usted llegara y descargara su ira en usted.
La sirviente lo miraba como si entendiera que eso es lo que precisamente le habían hecho a Link una hora antes.
—Necesito darle un aviso...
—¿Me puede decir cuál es? Yo puedo comunicárselo. Quizá se calme pronto.
—Bueno, si usted insiste. Mire, el rey ya ha llegado, y como me habían dicho que la princesa lo buscaba, vine a avisarle.
—Muchas gracias, se lo haré saber.
Ella se retiró y Link se quedó unos minutos esperando a oír ruido dentro del cuarto para poder tocar. Poco después, escuchó un sonido de una silla moviéndose, decidió tocar con los nudillos.
—¿Princesa?
Zelda abrió la puerta, no parecía estar muy contenta.
—¿Qué se te ofrece, Link? —preguntó, sin dejarle entrar.
—Le tengo un comunicado, ya ha regresado el rey.
—Gracias —salió y cerró la puerta de su cuarto—. Vete, Link. Vuelve hasta el atardecer.
Link asintió, y la princesa se fue en dirección a la oficina del rey. Link dejó que avanzara lo suficiente para que no se toparan cuando él saliera, entonces decidió caminar. Se dirigió hasta un puesto, pensando en el hambre que empezaba a surgir de su interior.

Princesa de la calmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora