Capítulo 36.

369 62 1
                                    

PERCY

ERAN, SIN LUGAR A DUDAS, los refuerzos más extraños de la historia militar de Roma. Hazel cabalgaba a Arión, que se había recuperado lo suficiente como para cargar a una persona a la velocidad normal de un caballo, aunque maldijo un par de veces porque le dolían las pezuñas de camino hacia abajo.

Frank se transformó en un águila calva, lo que Percy seguía encontrando completamente injusto, y sobrevoló cerca de ellos. Tyson corría colina abajo, alzando su vara y gritando:

—¡HOMBRES PONI MALOS! ¡BU! —Mientras Ella volaba a su alrededor, recitando frases de «El viejo almanaque del granjero».

Y en cuanto a Percy, cabalgaba a la señorita O'Leary a la batalla con Brigitte sentada detrás de él junto a un  carro lleno de oro imperial sonando mientras era arrastrado. El estandarte del águila dorada de la Legión XII estaba alzándose por encima de sus cabezas.

Y definitivamente no le producía nada el hecho que Brigitte estuviera tan pegada a él. Nada, absolutamente nada, iba relajado o tanto como se podía estar cuando vas a la batalla.

Se adentraron en el perímetro del campamento y pasaron por el puente más al norte por encima del Pequeño Tíber, yendo hacia los Campos de Marte por el lado oeste.

Una hora de cíclopes estaba amartillando a los campistas de la Quinta Cohorte, que intentaban protegerse con los escudos para mantenerse con vida.

Viéndolos en problemas, Percy sintió una necesidad de protegerlos. Aquellos chicos eran los que le habían aceptado. Aquellos chicos eran su familia. Gritó:

—¡QUINTA COHORTE! —Y fue hacia el cíclope más cercano.

Lo último que vio el pobre monstruo fueron los dientes de la señorita O'Leary.

Después de que el cíclope se desintegrara , y se mantuvo desintegrado, gracias a Tánatos, Brigitte seguida por Percy saltaron del perro del infierno y comenzaron a asestar tajos a diestra y siniestra a los otros monstruos.

Tyson atacó a la líder de los cíclopes, Mamá Tuerca vestida con su vestido de cadenas manchado con barro y decorado con lanzas rotas.

Ella miró boquiabierta a Tyson y comenzó a decir:

—¿Quién...?

Tyson la golpeó en la cabeza tan fuerte, que cayó sentada al suelo.

—¡Cíclope mala! —Gritó—. ¡El general Tyson te dice LARGO DE AQUÍ!

La golpeó de nuevo, y Mamá Tuerca se desintegró.

Mientras tanto Hazel atacaba montada en Arión, atravesando un cíclope tras otro con su spatha, mientras Frank cegaba a los enemigos con sus garras.

Brigitte parecía bailar entre los monstruos con su largo pelo rojo flotando a su alrededor. Esquivaba, cortaba, saltaba y decapitaba mientras los monstruos solo podían desintegrarse a su alrededor.

Cuando cada cíclope en cincuenta metros a la redonda estuvo reducido a cenizas, Frank aterrizó delante de sus tropas y se transformó en humano. La medalla de centurión y la Corona Mural brillaron en su chaqueta.

—¡Quinta cohorte! —Gritó—. ¡Tomen sus armas de oro imperial aquí!

Los campistas se recuperaron del shock y se acercaron al carro. Percy hizo lo mejor que pudo para pasar  armas a los campistas lo más rápido posible con ayuda de Brigitte.

—¡Vamos, vamos, vamos! —Les apremió Dakota, sonriendo como un loco mientras se tomaba un trago de Kool-Aid de su termo—. ¡Nuestros compañeros necesitan nuestra ayuda!

The heroes of Prophecy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora