⚜️ Capítulo IV: Vodka, Ginebra y Cerveza ⚜️

91 27 27
                                    

Rania Aposteleanu

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Rania Aposteleanu

¡Vamos tú puedes!

¿Cuántas veces no he hecho esto?

¡No tengo miedo!

—¡Apúrate Rania! —dijo Olivia—, siempre es lo mismo —se burló.

—Cállate que nos van a escuchar —gire para al fin caer en la tierra.

—Tanto te costaba tirarte —habló Celine.

—¿Segura que Anya se encargó de los guardias? —preguntó Olivia.

—Claro que sí, ella nunca falla —sonreí.

—Bueno ya que está todo listo, ¿nos vamos? —dijo Celine.

Corrimos por los jardines de enfrente, los guardias estaban dormidos —había pedido a Anya que les diera un té que hiciera que los durmiera por unos minutos para así lograr salir—. Si mis padres se dieran cuenta que había noches en las que salía de seguro me castigan de por vida.

Llegamos hasta la entrada del palacio donde habían dos portones custodiados por guardias, por suerte ya teníamos nuestro lugar de salida.

—Bueno quien salta primero —preguntó Olivia.

—Yo —respondió Celine.

—Después yo y por último Rania —siguió Olivia.

Saltamos un muro donde teníamos un banco que nos ayudaba a subir y así poder cruzar. Cuando estábamos del otro lado vimos a Nakia esperando con cuatro caballos, al vernos nos hizo señas para que nos apresuremos.

—¿Por qué se tardaron tanto? —dijo apenas llegamos donde ella.

—Culpa de la princesa Rania —respondió Olivia.

—Perdón, pero la próxima vez me consiguen una escalera para bajar desde el balcón.

—Bueno princesa —Olivia hizo una reverencia.

Eran las dos de la madrugada y yo estaba de camino a una taberna.

Después de pasar una pequeña arboleda que está antes del palacio llegamos finalmente al pueblo; me gusta mucho venir por estos lados, siempre está alegre el ambiente —además nadie me reconocía—.

Entramos a la cantina y siempre había gente bailando, bebiendo, pasándola bien, no les puedo negar que me gusta venir. Nos dirigimos hacia el cantinero que por supuesto ya nos conocía y sabía quién era yo.

—¿Qué les sirvo señoritas? —preguntó.

—Lo de siempre —respondió Olivia.

Lo de siempre era una ronda de Vodka —para comenzar—, luego una de ginebra y por último cerveza, siempre la pasamos tan bien y bailamos hasta terminar cansadas.

APOSTELEANU I: Tres MundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora