39.- Memorias, una montaña y una misión

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La cabeza le daba mil vueltas, todavía seguía pensando en el espíritu de Mipha, cuando escuchó unos pasos apresurados, adentrándose en la sala de la unidad central. Sidon había venido por él.
—Link, ¿te encuentras bien? —se arrodilló a su lado—. Tardaste bastante, así que vine lo más rápido que pude.
Tenía la mirada perdida, no le salían las palabras. Asintió.
—Solo me lastimé la pierna —dijo después de unos segundos de silencio—. Aún así, creo que puedo levantarme.
—¿Seguro? —Sidon cuidó que no se cayera mientras su interlocutor se levantaba—. No pareces estar del todo bien. 
—Lo estoy, Mipha... La vi —logró articular Link, escogiendo las palabras—. Ella sanó mi herida.
El príncipe asintió.
—Vamos, Link. Lo has hecho genial.
Sidon dejó que Link subiera a su espalda de nuevo, se negó a que Link nadara por su cuenta en su situación actual, llegaron a la orilla cuando un ruido se produjo dentro de Vah Ruta.
Mipha debía estar tomando el control de la bestia, Sidon y Link observaron desde ahí, Ruta se dirigió poco a poco a una buena posición donde pudiera disparar hacia el castillo de Hyrule.
—¿Quieres ir de vuelta al dominio?
—Sí —respondió Link, aferrando la armadura hasta que los nudillos se le pusieron blancos.
Mientras caminaban, Link le hizo saber las palabras de Mipha, dedicadas a su hermano.
—No sé qué estará pensando mi hermana, no me hizo sufrir ni un instante. Bueno, ya te das cuenta, ¿no, Link? —dijo, dándole un golpecito en el hombro—. Nadie te culpa por lo sucedido, ni siquiera ella. Cuando lleguemos, verás lo que hemos planeado.
El rey Dorphan se sintió muy satisfecho con el trabajo de Link. La lluvia al fin había parado.
Quizá, este era el arcoíris luego de la tormenta.
—No dudé ni un instante de ti, Link. Por fin la región de los zora no se verá asediada con una lluvia incesante.
Había un par de zora, además del rey y del príncipe en la sala del trono, incluido Muzun. La expresión de este último era indescifrable.
—Le agradezco mucho su hospitalidad —respondió Link, arrodillándose.
—Por supuesto que también estoy orgulloso de ti, Sidon —continuó el rey, mirando a su hijo—. Fuiste muy valiente, sé que sin tu ayuda no habrían logrado acceder a la bestia divina.
Sidon se rascó la cabeza, mareado por los elogios.
—Muchas gracias, padre.
—Tengo una recompensa para ti ante tal muestra de generosidad, Link. Estoy seguro de que lo desconoces, pero desde que Mipha no está entre nosotros, le rendimos tributo con un tridente que es una réplica exacta al que ella usaba, es por eso...
Su majestad le hizo una seña a uno de los miembros del consejo zora para que trajeran un objeto.
—Quiero que tengas el tridente de escamas de Mipha, es el original.
El zora de color rojo que lo traía en sus manos, se lo tendió. Link no cabía en su asombro.
—Su majestad, esto sería demasiado. Usted...
Dorphan negó con la cabeza.
—Por favor, tómalo. También, tengo un par de rupias para ti, sé que te serán muy útiles en tu viaje, ya que irás a liberar al resto de bestias, ¿o me equivoco?
Otro zora distinto, de color azul, depositó en sus manos un saco repleto de rupias. Debían ser fácilmente, más de cuatro mil rupias, Link ahogó un grito.
"Un par de rupias no es esta suma", pensó Link.
—¿Está completamente seguro, señor? No podría aceptar tanto.
—Insisto.
Rindiéndose, tomó tanto el tridente como la bolsa —que colgó en su cinturón—. Sabía que con ese dinero, bastaba y sobraba para pagar la casa de la aldea Hatelia.
—No sé como expresarle mi gratitud —dijo Link, inclinándose en señal de respeto.
La familia real zora eran personas muy amables, cada vez lo descubría más y más.

Se quedó un par de días en el dominio, por fin podía disfrutar del Sol ahí. Cada cierto tiempo, le echaba un vistazo al tridente y la nostalgia lo envolvía, por su mente cruzaban algunas dudas, sobre todo, si era cierto que si llamaba a Mipha, acudiría a él. De ser así, le serviría en su aventura.
Ahora se encontraba con los pies colgando de una de las intersecciones de todo el dominio, le había pedido a Sidon que le comunicara el mensaje de Mipha al rey, aunque todavía no sabía cómo había reaccionado a lo que su hija había dicho. Sintió como una mirada se clavaba en él, se giró.
Había esperado a cualquier otro zora, menos al que se encontraba frente a sí, Muzun.
—¿Ocurre algo? —preguntó, pensando en si Muzun le volvería a soltar un comentario despectivo.
—Quería ofrecerte una disculpa, muchacho.
No pudo evitar poner una cara de incredulidad.
—Te he juzgado mal, Link. Al inicio, pensé simple y sencillamente que no eras capaz de defender a nadie.
Link quizá lo habría contradecido, sino fuera porque sentía que había fallado también.
—Sin embargo, demostraste que tienes una gran devoción a Mipha —asintió, dando su aprobación—. Creo que entiendo ahora porque nuestra princesa hizo aquella armadura para ti.
Él no la tenía puesta en ese momento, pero se sentía extraño. Pensar que su amiga había hecho la armadura con ese propósito le causaba tristeza.
—No sé que decirle —contestó al fin Link, levantándose—. Gracias por confiar en mí, al menos después de un largo tiempo.
—Gracias a ti, campeón de Hyrule.
Muzun se retiró luego de decir aquello.

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