Capítulo 14.

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Percy

—¡Arriba!

Percy puso en su espalda a Brigitte quien trató de sujetarse de él con los brazos, suerte que solo sus manos habían sido congeladas o realmente no sabría cómo llevarla y defenderlos a ambos.

Se abrió camino entre las arai a espadazos. Probablemente hizo recaer una docena de maldiciones sobre su persona, pero no notó nada, así que siguió corriendo. El pecho le ardía a cada paso. Zigzagueó entre los árboles, con un brazo tratando de sujetar a Brigitte, ignorando que ella por momentos lo ahorcaba y con la otra moviendo bastante horriblemente la espada.

Percy se dio cuenta de lo mucho que ella confiaba en él para salir de esa situación. Él no podía decepcionarla, pero ¿cómo podía salvarla? Y si perdía sus piernas y sus manos para siempre... No. Reprimió una oleada de pánico. Ya averiguaría cómo curarla más tarde. Primero tenían que escapar.

Unas alas curtidas azotaron el aire por encima de ellos. Los siseos airados y el correteo de pies con garras le indicaron que las diablas estaban detrás de ellos. Al pasar corriendo por delante de un árbol negro, cortó el tronco con su espada. Oyó que se desplomaba, seguido del grato crujido de varias docenas de arai al ser aplastadas.

«Si un árbol cae en el bosque y aplasta a una diabla, ¿cae una maldición sobre el árbol?»

Percy cortó otro tronco y luego otro. Gracias a eso, ganaron unos segundos, pero no los suficientes.

De repente la oscuridad que se extendía delante de ellos se hizo más densa.

Percy comprendió lo que significaba en el momento preciso. Se detuvo justo antes de que los dos se despeñaran por un lado del acantilado.

—Estamos jodidos —dijo Brigitte y Percy estuvo de acuerdo de todo corazón.

Percy no podía ver la altura del acantilado. Podía ser de tres metros o de trescientos. No había forma de saber a qué profundidad estaba el fondo. Podían saltar y esperar lo mejor, pero dudaba que «lo mejor» tuviera cabida en el Tártaro. De modo que solo tenían dos opciones: derecha o izquierda, siguiendo el borde.

Estaba a punto de elegir al azar cuando una diabla alada descendió delante de él. Se quedó flotando sobre el vacío con sus alas de murciélago, fuera del alcance de su espada.

¿Te ha gustado el paseo?, preguntó la voz colectiva, resonando por todas Partes.

Percy se volvió. Las arai salieron del bosque en tropel, formando una medialuna alrededor de ellos. Una agarró a Brigitte por el brazo. Brigitte soltó un aullido de ira, se dejó caer sobre la arai y enterrando su codo en su cuello, dejando caer todo su peso. Un movimiento impresionante, teniendo en cuenta que logró defenderse solo con codos y antebrazos. El monstruo se disolvió, pero Brigitte estaba tan desconcertada y asustada, mirando a todas partes como si sus ojos hubieran perdido la vista. 

—¿Percy ? —Gritó, con un deje de pánico en la voz.

—Estoy aquí mismo.

Él trató de ponerle la mano en el hombro, pero ella no estaba donde él creía. Lo intentó de nuevo, pero descubrió que Brigitte se encontraba más lejos. Era como intentar agarrar algo en un depósito de agua, donde la luz alejaba su imagen.

—¡Percy ! —La voz de Brigitte se quebró, miró en su dirección, pero era como si fuese invisible para ella—. ¿Por qué me has abandonado?

—¡No te he abandonado! —Él se volvió contra una arai, las manos temblando de la ira—. ¿Qué le han hecho?

No hemos hecho nada que no le hayan deseado, dijeron las diablas. Tu amada ha desencadenado una maldición especial: el rencor de alguien quien transformó todo lo que sentía por ella en odio.

—¿Percy ?

Brigitte se arrastraba como podía, hiriéndose los brazos, intentando buscarlo. Las arai retrocedieron, dejando que se empujara entre sus filas.

—¿Thomas? —Preguntó Percy sintiendo su ira ahogándolo—. ¿Él la maldijo?

Recordaba como ese chico había abofeteado a Brigitte, dejándola caer en el vacío con un puñal enterrado en su costado. Vio la mirada satisfecha al verla, como si Brigitte estuviera recibiendo lo que merecía. Deseó volver a tenerlo en frente y ahogarlo, hacerle pagar por el tormento que estaba haciendo vivir a Brigitte.

Vio sus bonitos ojos avellanas comenzar a derramar lágrimas. Las punzadas aumentaron en sus costados. El dolor de su pecho se había agravado, como si alguien estuviera retorciendo poco a poco una daga. Brigitte avanzaba dolorosamente lento entre las diablas llamándolo desesperadamente. Percy deseaba correr hacia ella, pero sabía que las arai no lo permitirían. El único motivo por el que todavía no la habían matado era que estaban disfrutando de su sufrimiento.

Percy apretó la mandíbula. Le traían sin cuidado las maldiciones que cayeran sobre él. Tenía que mantener a esas viejas brujas centradas en él y proteger a Brigitte mientras pudiera.

Gritó enfurecido y las atacó a todas.

The heroes of Prophecy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora