Capítulo 20.

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Brigitte.

Los momentos de paz no son eternos.

Eso fue una lección de vida para un semidiós, lo cual hace que cualquier minuto, incluso segundo de tranquilidad sea apreciado.

Cuando escucharon ruido en el exterior y el barco moverse bruscamente supieron que algo había salido mal, terriblemente mal.

Percy y Jason parecieron recuperar sus fuerzas de golpe, una energía que solo podían tener cuando estaban a puertas de una batalla.  Todos corrieron subiendo las escaleras en una velocidad récord.

Cuando llegaron donde Leo Percy le gritó:

—¿Qué está...? ¡Gah! ¡Camaronzilla!

Efectivamente, el monstruo parecía un camarón. La cosa era de la longitud de la nave. En la luz de la luna, con una rosa concha quitinosa, una cola de cangrejo de río plana y piernas de tipo milpiés ondulando hipnóticamente mientras el monstruo raspaba contra el casco del Argo II. Su cabeza apareció al final, cara viscosa de color rosa de un enorme pez gato con ojos vidriosos muertos, una boca abierta sin dientes, y un bosque de tentáculos que brotaban de cada orificio de la nariz, haciéndolo el monstruo más horrible y asqueroso que Brigitte tuvo el placer de conocer.  Sacudió su cabeza, intentando no dejarse llevar por su TDAH.

—ma douce, enfócate  —lo regañó y Percy se vio algo castigado.

Frank corrió al lado de Hazel, seguido por Brigitte. Ella se aferraba a los aparejos, aturdida. Cuando la mirada de Brigitte se topó con la de ella hizo un gesto tranquilizador.

Algo nuevamente se estrelló en el barco casi haciendo tropezar a la hija de Venus que se aferró también a los aparejos. Cuando pudo estabilizarse miró con los ojos abiertos como los tentáculos comenzaban a invadir el barco. El casco crujió. Annabeth, Piper y Jason cayeron en estribor y casi rodaron por la borda.

Leo llegó al timón. Sus manos volaron a través de los controles. Por el intercomunicador, Festus resonaba y cliqueaba dando informaciones, supuso Brigitte, a Leo.

— ¿Cómo llegó tan cerca? —Gritó Brigitte.

— ¡Yo no lo sé! —Gruñó Hedge. Miró a su alrededor por su bate, que rodó por el alcázar.

— ¡Soy un estúpido! —Leo se regañó, duramente—. ¡Estúpido, estúpido! ¡Olvidé el sonar!

Annabeth trataba de tirar de ella hacia arriba en uno de los escudos de ferrocarril. Brigitte tuvo que admitir a regañadientes que era impresionante como su determinación para hacerlo no flaqueaba pese a no tener muchos avances para su cometido.

El barco se inclinó más hacia estribor. O el monstruo estaba tratando de darles un abrazo, o estaba a punto de hundirlos.

— ¿Sónar? —Exigió Hedge—. ¡Pipas de Pan, Valdez! Tal vez si no hubieras estado mirando a los ojos de Hazel, cogidos de la mano durante tanto tiempo...

— ¿Qué? Grito Frank.

— ¡No fue así! —Hazel protestó

— No importa —dijo Piper—. Jason, ¿puedes convocar a algún rayo?

Jason se puso en pie.

— Yo...—Él sólo pudo sacudir la cabeza.

Convocar la tormenta antes había tomado demasiado de él. Brigitte  dudaba que pudiera siquiera soltar chispas de sus dedos. 

— Percy —Annabeth dijo—. ¿Puedes hablar con esa cosa? ¿Sabes lo que es?

El hijo del dios del mar sacudió su cabeza, claramente perplejo.

— Tal vez es sólo curiosidad por el barco. Tal vez...

Los tentáculos del monstruo atacaron por la cubierta tan rápido, Brigitte no tuvo tiempo ni de gritar, ¡Cuidado! Uno golpeó a Percy en el pecho y lo envió estrellándose abajo en los escalones. Otro se envolvió alrededor de las piernas de Piper y la arrastró, gritando, hacia el riel. Docenas de tijerillas rizadas alrededor de los mástiles, rodeando las ballestas y rasgando abajo del aparejo.

— ¡Ataque de Pelo de Nariz! —Hedge llegó hasta el bate y entró en acción, pero sus golpes sólo rebotaron inofensivamente fuera de los tentáculos.

Brigitte quien había arrugado su nariz en disgusto por lo dicho por el entrenador sacó como pudo a Lux y lo giró hacia la derecha, emergiendo su espada, justo tiempo para cortar los tentáculos que intentaban atraparla y alternó entre usar su arma y sus rayos rosas, con cuidado de dar solo al monstruo, sin embargo mientras cortaba una, cinco aparecían para reemplazarla. Jason sacó su espada. Trató de liberar a Piper, pero aún estaba débil y sus movimientos muy ralentizados. Annabeth desenvainó su daga. Corrió por el bosque de tentáculos, esquivando y apuñalando a cualquier objetivo que pudiera encontrar. Frank sacó su arco. Disparó a un lado el cuerpo de la criatura, alojando flechas en las rendijas de su caparazón, pero eso sólo parecía molestar al monstruo. Que gritó y sacudió la nave. El mástil crujió como si pudiera quitarlo.

— ¡Hazel!, —Gritó Leo—. ¡Esa caja! ¡Ábrela!

Ella vaciló. Brigitte no podía culparla. En donde estaba podía leer que decía: «NO ABRIR»

— Ábrela —gritó Leo otra vez—. Entrenador, ¡toma el volante! Gire hacia el monstruo, o nos va a volar.

Hedge bailó a través de los tentáculos con sus ágiles patas de cabra, rompiendo algunas con bastante gusto. Saltó hacia la cabeza y tomó los mandos.

— ¡Espero que tengas un plan! —Gritó Brigitte siendo obligada a lanzarse al suelo para esquivar un tentáculo que casi la agarraba en un descuido.

— Uno malo— Leo corrió hacia el mástil.

El monstruo empujó contra el Argo II. La cubierta se tambaleó a cuarenta y cinco grados. A pesar de los esfuerzos de todos, los tentáculos eran demasiado numerosos para luchar. Parecían capaces de agarrar todo lo que querían. Pronto tendrían al Argo II enredado. Percy no había aparecido desde abajo.

— Frank —Leo llamó mientras corría hacia Hazel—. ¡Consíguenos un poco de tiempo! ¿Te puedes convertir en un tiburón o algo así?

Frank miró, frunciendo el ceño, y en ese momento un tentáculo aprovechó su desconcentración. Chocó contra el gran chico, tirándolo por la borda.

Brigitte y Hazel soltaron gritos ahogados al unísono. Había abierto la caja de suministro y casi dejó caer los dos viales de vidrio que tenía en la mano. Leo los tomo. Cada uno era del tamaño de una manzana, y el líquido en su interior brillaba de verde venenoso, poco tranquilizador.

— ¡Vamos! —Le dio a Hazel uno de los viales—. ¡Podemos matar al monstruo y salvar a Frank!

Un tentáculo la agarró de la cintura y la arrastró abajo donde se encontraba peleando Piper, apenas pudo hacerla estallar con el Vis amoris y tuvo rodar para esquivar otro.

Fue cuando todo se detuvo.

Los tentáculos soltaron el barco creando una gran ola que los arrastró unos metros.

Brigitte levantó la mirada y se percató con horror, que tres tentáculos se llevaban a Hazel, Frank y Leo.

The heroes of Prophecy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora