Capítulo 4.

628 86 2
                                    

Brigitte.

La pelirroja miró a Nico y a Percy. Ambos con presencias muy poderosas que podían ser amigos o enemigos. Agradecía que Jason, el semidiós más fuerte que conocía no estuviera aquí, aunque presenciar a los tres hijos de los tres grandes hubiera sido un espectáculo, pese a sus reparos.

Miró a Hazel, era una hija de los tres grandes, Plutón, pero dudaba que se pusiera a pelear así sin más. Sería la que detuviese la pelea, así era ella, dulce, amable, pero cuando la situación lo ameritaba, era una fuerza a tener en cuenta.

Nico Di Angelo para el Campamento Júpiter era un bicho raro que siempre estaba viajando, prácticamente tan inofensivo como los faunos. Pero era mucho, mucho más peligroso, más que Reina o Octavio. Por eso le alegraba que él la apreciara a su modo, era un logro agradar al hijo de Plutón.

En cambio Percy tras esa fachada de chico algo bobo, era muy analítico y tenía una manera de preguntar cosas que te dejaban en jaque. Ni hablar de su control sobre el río para destruir de un movimiento a las gorgonas, su bolígrafo que se transformaba en una espada de bronce y finalmente Había revolucionado todo el campamento con los rumores sobre el graecus.

Percy y Nico se estrecharon las manos. Se observaron con recelo, y Brigitte contuvo el deseo de dar media vuelta e irse. Si los dos sacaban sus espadas mágicas, las cosas podrían ponerse feas.

Percy frunció el entrecejo.

—Te... te conozco.

Nico arqueó las cejas.

—¿Ah si?

Miró a Hazel en busca de una explicación. Hazel vaciló y Brigitte lo entendía. Al ver a Percy, un destello de pánico brilló en sus ojos antes de ocultarlo. Pero aun así pese a la buena actuación, no engañó a Brigitte.

Podía asegurar que Nico Di Angelo conocía a Percy Jackson, la pregunta era ¿por qué fingía lo contrario? ¿Por qué ese nerviosismo?

—Esto... Percy ha perdido la memoria.

Le contó a su hermano lo que había ocurrido desde que Percy había llegado a la puerta del campamento.

—Así que, Nico... —continuó con cautela—, he pensado... que como tú viajas por todas partes, a lo mejor has conocido a semidioses como Percy o...

La expresión de Nico se volvió tan sombría como el Tártaro. Hazel pareció captar el mensaje: Hazel «Ahora no».

—Esa historia sobre el ejército de Gaia —dijo Nico—. ¿Has avisado a Reyna?

Percy asintió con la cabeza.

—¿Quién es Gaia, por cierto?

Brigitte tomó la mano de Hazel cuando se tensó y mostró un miedo impresionante, la chica con sus dorados ojos la miró y una chispa de agradecimiento estuvo en ellos. La chica hija de Venus debía admitir que con solo escuchar el nombre, pensar en la existencia de aquella diosa la hacía estremecer.

—Es la diosa de la tierra —Nico miró al suelo como si pudiera estar escuchando—. La diosa más antigua de todas. La mayoría del tiempo está sumida en un sueño profundo, pero odia a los dioses ya sus hijos.

—La Madre Tierra... ¿es mala? —preguntó Percy.

—Mucho —contestó Nico con voz seria—. Convenció a su hijo, el titán Cronos, esto, quiero decir, Saturno, para que matara a su padre, Urano, y conquistara el mundo. Los titanes gobernaron durante mucho tiempo. Entonces los hijos de los titanes, los dioses del Olimpo, los derrocaron.

—Esa historia me suena —Percy parecía sorprendido, como si un viejo recuerdo hubiera aflorado parcialmente—. Pero creo que no había oído la parte de Gaia.

The heroes of Prophecy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora