20.- El misterio de la torre

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Durante varias semanas, Zelda traía de aquí a allá al pequeño guardián que fabricó Prunia y se entretenía bastante con ello, pero pronto su padre empezó a instarla a que se esforzara más en despertar su poder, aunque ella ya no sabía qué hacer en este punto. Le prometió a su padre retomar la meditación a partir del lunes. Al rey no le convencía demasiado el trato, no obstante le dijo que sí, aquel día era el domingo antes del lunes acordado, después de haber estado investigando demasiado al guardián, decidió que lo dejaría con Prunia nuevamente de momento, al menos hasta que retomara su exploración. Era poco más de medio día y se dijo que quería ir a recolectar más imágenes de los distintos paisajes de Hyrule al avecinarse más carga sobre sus hombros, en los últimos días había estado ampliando su campo de estudio y decidió que quería hacer una enciclopedia más completa del reino, esperando encontrar más respuestas por consiguiente. Al mismo tiempo que aprendía más de los guardianes gracias a la invención de Prunia, aprendía más sobre plantas y animales, incluso encontró a la que consideraría su flor favorita, princesa de la calma. Así que, a más de medio día, llamó a Link para que fueran juntos a explorar un poco no muy lejos.

—A partir de mañana tendré que retomar mi meditación. Así que tendrás que acompañarme, Link —le había dicho Zelda a él mientras cabalgaban hacia el oeste de la llanura—. También... Ya habrás notado su presencia —dijo, refiriéndose al pequeño guardián que llevaba detrás, que lograba mantenerse en pie.
Link lo miró por unos segundos y luego volvió la mirada al frente.
—¿De dónde lo ha sacado?
—Prunia lo inventó. Ahora mismo voy a llevárselo de nuevo, ya que estamos de paso al laboratorio general.
Link y Zelda se habían visto durante aquellas semanas pero Link nunca había visto al pequeño guardián, era muy curioso. Link le asintió a la princesa, aunque percibió que ella no lo vio.
Solo tuvieron que pasar unos minutos para estar en frente del laboratorio, Zelda le dijo que no tardaría mucho, se bajó de su yegua, se llevó al guardián y volvió a salir después de unos minutos, continuaron cabalgando por unos minutos.
—¿A dónde quiere ir exactamente, princesa?
—Estaba pensando un campo libre, se pueden tomar muchas imágenes —le señaló más allá del laboratorio—. ¿Qué te parece ahí?
—Está bien, alteza. Parece un lugar seguro.
Se acercaron más aprisa con los caballos y los dejaron a un lado de un árbol y desmontaron, el lugar estaba repleto de flores.
—Esto es increíble —se maravilló Zelda, sacando su tableta sheikah.
Se sentaron cerca de las flores, él solo era un espectador mientras ella empezaba a sacar demasiadas fotografías.
—¡Mira esa de ahí! —Link miró a donde le indicaba, intentando ver cuál de todas las flores hablaba.
—¡Y esta también! ¡Ah, y esa de ahí!
Siguió sacando fotos, mientras hablaba.
—La diversidad de las flores de Hyrule es fascinante. Incluso hay algunas que sirven para crear tintes —le explicaba, mientras seguía tomando más imágenes.
Link vio como Zelda transformaba su humor al ver algo que le llamaba la atención, ella se inclinó hacia la flor.
—Este ejemplar se llama princesa de la calma, es una especie en peligro.
Link se acercó para mirar detenidamente el lirio.
—Estamos intentando salvarla con cultivo doméstico, pero no conseguimos que se arraigue. Solo crece en entornos silvestres.
Zelda se retiró un poco de la flor.
—Quizá debamos permitir que se salve a sí misma, si puede.
De un momento a otro, vio como la princesa se arrojó hacia algo.
—¡¿Qué es eso?! —exclamó, mientras tomaba lo que quiera que fuese aquello con sus manos—. ¡Ven aquí!
Zelda se giró hacia Link y se acercó con lo que traía en las manos, él no podía verlo ya que ella lo cubría con la palma de su mano.
—No lo puedo creer, es maravilloso. Estas son muy difíciles de atrapar. Quizá la puedo utilizar en mis investigaciones. ¡Mira!
Le mostró una rana, que croo.
—Creemos que esta especie podría tener efectos medicinales extraordinarios —le explicó, emocionada—. Parece que al ingerirlas, uno puede aumentar ciertas habilidades, y con tu fuerza física serías un candidato ideal.
A Link no le gustaba por dónde iba todo esto, ella le tendió la rana en la cara, asustándolo.
—¡Pruébala!
Link hizo una mueca.
—¡Por la ciencia!
—¡No voy a comerme eso, alteza! —respondió, retrocediendo.
—Dijiste que tú comías de todo, —le dijo ella, tendiéndole la rana de vuelta en la cara— incluso te comiste una roca, no te harás del estómago fino ahora, ¿o sí?
—Aleje eso de mi cara, por favor.
—¡Por favor!
Zelda le acercó la rana otra vez al rostro, esta vez la rana saltó y cayó sobre Link.
—¡La rana!
Zelda intentó atraparla pero se le escurrió de las manos cuando la rozó, esta se escapó a toda velocidad.
—Ha sido tu culpa, Link —le reprochó con poca seriedad.
—Yo no quería... Lo siento, princesa —murmuró Link.
—¡Tranquilo, Link! No lo dije en serio, fue de broma.
—Está bien, alteza.
Zelda lo miró por unos segundos, luego no controló la risa.
—Lo siento, es que... no deberías tomarte muy en serio este tipo de cosas cuando te hable así.
—Es usted algo cruel —contestó, bromeando.
Después le sonrió, y ambos empezaron a reírse.
—Pero, ¿por qué no probarla? Se nota que tienes un estómago fuerte —le preguntó mientras ambos se sentaban de vuelta.
—No pienso comer nada así.
—¿Algo más extraño que rocas?
—Oiga, usted...
—Bien, bien, paro. Pero, explícame, ¿por qué rocas sí y ranas no?
—Las rocas saben bien, las ranas no creo.
—"Las rocas saben bien" —replicó, imitando su voz—. ¿De verdad?
Link se encogió de hombros.
—A los Goron les gustan, y a mí también.
—Eso es difícil de creer.
Zelda cruzó las piernas y volvió a tomar fotos, Link observó las flores en silencio.

Princesa de la calmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora