Capítulo 24.

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Advertencia: Publiqué nuevamente el capítulo anterior, pues no noté que un cambio que hice al final no se había guardado. Lamento las molestias.

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Brigitte.

Les tomó mucho tiempo. Mientras trabajaban, Brigitte no dejaba de mirar al mar, a la espera de que Crisaor y sus delfines piratas regresaran, pero no lo hicieron.

Leo se recuperó de un fuerte golpe, gracias a un poco de néctar. Piper atendió heridas de Jason, pero él no estaba tan malherido como parecía. Mayormente no era más que vergüenza de haber sido vencido de nuevo y un ego herido no podía ser curado con néctar ni benditas.

Volvieron todos sus propios suministros a los lugares adecuados y pusieron en orden todo, mientras que el entrenador Hedge tenía un día de campo en el barco enemigo, rompiendo todo lo que encontraba con su bate de béisbol. La pelirroja esperaba que con esto sus impulsos bélicos fuesen zaceados por unas buenas horas, hubiera preferido días, pero suponía era mucho pedir.

Cuando hubo terminado, Percy cargó las armas del enemigo de vuelta en el barco pirata. Su despensa estaba llena de tesoros, pero Percy insistió en que no tocaran nada de eso.

—Puedo sentir que hay alrededor de seis millones de dólares en oro a bordo —dijo Hazel—. Además de diamantes, rubíes...

—¿Seis mi-millones estadounidenses? —Tartamudeó Frank—.¿Dólares canadienses o...

—Déjalo —dijo Percy con firmeza—. Es parte del tributo.

—¿Tributo? —Preguntó Hazel.

Brigitte recordó entonces la plática con el dios del vino en Kansas. Cuando miró al semidiós del mar y le alzó una ceja interrogante, él asintió dándole una tenue sonrisa.

—Oh. —Asintió Piper, también dándose cuenta—. Kansas.

Jason sonrió. Había estado allí cuando habían conocido al dios del vino.

— Loco. Pero me gusta.

Finalmente Percy fue a bordo de la nave pirata y abrió las válvulas de inundación. Le pidió a Leo que perforara algunos agujeros adicionales en la parte inferior del casco con sus herramientas, y Leo estuvo feliz de hacerlo. La tripulación del Argo II se subió en la barandilla y cortaron las líneas de agarre. Piper sacó su nuevo cuerno de la abundancia, en dirección a Percy, que al tenerlo en sus manos apuntó a la nave pirata saliendo con fuerza litros y litros de un líquido color caramelo oscuro, Coca-Cola. Pronto en cuestión de minutos el barco enemigo comenzó a hundirse bajo el peso de la soda y el agua de mar.

— Dioniso —llamó Percy, sosteniendo la máscara de oro de Crisaor—. O Baco lo que sea. Has hecho posible esta victoria, incluso sin estar aquí. Tus enemigos temblaban por tu nombre... o por tu Coca-Cola Dietética, o algo así. Así que, sí, gracias.

A juzgar el rostro de Percy en esos momentos y luego de ver la interacción que tuvo con el dios, no había dudas que se le dificultaba hablar con respeto a Baco. Brigitte quería reírse, pero mantuvo con éxito la mirada solemne.

—Seis millones de dólares en oro —murmuró Leo, haciendo que Brigitte se mordiera los labios para no reír—. Será mejor que te guste.

—Shh, —Hazel regañó—. Los Metales preciosos no son tan grandiosos. Créeme.

Percy arrojó la máscara de oro a bordo del buque, que estaba hundiéndose aún más rápido, con líquido marrón efervescente escurriendo de las ranuras de los remos del trirreme y se propagaba en la bodega de carga, tiñendo el mar de un espumoso color marrón. Percy convocó a una ola, y la nave enemiga se inundó. Leo dirigió el Argo II a medida que el barco pirata desapareció bajo el agua.

The heroes of Prophecy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora