Rania Aposteleanu
Después de dormir un poco, me desperté y observe que Izan seguía durmiendo así que salí cuidadosamente de la habitación y me escabullí por el pasillo directo a mi cuarto, me había quedado con mi hermano el Príncipe Izan, admiraba su valentía y su seguridad; por eso siempre que tenía miedo o me asustaba por alguna cosa lo buscaba a él y ayer no fue la excepción.
Ayer fue una noche muy larga y un poco extraña, hubo un temblor muy fuerte que me despertó, un gran rayo se dibujó en el cielo y luego vimos un tipo de estrella fugaz que parecía que se estrellara a la tierra, nos dio tanta curiosidad que fuimos a seguirla para ver a donde caía —o digamos que le insistí a Izan para ir a ver—. Definitivamente esa no era una estrella fugaz, lo que no me queda del todo claro es ese lugar donde nos detuvimos, se veía tan mágico y hermoso, nunca había visto algo igual, pero Izan me asusto y me tomó del brazo diciéndome que corriera lo más que pudiera, eso se me hizo un poco raro, pero no le tome importancia.
—Seguí caminando por el pasillo, hasta que llegué a mi habitación.
¿Dónde estaba la princesa? —indagó Anya en tono serio, ella es una señora muy agradable que tenía años trabajando en el palacio, la conocía desde pequeña y siempre me cubría la espalda en todas mis locuras.
—Vaya susto me diste Anya —agarre mi pecho—, estaba donde Izan.
—Por el temblor de ayer, ¿verdad? —suspiró.
—Si –dije apenada–, ya sabes que siempre que me da miedo busco refugio en él.
—Bueno, pensé que te habías ido con tus amiguitas a ese lugar de mala muerte —me miró seria.
—¡Noooo!, ya sabes que cuando me escapo te aviso primero.
—Bueno, cámbiate que te prepare un rico desayuno —sonrió saliendo de la habitación.
Hoy era un día muy importante, la verdad es que si tenía un poco de nervios —es momento de convertirme en una persona responsable si quiero que me tomen en serio—. Así que me dispuse a prepararme ya que hoy era un día pesado y tenía muchas cosas por hacer.
Al bajar las escaleras, pude observar cómo decoraban para el baile, había muchas flores —mis favoritas son los claveles—.
—Al fin despertaste –dijo mi madre—. ¿Te gusta cómo está quedando todo? —preguntó.
—¡Si!
—Pedí que adornaran con muchos claveles, ya sé que son tus preferidos.
—Sí, gracias por ese detalle madre.
—Bien, puedes quedarte a ver la decoración y si no te gusta algo lo cambias. —volteó hacia mí, para luego retirarse.
Cuando termine de ver la decoración y cambiar algunas cosas, me dirigí a la cocina donde estaba Anya esperándome con el desayuno. Al llegar tenía un plato de moras que eran mis preferidas, tostadas y un jugo de naranja.
ESTÁS LEYENDO
APOSTELEANU I: Tres Mundos
Fantasía1840 en Rumania, Brașov. El Príncipe se enamoró de un ser de luz, la Princesa se enamoró de un ser oscuro, pero pronto su amor se verá afectado por las decisiones de su padre, alguno podrá dejar su felicidad por el futuro del reino... "El amor se f...