Percy
Percy todavía no había muerto, pero estaba harto de ser un cadáver.
Mientras avanzaban penosamente hacia el corazón del Tártaro, no paraba de mirarse el cuerpo, preguntándose cómo era posible que fuera suyo. Sus brazos parecían palos cubiertos de cuero blanqueado. Sus piernas esqueléticas parecían deshacerse en humo a cada paso que daba. Había aprendido a moverse más o menos con normalidad dentro de la Niebla de la Muerte, pero la mortaja mágica todavía le hacía sentirse como si estuviera envuelto en un abrigo de helio. Le preocupaba que la Niebla de la Muerte se pegara a él para siempre, aunque consiguieran sobrevivir al Tártaro. No quería pasar el resto de su vida con la pinta de un extra de The Walking Dead.
Percy trataba de concentrarse en otra cosa, pero no había ningún lugar seguro al que mirar.
Bajo sus pies, el suelo emitía un brillo de un repugnante color morado, surcado de redes de venas palpitantes. A la tenue luz roja de las nubes de sangre, Brigitte, envuelta en la Niebla de la Muerte, parecía un zombi recién resucitado.
Delante de ellos les esperaba la imagen más deprimente de todas.
Un ejército de monstruos se extendía hasta el horizonte: bandadas de arai aladas, tribus de desmañados cíclopes, grupos de espíritus malvados flotantes. Miles de malos, quizá decenas de miles, arremolinándose nerviosamente, empujándose unos a otros, gruñendo y peleándose por el sitio: como el vestuario de un instituto abarrotado entre clase y clase, en el que todos los alumnos fueran mutantes apestosos y atiborrados de esteroides.
Bob los llevó hacia el margen del ejército. No hizo el menor esfuerzo por esconderse, aunque tampoco le hubiera servido de mucho. Con una estatura de tres metros y el pelo de brillante color plateado, a Bob no se le daba muy bien el sigilo.
A unos treinta metros de los monstruos más cercanos, Bob se volvió para mirar a Percy.
—No hagan ruido y quédense detrás de mí —aconsejó—. No se fijarán en ustedes.
—Eso esperamos —murmuró Percy.
Sobre el hombro del titán, Bob el Pequeño despertó de la siesta. Emitió un ronroneo sísmico y arqueó la espalda antes de convertirse en esqueleto y luego otra vez en gato. Por lo menos, no parecía nervioso.
Brigitte examinó sus manos de zombi con una mueca disgustada.
—Bob, si somos invisibles... ¿cómo es que tú puedes vernos? O sea, tú eres técnicamente, ya sabes...
—Sí —dijo Bob—. Pero somos amigos.
—Nox y sus hijos podían vernos —dijo Brigitte.
Bob se encogió de hombros.
—Eso era en el reino de Nix. Era distinto.
—Ah... vale.
Brigitte no parecía convencida, pero ya estaban allí. No les quedaba más remedio que intentarlo.
Percy miró el enjambre de monstruos crueles.
—Bueno, por lo menos no tendremos que preocuparnos por si nos tropezamos con más amigos entre esa masa.
Bob sonrió.
—¡Sí, es una buena noticia! Venga, vamos. La muerte está cerca.
—Las Puertas de la Muerte están cerca —le corrigió Brigitte—. Hay que hablar con propiedad.
Se zambulleron en la multitud. Percy temblaba tanto que tenía miedo de que la Niebla de la Muerte se desprendiera de él. Había visto grandes grupos de monstruos antes. Había luchado contra un ejército de ellos durante la batalla de Manhattan. Pero eso era harina de otro costal.
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The heroes of Prophecy.
Fanfiction💐🕊 Brigitte Leclair Es una semidiosa Hija de Venus, que nunca Espero ser parte de la gran profecía / Brigitte nunca pensó que un hijo de Neptuno cambiaría su vida para siempre. Los personajes pertenecen a Rick Riordan, es mía Brigitte y su histo...